Me quedé con el libro
Por Sergio Torres
Me quedé con el libro que me prestaste: es lo único que me queda de ti. No tenía más recuerdos. La dislexia no perdona. El teléfono que escribí, el que leí y el que marqué no eran el mismo, de modo que no te hallé de nuevo. Me casé. Tuve un par de hijos. Tres o cuatro amores después del divorcio. Cuatro cirugías. Un infarto y un descarado y sensual aumento de peso. Soy más hombre, uno más masivo, 16 % para ser preciso, 87 kilos de torque y un IMC que no es Instituto Municipal de Cultura. Divago. Ese libro que hoy te entrego lleva días de mis pensares y trazar y borronear y volver a trazar y definir y difuminar y colorear tanto con palabras como con grafito y ceras de color. Hice un cuaderno con poemas y dibujos para ti porque siento que eres especial, única, durante y después de saber que cada uno de nosotros es único, irrepetible y especial. Mis poemas no dicen mucho de ti sino de cómo me siento yo contigo. También los dibujos. Tal vez no debiera darte el cuaderno, habla más de mí que de ti y ¿a quién le interesa el discurso egocéntrico de un enamorado? La verdad no tengo referencia al respecto, nunca he sido objeto de amores indeseados, no que lo haya notado, suelo ser del tipo que se enamora de Scarlett Johansson y jamás se atreve a hablarle. Nada de amores no pedidos. Nada de aventuras extracorpóreas. Solo la dulce experiencia de vivir dentro de mi piel. Es media noche. Mañana hablamos de esto.
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