Caminatas filosóficas: presentación de La calle ladina
Por Javier Chávez Bejarano
Nos reúne, no por primera ni por última vez, la dicha de acompañar a Jesús Chávez Marín, ahora en la presentación de su más reciente obra La calle ladina, digna ganadora del concurso del PECH (Programa Editorial de Chihuahua). Agradezco al autor su consideración de invitarme el día de hoy a ser su presentador, siendo esta sí mi primera vez que me encuentro de este lado del evento.
Sin duda siendo yo el hijo de Chávez Marín tengo muchas vivencias, anécdotas, recuerdos con él a lo largo de mi vida; debido al libro que hoy venimos a homenajear me parece apropiado enfocarme en una en específico, perteneciente a estos últimos años.
Hubo una costumbre, que espero reanudemos próximamente, la cual era muy sencilla: caminatas por las calles de Chihuahua. Consistía en yo ir a su casa muy temprano en domingo, él daba tres opciones de rutas y yo escogía una de ellas. Algunos ejemplos incluían caminar por todo el recorrido del Acueducto Colonial, o por el canal del Chuvíscar, esto incluyendo varias calles de sus alrededores. En esas calles íbamos platicando de algún tema y a la vez haciendo paréntesis para contar algún dato de donde íbamos pasando, todo esto manteniendo un paso constante y bastante veloz dirigido por él. Al final del recorrido de alrededor de una hora, una hora y media, mi papá compraba en alguna tienda unos electrolits o aguas para los dos y los tomábamos mientras hacíamos la espera de un Uber que nos llevara de regreso al punto inicial. Menciono esto para resaltar que mi papá es y siempre ha sido un fiel andariego de las calles de Chihuahua, pues él como gran entusiasta de las historias, sabe que estas vías tienen mucho que contar.
La calle ladina simboliza este escenario y actúa como testigo de esta colección de crónicas. El autor imprime en este libro una sencilla y elocuente narrativa con su muy característico estilo. Las voces narrativas se alternan entre la primera y la tercera persona. Algunos de estos relatos hablan de personajes infames con los cuales cualquiera de nosotros podríamos relacionar con algún conocido y esperemos que no con nosotros mismos. Van desde seres gandallas, borrachos malacopas para quienes el remordimiento es un concepto desconocido, machos de esos “de los de antes” que todavía dicen Mi reina como piropo, personas celosas, tacaños a más no poder, envidiosos, egocéntricos, ¡en fin! La lista podría seguir, pero no quiero causar la errónea impresión de que al leer estos relatos nos van a dejar un mal sabor de boca, pues no es así, ya que la manera en que el autor los plantea es la que los redime; es decir, con algo de buen humor vemos el absurdo de sus acciones con gracia e incluso hasta podríamos empatizar con alguno, o si tenemos esa ansia de desquite nos quedamos con la satisfacción de que también hay quienes reciben su merecido.
En sus páginas vemos retratada con ingenio la cotidianeidad, particularmente de la gente de Chihuahua. Chávez convierte a veces a sus amistades en los protagonistas, pero la mayoría son personajes inventados, sin embargo traslucen rasgos de conocidos, familia y sobre todo de el mismo escritor. Siendo descritos algunos de ellos con adjetivos tan peculiares como: el vacacionista desconsiderado, el celoso contumaz, el borracho empedernido, el avaro metódico, la escritora agorzomada, el autodidacta complicado, el dramaturgo platónico, el paranoico que no creía serlo, entre otros.
A su vez encontramos escritos que nos develan el lado más sensible del autor, adornados con impecable retórica. Citaré uno de ellos:
El dolor
Por un ángulo del centro un hombre camina con dificultad, le duelen las articulaciones y los brazos, la garganta hinchada y tensa. Al interior del pecho hay lumbre que se va extendiendo hacia el plexo, un torrente de glucosa circula por la sangre cristalizando venas diminutas en los infinitos cauces de su cuerpo; al interior de los ojos se vela el cristalino y le va adormeciendo la sensibilidad en algunas zonas de los pies. El aliento de la muerte va en lo que imagina de futuro cuando se sienta diez minutos a la sombra de un portal para recuperar el resuello y seguir.
Todo esto y algo más es lo que encontrarán en este libro. Espero de ustedes que sigan mi recomendación de leerlo, y también, espero del autor que programemos próximamente otro paseo por las calles de Chihuahua.
Quiero por último hacer una mención especial a la persona a la que está dedicada este libro y a su vez aparece en la portada en una bella foto: mi querido sobrino Adrián Marcel, aquí presente.
Gracias por su atención.
Chavez Marín, Jesús: La calle ladina. Editorial Instituto de Cultura del Municipio de Chihuahua, México, 2023.
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