sábado, 14 de septiembre de 2019

Alberto Carlos. Las maravillas de hoy II

Arte de Alberto Carlos

Las maravillas de hoy II

Por Alberto Carlos

Apuntábamos el domingo pasado algunas de las cosas que tiene en su haber el presente, con ventajas sobre el pasado. Nos quedamos en los siquiatras (si suprimo la “p” no es por molestar, sino para ahorrar teclasos).
Los siquiatras han inventado la comunicología entre padres e hijos. Han abolido las nalgadas a los lepes cuando se portan mal. Ahora hay que hablar, razonar con ellos, entrarle al diálogo positivo. Se acabaron las cuerizas de antaño.
—Mira, hijo. Vamos a hablar de hombre a hombre.
—¡Ay, papá!, deja que termine el chavo del ocho.
—Pero...
—Federico —interviene la mamá—, déjalo que vea su programa agusto. Lo vas a frustrar. Acuérdate de lo que dijo nuestro siquiatra.
Federico se muerde las uñas, refunfuña, se pone neuras y al siguiente día va con el siquiatra para que lo ponga en onda de nuevo. Lo cual demuestra la utilidad de los siquiatras.
Los estéreos: Cuando yo era niño (y ha llovido algo) había que darle cuerda a la vitrola con cuidado, para no darle de más y reventarla.
Se cambiaba de aguja cada disco, se ponía sobre el surco a mano y con puntería lo que hoy sería la pastilla, y vuelta a darle cuerda.
El anfitrión se la pasaba de operario mientras las visitas le daban duro al vals, muy estiradas y circunspectas, bajo la mirada vigilante de las chaperonas.
Con los estéreos de ahora es cosa de meter el caset, apretar la tecla y sonarle al sur y al country sin intermedios. Y ahora son los chavos los que vigilan a los ruquitos, si se animan a bailar, pendientes de que no les agarre un infarto en los allegros vivaches. Con las vitrolas, a cierta distancia ya no se oía la música por el cotorreo de las comadres. Con los aparatos actuales ya no se puede cotorrear ni a dos cuadras de distancia, dado el magnífico volumen que alcanzan.
Están, entre otras lindas cosas de estos tiempos, los envases no retornables, para que haga usted su colección de frascos, botes y botellas, no crea usted, a veces se ofrecen. Si no tiene espíritu de coleccionista, los tira a la basura, al cabo ya pagó, tanto los envases como el servicio de limpia. Consumimos vidrio y hoja de lata para el progreso, las industrias regiomontanas y para que haya más fuentes de trabajo. Lo cual va de acuerdo con la tasa del 7.05% de incremento.
En esta era del plástico, las ventajas son enormes. Los matrimonios mal avenidos pueden tirarse los platos a la cabeza con toda tranquilidad, sin que la vajilla sufra merma alguna. Nada más rebotan, pero no se quiebran. Antes era un golpe al presupuesto cada plato arrojado, diera o no el blanco. Las descalabradas con una porcelana de Talavera solían ser de seis puntadas para arriba. Con el plástico, hasta ese peligro ha disminuido. Casi resulta un juego de Ping Pong.
Los hospitales han perdido clientela por este concepto, pero las batallas han ganado en duración, al no haber la primera sangre, condición que antes las detenía. Ahora duran hasta que se les canse el brazo a uno de los cónyuges.
El café instantáneo: ya no hay aquellos aromas que atraían al vecino que pasaba a la hora de tostar y moler el café en casa, o preparar un buen caracolillo humeante y aromoso, y, quieras que no, te llegaba justo a tiempo. Ahora en un dos por tres, y sin llamar la atención, ¡ya está! i no sabe a café, por lo menos no llama la atención.
La unidad sellada: proporciona a los mecánicos una chamba más llevadera, de quita y pon, aunque a usted se lo lleve el tren con la cuenta.
El teléfono automático: llama uno por Lada a Puebla, y si se equivoca el dedo con un número, le contestan en inglés de Laredo, Texas. Pero no hay problema. Es cuestión de intentarlo de nuevo. Y esperar el recibo a fin de mes.
En fin. Tantas y tantas cosas nuevas nos alivianan la vida... y el bolsillo. Pero vaya lo uno por lo otro, mientras tengamos en el hogar los anaqueles, cajones y alacenas a reventar de objetos varios.
En un momento dado sirven para lo que usted guste y mande. Algunos objetos que no usamos nunca, están por ahí agazapados en algún triste rincón en espera de su oportunidad. Es cuestión de tiempo...

Agosto 1981




Alberto Carlos (6 de abril de 1925 - 16 de noviembre de 2000). Artista nacido en Fresnillo, Zacatecas, avecindado en Chihuahua desde la infancia. Con medio siglo de trayectoria, su vasta obra mural, escultórica y de caballete abarca una diversidad de técnicas y temáticas. Su natural inquietud y amplia cultura lo lleva a incursionar en la literatura y el periodismo en géneros como la poesía, el cuento, el ensayo, la calavera, el epigrama y la columna, los cuales publica en periódicos como el suplemento Tragaluz de Novedades de Chihuahua, El Heraldo de Chihuahua, y en las revistas Tarahumara y Solar.

2 comentarios:

  1. Como siempre Chávez Msron, divertido y reflexivo inspirado en nuestro querido y siempre bien recordado Maestro Alberto Carlos

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