lunes, 3 de marzo de 2025

Siete noches en la isla del olvido, de Abdul S. Machi

 


Siete noches en la isla del olvido, de Abdul S. Machi

 

Por María Merced Nájera Migoni

 

Siete noches en la isla del olvido es un poemario en que el poeta Abdul S. Machi nos recrea y dispone su travesía poética en un viaje hacia la región del desamor. A través de metáforas, la voz poética transmite el profundo, hermoso y revelador sentimiento. Todos los temas tangibles, sensuales, épicos del amor, los han escrito poetas en libros como Ítaca de Cavafis, Nocturno a osario de Manuel Acuña, Qué es poesía de Gustavo Adolfo Béquer, Tú me quieres alba de Alfonsina Storni, y 100 sonetos de amor de Pablo Neruda, por citar algunos. Temas universales como el viaje de la vida, la desolación de un amor y la búsqueda de los significados de esos temas.

En este libro, el número 7 alude al título que le da el nombre al libro Siete noches en la isla del olvido. El número 7[1] ha sido un intérprete importante. Es indudable que el número 7 tiene un peso transcendental en nuestra actualidad y a lo largo de la historia de la humanidad. Como ejemplos los siete pecados capitales, el septenario que procede de los siete planetas y de los siete metales conocidos de los antiguos, o también citar las siete notas; que forman la gama de la armonía universal. Los siete pisos cúbicos a la torre de Babel, los siete escalones de los templos, los siete días de la semana. Según la Biblia, Dios creó el mundo en seis días y descansó el séptimo, convirtiéndolo en un día sagrado. Será acaso que el 7 es un número mágico que intriga y fascina. Y es aquí donde enlazo estas referencias, ya que se adivina en el mencionado título la desolación y la agonía del viaje que, a lo largo de la lectura de los versos, el ritmo, las enumeraciones y algunos recursos retóricos que el autor va dando forma, nos van dibujando la visión de que el poemario es el canto amoroso llevado en vaivén hacia ese viaje interminable del desolado amor perdido. El autor logra incorporar a su noción del desamor el símil entre el deseo de volver a contemplar a su amada y al mismo tiempo saberse, sentirse prisionero de su propia locura, habitando prolongadamente en la prisión de sus delirios amorosos. Y que quizás se prolongó más allá de las 7 noches. 7 noches interminables, quizás el símbolo de una tormenta inacabable formada en el corazón del propio poemario, que late a ritmo de mil tambores, o quizás sea tanto el dolor que el mimetismo del estilete del dolor, que finalmente termine en un abismo. Cito: Pagina 12, Canto VIII

 

Y recuento el viaje, como despedida. / Noche primera: te busco / Noche segunda: te encuentro en un sueño / Noche tercera: despierto / Noche cuarta: lloro / Noche quinta: veo a la muerte a los ojos / Noche sexta: bajo la mirada / Noche séptima: aún temo al olvido eterno. / Te amo de nuevo, todo comienza… / El viaje terminó, el dolor continúa.

 

Es este un poemario que nos lleva inmersos en ese vaivén del sufrimiento y el abandono, la tristeza, desolación, coraje, autoconvencimiento.

En el deleite de la lectura veremos cómo el autor utiliza en cada canto una constante alegoría de la vida misma, donde el periplo simboliza el proceso del desahogo por la añoranza de su amada y la búsqueda de sentido de su vida sin ese amor. El poemario es un canto desgarrador que conmueve por su sinceridad y su profunda carga emocional. Metáforas creadas con tinta emotiva que le van dando forma al sufrimiento y la tristeza en la que el corazón es atravesado por las dagas impetuosas de la ruptura amorosa. Edificándose línea a línea los ángulos álgidos del dolor y la añoranza. Mostrando así en cada verso la universalidad de un sentimiento tan humano como el daño del alejamiento.

Otro ejemplo es el poema Canto X en el que el poeta añade en sus versos, una cierta tensión de tristeza y desamor y el contexto de abandono en el que surge la voz inacabable de un lamento que se prolonga a lo largo del desarrollo del poemario, y que cabe mencionar que uno de sus versos da título al libro, de la página 14 Cito:

 

No soy / quien se conforma con tus sobras, / el que en silencio llora / porque ha perdido su voluntad. / Yo solo veo / a ese hombre, extraño, perdido, / que me mira en el espejo / y suplica amarte / aunque en ello vaya de dejar de existir / y se vuelva tan sólo / un recuerdo infinito/ de siete noches en la isla del olvido.

 

Y así viajando en sus palabras, nos hundimos en los versos, en esa profunda exploración del desamor. En ellos captura espléndidamente el sufrimiento, la añoranza y la congoja que conduce a la separación de dos amantes, donde la melancolía y la desesperanza se entretejen en cada verso, instaurando una atmósfera de dolor y vacío que van metiendo en su laberinto de desamor al lector y vamos llenando nuestra piel de ese impostergable camino al adiós. Cito: pagina 5 Canto I

 

Hoy parto a la isla del olvido; / juro, corazón, que mato / entre nubes y agua, / el dolor salvaje / que me deja el más reciente adiós.

 

La ambigüedad del amor que el poeta logra sostener en sus versos es un infinito diálogo imaginario con su desolado "yo hombre" lacerado, enceguecido por las trampas del deseo que lo han engañado, porque el ser idolatrado creado por su confuso impulso de poseer un talismán divino. Un ser ficticio creado por su imaginación. "Deseamos las formas que imaginamos". Y que sucede al final, El abismo se agiganta y el viaje interminable hacia la búsqueda de ese ser que nuestro deseo creo, dibujó, imaginó. No existe más que en nuestra Psique y esa imagen inexistente se vuelve inalcanzable y te abisma en el amor inaccesible, finalmente ficticio.

En Siete noches en la isla del olvido entrevemos que el amor es deseo de posesión, es un espejismo, es la creación de un ser de otro mundo, que la misma enajenación y desvarió lo hace inaccesible, impenetrable. Pues es tan grande la pasión, que se crea a un ser irreal. Pero al mismo tiempo se idealiza a una esencia que emana un aroma, un cuerpo, un continente, una isla. Y aquí cito el siguiente poema: Pagina 11, Canto VII

 

La isla del olvido, no lo da / a quien no lo quiere; / he vuelto ya / a la tierra tuya y mía, / y no hay vida, aún, sin ti.

 

Otro ejemplo donde el dolor se ve desbordado por múltiples metáforas, y el poeta alcanza la cúspide de la aceptación de su desolada realidad amorosa y se aglutinan las imágenes para gritarnos el canto casi final del poema desarrollado en 10 cantos. Cito:

 

No creo en la tentación, / es mentira / que vivo pegado a ti. / No soy el que cada día, / con su noche, / se somete a tu mirada, / el que esclavo de tu vientre, / sube cuesta arriba de tu seno. / No soy, en definitiva, / ni tu isla, ni tu olvido, ni el insomne / que mendiga un trozo de tu cuerpo; / ni el que roba el olor de tu cabello.

 

Para terminar, hablaré sobre el Erotema[2] titulado Interrogantes del recuerdo. (pág. 15-26). En el desarrollo de este poema vemos las interrogantes, las reflexiones que el autor enlaza al poemario. Diálogos que contestan y dictaminan el final del final, utilizando las metáforas que aluden a la determinación de un adiós amoroso confinado a vagar entre el anhelo y el dolor, aquello que se ansía y aquello que sólo puede ser posible en una fantasía. Y como al mismo tiempo es inexplicable para el corazón. ¿Cómo ordenarle al corazón? ¿Cómo decirle que cese ya de trastocarlo con los estiletes del agobio, el abandono, la soledad? Pagina 19 Canto V. Cito:

 

¿No te duele como a mí, / no te mata la nostalgia / de lo que apenas se va; / ver cómo te vas, / cómo me voy? / ¿Recuerdas que te dije / que no te fueras, / porque el cielo se haría triste / como mis ojos / y nuestra piel se alejaría / para nunca más volverse a sentir?

 

Así es como el autor nos ha subido a la nave imaginaria donde el viaje aparece a lo largo de todo el poemario, en un mapa de bellas metáforas cuyo ritmo refiere a varios recursos retóricos. Versos con alta temperatura emocional que nos atrapan mediante el uso de un lenguaje intimista, con imágenes que acaban por desatar nuestra imaginación, por medio de metáforas bien estructuradas logrando evocar el viaje en el que se encuentra inmerso el poeta, y nosotros mismos como lectores.

Abdul S. Machi el poeta, logra seducir con sus versos perenes y con ese óleo de imágenes alude todo sobre a su amada, bien dispuesta por la realidad y la imaginación. La creación de la utopía hecha mujer amada.

 

Ciudad de México, 26 febrero 2025

 


[1] Fuente:https://www.masoneriadelmundo.com/2018/02/el-7-el-numero-del-maestro.html

[2] Figura retórica que consiste en formular una pregunta para la cual no se espera realmente una respuesta. Se emplea para expresar un sentimiento, afirmar un punto de vista o, a lo sumo, invitar al interlocutor a reflexionar sobre un asunto específico.



María Merced Nájera Migoni es poeta, editora y promotora cultural.  Dirige Arde Editorial Chihuahua. Ha publicado Acuarelas, erotismo, Delicias 2001. Cristales cromáticos, 2001. El corazón lo dice todo, 2002.  En la provincia de los recuerdos, 2002. La morada de Omega, 2003.  Auge de sombras, 2004, Simulacros de olvido, 2005. Abadía del silencio, 2006, Abadía del silencio segunda edición 2007. La voluntad del deseo, 2011. Ensolecida, 2012. Mujer semilla, 2012 en Sediento Ediciones y segunda edición Tintanueva Ediciones, 2016. La morada de omega segunda edición 2020. Simulacros de olvido segunda edición 2021. Abadía del silencio edición 2022. Como editora a publicado a 120 autores, a lo largo de 17 años. Actualmente reside en la Ciudad de México. manaminueva@gmail.com

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