El leve roce de un profundo amor. Presentación
de la novela Rebelde, de Max Palicio
Por Jesús Chávez
Marín
Una buena novela
es aquella donde cada lector entra a una casa desconocida, y que también es de
su propiedad. A una ciudad que no conocía, a pesar de que su conciencia
colectiva ya la había recorrido en otros tiempos de sueño. Una región plena de
sorpresas, donde se cuentan historias de fantasía, o semejantes a lo que
llamamos La Realidad, y en la que suspendemos el curso de nuestra vida
cotidiana para caminar en otro espacio. De esta índole es el nuevo libro de Max
Palicio, su novela Rebelde.
La palabra novela proviene del idioma italiano: novella, que significa noticia, o lo nuevo.
La novedad. Y la gran novedad técnica que esta obra ofrece es que la voz
narrativa, desde el inicio y en cada uno de sus diez capítulos, es que con toda
naturalidad, y tan campante, su discurso narrativo transita en lo que antes
llamábamos literatura realista y, al siguiente renglón, vuela hacia lo que
podríamos considerar como literatura fantástica.
En la
temporalidad lineal de su relato, el punto de vista narrativo se instala en los
años setenta del siglo 20, en la Ciudad de México, donde vive una joven y guapa
maestra que se llama Rebeca, que hasta en el nombre lleva la penitencia, como
también la energía y el pensamiento de la rebeldía.
Luego aparece
Juan José Guardiola, un joven idealista y disciplinado que en la lotería
bioquímica que todos llevamos en la genética, a él le tocó padecer de cuando en
cuando algunas crisis de epilepsia.
Para su buena
fortuna, ese trastorno entre mecánico y nervioso de su cuerpo lo dotó de una
alta iluminación y de una fiel sensibilidad, que lo mismo habrían podido
destruirlo y mandarlo a la sima (con s) de un abismo, o elevarlo a la cima (con
c) donde habitan los seres visionarios.
En este magnífico
relato novelístico las sensaciones del cuerpo se relatan con exquisito cuidado,
haciendo que la buena prosa del autor alcance páginas de gran deleite. Aquí va
uno de los personajes ejercitándose muy tempranito en el Bosque de Chapultepec:
Le encantaba la sensación del despertar de la
vida: el sol del amanecer tibiando el rostro, el murmullo del viento
acariciando las hojas de los árboles; el juego de luces y sombras que tomaban
vida, el aroma de la tierra húmeda.
Resultan
fascinantes varios pasajes de la novela donde entran en juego lo sentidos y, a
la vez, los pensamientos que llamamos racionales. Esa mezcla de sentimientos y
sensaciones no suceden en el aire ni el espacio vacío, sino en las ágiles
descripciones del espacio narrativo, en la mecánica concreta de la vida
cotidiana, en la atención del narrador a todos los registros, sonidos, aromas, caricias,
sabores del relato. Hay una escena de ternura y de atroz dolor, donde uno de
los protagonistas visita en el hospital a su amadísima novia, quien ha sufrido
un accidente:
Por las noches dormita en un sillón y no
pierde oportunidad de hablar con Isabel: le platica de sus planes y recuerda
los momentos felices mientras acaricia sus brazos, que es casi lo único que
queda libre de ella para poder tocarla en la mitad de la multitud de aparatos a
los que está conectada. Ya se acostumbró al sonido sordo de la máquina de
respiración artificial y a toda clase de señales y alarmas del resto de las
sondas y conexiones. Los hay de todos tipos, tamaños y colores y cada uno posee
su personalidad propia, cada cual una función distinta.
Esta novela es
una fuente de pensamientos novedosos: En medio de tantas acciones que se
cuentan, tantas historias de personajes muy bien definidos, sucede el salto
cualitativo hacia las ideas que surgen directamente del cuerpo, hacia las
visiones que se producen en la fascinación del amor, hacia la utopía realizable
en el sentido ético de la libertad, hacia la filosofía del cuidado como
propuesta humanística, hacia el cultivo del placer como sistema de
conocimiento, hacia la enseñanza en la acción de construir formas de
comunicación y de convivencia.
Rebelde, de Max Palicio, es un hermoso libro, una
bella novela.
Marzo 2025
Jesús Chávez Marín es editor de Estilo Mápula.
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