lunes, 17 de marzo de 2025

Dragón en llamas, de Diego Alejandoro Sosa Tang, Premio Nacional de Poesía Saúl Ibargoyen 2024

 


Dragón en llamas, de Diego Alejandoro Sosa Tang, Premio Nacional de Poesía Saúl Ibargoyen 2024

 

Por Federico Corral Vallejo

 

He trabajado con las letras casi toda mi existencia, al menos desde que tengo uso de razón; por lo tanto: No tengo más arte poética que el sentir de la palabra en el sonido de la vida y en la resurrección de la poesía. Y esto no me pesa ni avergüenza, porque más allá del limbo y de la muerte, el poeta verdadero perdura, porque con las palabras acuña su materia prima y forja sus herramientas, más allá de los versos o las metáforas, incluso más allá del mismo silencio.

Como la madera es al carpintero y el hierro al herrero, la palabra es al poeta; por lo tanto, madera, hierro o palabra son elementos claves que sirven de base para enriquecer al universo. Todos los oficios son eslabones de polvo que al unirse hacen un lodo sensitivo, mismo que nos despierta la capacidad de asombro ante la belleza en el reflejo del arte por el arte mismo. Eterno extravío en la mirada del tiempo, reencuentro infinito: signo a signo, letra a letra, palabra a palabra, verso a verso y poema tras poema. Soy escriba, escribano, versificador, aedo o poeta, no importa el vocablo con que se nombre el oficio que amo y no dejaría por nada en el mundo, porque nada me hace más feliz que escribir, ya que este oficio me permite liberar desde mi puño caligráfico: el ritmo del corazón y la métrica del alma. Porque más que bardo soy alfarero de palabras.

 

Es en este contexto que podemos clasificar al poemario Dragón en llamas de Diego Alejandro Sosa Tang, donde el oficio de cocinero: delimita los puntos cardinales de una poética que busca y encuentra un soplo retórico, mismo que conjuga con un campo semántico propio de un estilo literario que lo hizo hacerse acreedor al Premio Nacional de Poesía Saúl Ibargoyen 2024.

Además de la temática culinaria en torno a la gastronomía oriental (llámese china, japonesa, cantonesa), donde el oficio de cocinero y la profesión de chef se hermanan literariamente hablando, y de pronto surge la magia de la poesía hecha palabra cuyo nombre y apellido es Diego Alejandro Sosa Tang, quien seguramente por su apellido materno algo tiene que ver con alguna rama de la cultura oriental, cuya sangre recorre no solo sus venas, sino sus versos:

 

En mis cicatrices guardo

                      la experiencia,

con mi sangre preparo soba.

 

Y es la sangre inspiración que encausa este poemario, he aquí otra mención de la sangre como numen:

 

Conservo las llagas

de una semana de lecciones.

En ellas se esconde la ira:

frases fétidas que no llenaron la bandeja.

Una filipina lavada con sangre,

                                                           lágrimas y soya.

 

Para concretar la temática del crúor, el poeta busca y encuentra su universo surtidor y pleno de ritmos y palabras claves; de aquí Vladimir Mayakovsky acota que El poeta debe desarrollar su sentido del ritmo.

 

En ocasiones,

el aceite saborea mi piel

y la sangre se esconde

entre el olor a jengibre.

 

Dicen que cuando se nace poeta se escribe aún en contra de sí mismo, y la escritura es sin duda catartica, razón por la cual, poeta y poema son parte de un orden cósmico incesante. Dentro de ese orden que puede ser cósmico, burbujeante, insano, además de trashumante, el bardo mantiene su postura estética ante su creación, esto lo sabe Diego Alejandro y lo pone en practica desde su primer verso hasta el último de su obra Dragón en llamas.

Cuando uno como lector se topa por vez primera con la obra de Sosa Tang, sucede lo que alguna vez dijo Jorge Luis Borges: en cuanto a la poesía, solo puedo ofrecerles dudas. Ligo la cita borgiana con la obra en cuestión desde la perspectiva crítca literaria, ya que cuando un lector se enfrenta a una poética de este estilo, surgen las dudas que el texto como tal ofrece, ya que está muy alejado de la rima y la métrica (visión que tiene el público lector de la poesía). Basado en ello, Dragón en llamas es un poemario escrito en verso libre, que acierta en varias figuras retóricas propias de la poesía actual, tales como la anáfora, la enumeración, la aliteración, la epifora, la concatenación y la erotema, engranados con imágenes y metáforas, como ejemplo baste un botón:

 

Persigo el aleteo de los peces:

                        el miedo en sus ojos,

                        su plegaria por no ser cercenados.

Pero eso no detendrá el filo del machete sobre su cabeza

                        no evitará que se fría su piel

                        y se decore con finas hiervas.

Reposarán en un oasis de soya

                        junto a una cama de arroz al vapor

                        en los labios de un comensal.

 

Lo cierto es que ser escritor es fácil o imposible, porque ya lo dijo Jaime Sabines: La vida está antes y por encima de la poesía, aún y cuando el poeta es el reflejo de la poesía que escribe, esto parece emparentar dentro de la sinonimia al poeta con la poesía, amén del poema; partiendo que un poema más que palabras es una experiencia de vida, por lo tanto como escribió César Vallejo: Si a un poema se le amputa un verso, una palabra, una letra, un signo ortográfico, muere. Por ello es necesario partir de la lectura para llegar a la escritura, pues la concepción de un verso, digo un verso no un poema, debe estar respaldada por una lectura mínima de mil versos, pues yo aprendi la lección de Víctor Hugo: Prefiero que me silben por un buen verso a que me aplaudan por muchos malos. Hoy en este espacio podemos aludir no uno sino varios versos y poemas enteros, pues no olvidemos que la finalidad de la literatura es transmitir y para ello necesita servirse del lenguaje sin dejar pasar que nuestro sujeto es la poesía, no el lenguaje; aunque las raíces de la poesía están en el lenguaje.

 

La comida es un breve oasis

                        donde las papilas

reposan al son del condimento

                        y el cuerpo se baña

con un fulgor de energía.

 

Después del aplauso, alejemonos lo más posible de la idea de que el poeta es un pequeño Dios, porque en realidad no es ni la sombra de un ser demoniaco, entendamos por fin el poema de Ricardo Casiano que dicta así: ¿Qué es el poeta? / Es un hombre / que trabaja el poema / con el sudor de su frente. / Un hombre que tiene hambre, / como cualquier otro hombre. Pero, si no logra hacer vibrar a su posible lector con el incendio de sus letras, eso no debe tener importancia pues por un lado, la poesía es una crítica de la vida y, por otro lado, la poesía es la única prueba concreta de la existencia del hombre.

En conclusión: cuando La palabra va en busca de la palabra, no queda más remedio que abandonarse a la lectura que por ende nos llevará a la escitura, al decir abandonarse me refiero a que no debemos imaginar para quien debemos escribir, no pensemos en el lector, pues el mejor consejo leído es aquel dictado por Vicente Quirarte: No escribas para nadie, solo así estarás escribiendo para alguien. Así que aprovechemos los minutos de oxígeno que nos restan y dediquemos a escribir antes de que nos sorprenda el suspenso del reloj. Pues si para escribir hemos nacido, no hay tiempo que perder.

Mantengamos además la firme esperanza de que, en cada instante, el quehacer literario nos permita crear poemarios de esta envergadura como Dragón en llamas, no por los posibles premios o reconocimientos, sino por la capacidad de transmisión a cualquier lector, insipiente o docto. Enhorabuena estimado Diego Alejandro Sosa Tang, por este su Premio Nacional de Poesía Saúl Ibargoyen 2024. No olvide que la poesía sana y salva.

 

Ciudad de México, a 10 de marzo 2025.

 


Federico Corral Vallejo. Nació en Parral, Chihuahua. Escribe poesía, ensayo, novela, crítica y canciones. Tiene publicados más de 40 libros, entre las más destacados: En poesía: Vomitar mi muerte. En ensayo: Carlos Montemayor: Finisterra será mi voz para siempre. En cuento: Mujer de humo. En canciones: A capella 440 y en novela: El otro Federico, más allá de la ficción. Posee: Premio Nacional Carlos Pellicer para obra publicada 2002. Premio Programa de Publicaciones 2004 del Instituto Chihuahuense de la Cultura con el libro de ensayo Principios de sensibilidad; Premio AFEMIL-Brasil-hispanoamericano de literatura 2006, por su novela Cartografía de una casa, Minas Gerais de Belo Horizonte, Brasil. Premio Nacional de Poesía XXXIX Juegos Florales de San Juan del Río, Querétaro, 2009 por su obra: Los verdaderos ángeles no tienen alas. Dirige Tintanueva Ediciones desde 1997 a la fecha. Su trabajo poético ha sido traducido al inglés, francés y portugués. Publicado en EUA, Canadá, Brasil, Argentina, Perú, Cuba, España, Puerto Rico, Bolivia y México.

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