El
secreto de Olga
Novela
Por
Giorgio Germont
Capítulo 21. Xhurikau
Agosto
2004. Mitya
entró a su casa una noche de julio; por abajo de la puerta le habían deslizado un mensaje escrito a
mano. Era una cita del Corán: “El todopoderoso no carga en un hombro más peso del que puede soportar”. El mensaje le dio a entender que
lo llamaba el general Basayev. Era una orden a reunirse con el pelotón
clandestino que ya operaba en las inmediaciones de Nazran, cerca de Beslan. Esa
misma noche fue a donde Mufti, quien lo recibió sigilosamente. Tomaron el té y
Mitya recibió instrucciones estrictas dictadas por el mariscal, su momento de
participar en la Jihad había llegado. Al regresar, Mitya reunió sus humildes
pertenencias, cerró su casa con un candado y se fue de
Nazran.
Xhurikau
es un pequeño villorrio en las montañas de Ossetia del Norte. Mufti hizo los
preparativos para reunir en un campamento a los “mártires” que habrían de desempeñar una labor de
inteligencia; en la opinión de Basayev resultaría el fin de la guerra y retirada
final de las hordas de Putin. Después de casi diez años de guerra
sangrienta, el triunfo checheno estaba a la vista.
Los
planes, declaró el mariscal, eran de tomar por sorpresa y sitiar la estación de
policía
de un poblado ruso cuyo nombre permanecía en secreto. Los arreglos de logística los había hecho Basayev de antemano con
oficiales militares rusos de la localidad. Aceptaron altas sumas de dinero como
soborno y participaron activamente en el armamento. Los pertrechos hicieron su arribo
al campamento guerrillero de Xhurikau. Vehículos militares, uniformes, ropas
de comando, armas ligeras, detonadores, explosivos, un cache completo de guerra
se acumulaba en la bodega del campamento checheno. Todo bajo el ojo avizor de
Mufti, administrador del proyecto. Mufti no tenía un momento libre en su día al proveer también
para el alimento de un grupo nutrido de jóvenes fornidos quienes estaban bajo
un entrenamiento intenso a diario. Los participantes empezaron a arribar de
tres en tres. Un total de cuarenta “mártires”, en su mayoría chechenos, excepto diez sauditas, dos mujeres y un
jihadi coreano. Todos ellos formarían el pelotón. A cargo de la
organización estaban tres lugartenientes musulmanes: Riyadus, Salikhin y
Pokolnikov.
Al
arribar Mitya, lo recibió un sargento. Pokolnikov era un hombre bajito y muy
malhumorado de barba cerrada y mirada penetrante. Gritaba las órdenes con mucha
autoridad sin importarle el hecho que Mitya era un gigante comparado con él;
le sacaba casi toda la cabeza de altura. Le dio instrucción detallada en el uso
de fusibles y detonadores así como explosivos plásticos, los cuales el primer
destacamento se encargaría
de posicionar estratégicamente la víspera del ataque. Mufti fungía como el Imam del grupo, el
responsable de llamar al Azan y proveer los útiles para las abluciones y los
tapetes para la oración.
La última semana de agosto se presentó Basayev y les dirigió la palabra
a los “mártires”. Los arengó a cumplir las órdenes
sin permitir que nada les quitara la concentración en su trabajo. Rezó sus
citas preferidas del Corán
y les repitió la serie de atrocidades que los rusos han hecho a través
de la historia y durante las dos guerras chechenas. Celebaron el Azan juntos y
se retiró el mariscal acompañado de su séquito. Mitya y tres más ya habían partido de avanzada. Eran los
que debían
preparar el escenario del objetivo antes de hacer su llegada el grupo entero.
La mañana del primero de septiembre,
antes del amanecer, los vehículo militares iniciaron su travesía; con la cooperación de
autoridades militares rusas sobornadas por Basayev lograron cruzar por caminos
que estaban vedados, se cortaron las cercas y se abrieron los candados para permitir
a los 33 boyviki llegar a su destino sin trabas.
Cuando se aproximaban a Beslan, Pokolnikov indicó que había un cambio en los planes. En lugar
del cuartel ruso donde supuestamente ya los esperaba una emboscada, el nuevo
objetivo era la escuela número uno de
Beslan.
Al
saber del cambio, dos mártires
que eran mujeres se opusieron terminantemente a participar en el asedio. Pokolnikov
las hizo bajar del camión,
les disparó a mansalva y les hizo explotar
sus chalecos explosivos. Después de que las asesinó en el acto,
nadie más
se opuso al asedio. Continuaron su trayecto en silencio.
(Continuará).
Giorgio Germont estudió medicina en la UACH, ejerce su
profesión en Estados Unidos. Ha publicado tres novelas: Treinta citas con la muerte (2005), Dos miserables entre la luz y la oscuridad, (2011). Ambas
recibieron sendos galardones como finalistas de los concursos USA BEST BOOK
AWARDS en los años 2007 y 2011 respectivamente. Las versiones en español de
la primera, titulada Mis encuentros con
la muerte y la segunda con el mismo nombre se publicaron en 2012 por
Editorial Perfiles. En 2016 publicó su novela Rayo azul.
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