martes, 4 de diciembre de 2018

Lucía Mendoza Cano

En el Cañón del Pegüis. Presentación de Ojo de bruja

Por Lucía Mendoza Cano

“Era una vez un ojo. Un ojo de bruja… un ojo que veía muchas cosas terribles y fantásticas, adorables y absurdas”.
Un ojo de bruja es lo que precisamente sostengo en la mano, un ojo de bruja es lo que nos regala Elí en esta ocasión. Un objeto que puede ser un tanto inocuo si lo confinamos en una caja o le “permitimos” vivir en un lugar privilegiado, un librero de una sala; un objeto que puede pasar por “inocente” en nuestro buró, aún si dura meses o un año entero en la fila de los libros que siguen. Un libro que parece inocente hasta que de repente, como en el cuento, algo sucede, algo como una ráfaga de viento nos hace ver su sólida existencia, nos hace ver su brillo y su potencia.
Este ojo de bruja nos puede mostrar cosas adorables, como la experiencia preadolescente de un niño hurgando en esos espacios fugaces del amor, un niño descubriendo el placer y, sobre todo, sintiendo el peso de las decisiones inexorables, pesadas, que tienen que ver con el hecho de crecer. Cosas adorables como recuperar la inocencia y la fe viendo a Las Tortugas Ninja y comiendo una hamburguesa.
Este ojo de bruja nos devela también cosas terribles como la muerte que nos sorprende en una plaza y deja para su prestigio un cuerpo al que nadie busca, la muerte en las manos de un niño, en la indiferencia de las palomas; la muerte en los rasguños, mordidas y lujuria de Ladiela, a muerte en el rostro hermoso pero frío de la víctima adentro de una nevera. La muerte a la que vemos cada día con más indiferencia.
Este ojo es también un espejo en el que podemos ver al otro y, de manera simultánea, vernos a nosotros mismos. Un espejo que algún día no nos devuelve la imagen y nos hacemos invisibles para los demás y los demás se hacen invisibles a nuestros ojos. Hay una frase en el cuento “Alejandra” que ilumina este aspecto de la invisibilidad:

…nos desentendemos tanto de las otras personas que terminamos por no verlas, se vuelven como parte del paisaje urbano, árboles, perros o postes.

Justamente como le pasa a Alejandra, personaje significativo del cuento Ojo de bruja, digo que es significativo, porque es el relato en el que el narrador descubre y revela algo sí mismo, al contarnos de Alejandra, el narrador nos cuenta su propia experiencia.
Este libro es un ojo en el que más que asomarnos y observar, podemos sentir lo fantástico y participar de esa realidad desdoblada, ese vivir onírico, ese volar junto con Valeria en el Cañón del Pegüis. Elí nos regala la certeza de que somos más que este cuerpo que nos contiene, que también estamos hechos de palabras.
Como dice Néstor Perlongher acerca de la literatura y por lo tanto de las palabras:

La literatura es el desvío de la norma, de lo establecido, de lo correcto, de lo aceptado, de lo ya instituido. Una fuerza que empuja a abrir todas las compuertas de la lengua y del pensamiento.

Es lo que hacen en el Cañón del Pegüis los amigos de Valeria, y es a lo que invita Elí cuando sus personajes liberan las palaras que llevan dentro, en esa especie de orgía de la sintaxis y la gramática, en ese juego de poemas que nos podrían parecer absurdos, carentes de sentido, surrealistas… esos poemas que dicen más del interior de los personajes que la descripción más minuciosa.
Este libro es una señal en la que el autor nos invita a trascender, a liberarnos, a soltar las palabras que nos habitan  sin ropajes ni artificios.



Lucía Mendoza Cano estudió la licenciatura en letras españolas en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Chihuahua. Desde hace 20 años se ha dedicado a la enseñanza en nivel medio superior. Es mediadora de Salas de Lectura desde hace ocho años e integrante del colectivo cultural ciudadano La Otra Feria. En 2003 obtuvo el Premio Chihuahua de Literatura que otorga el Gobierno del Estado. En 2005 publicó un libro de cuentos que lleva por título Larvario. También ganó el Premio Especial en la Categoría de Soliloquio otorgado por La Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica (CIINOE) de Madrid, España.

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