Janis
Por Gustavo Hirales Morán
Quién
no te hubiera amado,
pero en
mí fue imposible.
La vida
se hizo nudo,
y yo
que a duras penas
armaba
un corazón,
quería
tocar el fondo
desesperadamente.
Menos
de treinta y nunca más
tu
americana carita fea,
toda
boca y toda grito.
Tu esplendoroso
corazón rockero.
Pero
nada es de a gratis, cara amiga,
ni
siquiera la amarga soledad.
Como
dijiste aquella tarde
cerca
de Baton Rouge:
Libertad
es solo otra palabra
para quienes
no tienen
“nada
que perder”.
Y nada
no significa nada, cariño,
si uno
carece de libertad.
Volvíamos
de Woodstock esa noche
tú, yo,
y tu Bobby Mc Gee,
arrastrando
tus alas percudidas,
transpirando
aquella cruda infernal.
Ah la
fiesta infinita de whisky y cocaína que
imaginaste
nunca iba a finalizar.
Y el
sexo de los ángeles
en el
Chelsea Hotel.
(Éramos
feos pero teníamos el blues).
Y los arponazos
compartidos,
y
volver a volar.
Y acabo
de enterarme
(oyendo
Summertime)
que su
papi es rico y lo hermosa
que era su mamá.
Oh verano
espumoso,
trepidante
verano.
Oh
irisado gemido de aquella
libertad
contra todos los presagios.
No te
amé.
Qué
oscuridad sin forma,
Ilimitada.
Qué
desperdicio sin tu fuerza,
despojado
de ti,
Rosa Tejana,
perla
tan blanca corazón
de negra.
(Ilusa
Janis que a capela
le
rogabas a Dios mismo en persona
se
dignara bajar de su alto cielo,
solo
para comprarte
un
Mercedes Benz).
No te
amé
pero te amé sin duda,
perla
de todo mar.
(Pero
te estoy amando),
buceadora
profunda,
desventurada
ondera.
Por eso
cuando has muerto
y
humedece
la
tierra la agonía
de
aquel florido encanto,
me
acerco a tu recuerdo
a
iniciar nuestro idilio.
Gustavo Hirales Morán, escritor mexicano, ha publicado La
Liga 23 de Septiembre, orígenes y naufragio, Memoria de la guerra de los justos, El complot de Aburto, Camino a
Acteal, Chiapas, otra mirada y Siempre de nuevo. Escribe
también periodismo en El Nacional y Unomásuno, Nexos y Etcétera.
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