domingo, 16 de diciembre de 2018

Heriberto Ramírez Luján. Su retrato de La maestra Arcadia

La maestra Arcadia

Por Heriberto Ramírez Luján

Tenía fama de dura y regañona, siempre se hacía cargo del último grado de la primaria, su salón también era el último en esa ala de la escuela. El piso exterior del pasillo frente al salón siempre lucía reluciente y enaceitado, nadie de los grados inferiores se atrevía a pasar por ahí, a menos que quisiera llevarse una andanada de regaños.
Era alta, encopetada y de cabello teñido, ya cincuenteaba; su porte tenía un dejo de distinción culterana, tal vez herencia de una soltería ya irremediable.
En una ocasión, con motivo del natalicio de Benito Juárez, nos puso a escribir una composición. En mi texto resaltaba la palabra fulgor, esto fue suficiente para que mi texto le llamara la atención y me designara para leerlo durante la celebración en el monumento del puente internacional. Nunca nadie se enteró que esa palabra la había tomado de un texto de El Santo, un folletón, el primer libro sin monitos que había leído.
Nunca más supe de ella, salvo por un reportaje periodístico local acerca de su biblioteca, en el cual recomendaba la lectura de El Shock del Futuro.


(Este cuento de Heriberto Ramírez Luján es parte de su libro Relatos en celular, inédito).

 
Heriberto Ramírez Luján filósofo mexicano redacta la lógica con precisión de cirujano. En sus ensayos y libros de filosofía y también en sus textos literarios. Sobrio y elegante profesor, el estoicismo es divisa de su estética. Y de su gran estilo.

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