Incendios
Por Ramón Rangel
Poco queda después de un incendio:
a veces la ceniza,
el escombro,
cosas que aún arden
y un humo como fantasma.
La flama del incendio surge
para contarnos la historia de su padre, el fuego:
así nos ilumina, el conocimiento arde;
es hoguera.
El fuego conoce todo
y por eso lo destruye todo:
es la chispa de un eterno Sísifo.
Ramón Rangel es licenciado en letras españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua, autor de los libros Mortero (Tintanueva, 2016), Sad West o la oración de un vaquero (UACH 2022) y Los amorosos son punks (ICM PECH 2023). Textos suyos aparecen en las revistas Metamorfosis, Punto de Partida y en Tragaluz, suplemento literario de El Heraldo de Chihuahua.
Rollos cortos
Cine para gourmets (primera de dos partes)
Por Raúl Herrera
¡Qué lástima que el cine de ahora, lleno de efectos especiales hechos en computadoras y movimientos rápidos y excesivos, con diálogos cada vez más huecos, estén alejando a los jóvenes del buen cine y sobre todo del cine mudo, que es en blanco y negro y no tiene voces que se escuchen! Y es que se tiene la idea errónea de que el cine mudo es aburrido y lento. Aburrido no, porque cuenta historias interesantes; lento jamás, porque ante la imposibilidad de poner a los personajes a dialogar por largo tiempo en pantalla, hay más movimiento; de hecho, como afirmaba Alfred Hitchcock, la llegada del sonido y la posibilidad de incluir largas escenas de diálogos rompieron la narrativa rápida que había alcanzado el llamado cine “mudo”.
En el cine “mudo”, o “silente”, era imperativo que la acción se impusiera, los personajes siempre estaban haciendo algo, lo que menos hacían era hablar, no lo necesitaban, las expresiones de sus rostros, los movimientos de sus cuerpos, lo decían todo. En realidad, el cine “mudo” nunca fue mudo, pues nació así, sin la posibilidad de poder hacer audibles las voces de sus protagonistas y, por lo tanto, en su época solo se le llamaba “cine”, y jamás le faltó sonido, siempre tuvo música que lo acompañase, en vivo y muchas veces con partituras creadas especialmente para cada filme.
Este cine llegó a ser tan perfecto que sentó las bases del cine actual, la manera en que se estructura una historia, la colocación de cámaras y luces, los movimientos, encuadres y travelings, en años y años de práctica y error que derivaron en verdaderas obras maestras.
Y hablando de obras maestras, hoy voy a comentar el filme Luces de la ciudad, un manjar especial para los gourmets del buen cine, en mi opinión la mejor película de Chaplin, la que contiene todo lo que hace de Chaplin un maestro del cine: gags sí, pero también logra que la trama y los personajes impulsen la acción (algo completamente nuevo en las comedias); uso innovador del sonido (pues la película se filmó cuando el cine ya era sonoro). Esto hizo que el filme tardara casi tres años en ser terminado, algo que no había pasado antes con ninguna de las películas de Chaplin.
Para mí, Luces de la ciudad es el mejor ejemplo del mejor cine “mudo”. No creo estar errado al considerarla mi favorita de entre las grandes obras de Chaplin, pues en una entrevista de 1973 con el director Peter Bogdanovich, el director y actor, confesó que Luces de la ciudad era la favorita de entre sus películas. De hecho, a menudo es declarada «la más chaplinesca» de sus cintas porque une todas sus fortalezas: lo alto y lo bajo, lo serio y el slapstick.
En esa película Chaplin usa su cámara para expresar sus pensamientos políticos. A medida que el vagabundo se mueve entre los mundos de ricos y pobres, Chaplin destaca los problemas de la división de clases. Luces de la ciudad inició el movimiento de Chaplin tanto hacia películas más políticas como hacia una vida más política. En 1936, Tiempos modernos expresó sus inquietudes sobre la industria y la sociedad. Y en 1940 Chaplin utilizó El gran dictador para criticar su oposición a Hitler.
Para cuando Chaplin estrena Luces de la ciudad, ya había sido aclamado como uno de los grandes creadores de la pantalla. En esa película podemos ver la invención y la humanidad que coexisten en su cinematografía.
Chaplin lanzó tres películas mudas después de que el sonido llegara a los cines: El circo, de 1928, Luces de la ciudad de 1931 y Tiempos modernos de 1936. Y ya que esta última era más un híbrido entre silenciosa y sonora. Luces de la ciudad fue en realidad la última película “muda” de Chaplin, y es apropiado que su último esfuerzo silencioso fuera también su mejor película. Aunque La quimera del oro, Tiempos modernos e incluso El gran dictador tienen sus defensores, Luces de la ciudad, por su mezcla de humor físico y tierna y desgarradora conmoción, no puede ser vencida. Es una joya completamente maravillosa, y una de las cinco mejores películas que la era muda tiene para ofrecer.
Luis Raúl Herrera Piñón es el jefe de la Unidad de Cine de la Quinta Gameros desde hace 19 años, tiempo en el que ha privilegiado la difusión de la cultura, a través de cine de calidad. Durante años publicó en El Heraldo de Chihuahua su columna Rollos cortos, en donde hacía crónicas y crítica de cine.
Foto Pedro Chacón
La psicóloga fue un sueño o tal vez una nueva realidad
Por Fructuoso Irigoyen Rascón
Algunos lectores que me honraron leyendo en Facebook o aquí, en Estilo Mápula, mi novela Anita Niña Maravilla me han expresado su desconcierto respecto al final de la misma. ¿Cómo es posible que la secuestradora sea la psicóloga? O que Anita se muestre tranquila o indiferente ante lo que se le presenta como su «nueva familia» su nueva realidad.
Primero, recuérdese que es una novela, es decir, una ficción.
Segundo, indudablemente muchas personas entre aquellos que de una u otra forma atienden niños se han encontrado con un niño o una niña excepcional. Y más de uno a nivel consciente o inconsciente habrá querido quedarse con ese niño, apropiarse de él o de ella. No pocas veces el cuidador, terapista o maestro siente que hubiera hecho un mejor papel que el desempeñado por los padres. Sobre todo cuando los padres se encuentran en un proceso de investigación de posibles errores cometidos por estos.
El lector con mente de criminalista habrá advertido que la residencia descrita en el último capítulo de Anita Niña Maravilla, que la dichosa psicóloga [de la cual nunca se ha dicho el nombre] tiene en la colina al otro lado del lago es una verdadera casa de seguridad que no es posible pensar que adquiriera y acondicionara en el breve tiempo en que la doctora conoció y entrevistó a Anita. También veladamente se sabe que tiene una cómplice, una señora que cuidará a la niña. Pero el lector aún más perspicaz advertirá que la casa en cuestión parece uno de los lugares que aparecen en los sueños, la extraña mansión en que nos encontramos perdidos en el contexto de una pesadilla.
¿Fue pues todo solo un mal sueño?
Y qué tal si fue al revés: es decir, que Anita cuando ve que alguien sí cree su historia decide cambiar a su madre ‒que obviamente no le cree‒ por esa persona que le escucha atentamente…
De cualquier manera, todo es, parece ser, pudiera ser, como dije antes… una mera fantasía.
Otros lectores han preguntado ¿qué pasó después con Anita? ¿qué fue de ella? Estoy finalizando un capítulo adicional que intentará responder esas preguntas (aunque sin duda hará surgir otras).
Gracias.
El famoso médico y explorador Fructuoso Irigoyen Rascón, autor de Cerocahui, avisa que acaba de aparecer su nuevo libro, Nace Chihuahua, Gabriel Tepórame y Diego Guajardo Fajardo, los forjadores, publicado por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. En el colofón dice que la edición es de 2019, sin embargo, a causa de la pandemia, apenas acaba de salir de imprenta este agosto de 2021.
Crónica de una campaña anunciada
Por Marco Benavides
La campaña electoral para las elecciones del 2 de junio de 2024 en México es una de las más trascendentales en la historia del país. Con un contexto político y social marcado por la polarización, la lucha por el poder y las expectativas de cambio, los candidatos y los partidos políticos se enfrentan en una batalla que no solo definiría el futuro del país, sino que también pondría a prueba la fortaleza de su democracia.
Desde el inicio de la precampaña, el 20 de noviembre de 2023, los principales actores políticos comenzaron a movilizarse buscando posicionarse como las mejores opciones para liderar el país en los próximos años. Los partidos políticos organizaron mítines, eventos y debates para presentar sus propuestas y convencer a los ciudadanos de que eran la mejor alternativa. Los medios de comunicación se convirtieron en un escenario clave, donde se disputaba la atención del electorado a través de discursos, entrevistas y publicidad.
Durante la intercampaña, que inició el 19 de enero de 2024, se intensificaron las estrategias de comunicación y propaganda. Los candidatos buscaron mantenerse en la mente de los votantes utilizando las redes sociales, los medios tradicionales y las actividades públicas para generar empatía y simpatía. Sin embargo, también surgieron tensiones y conflictos entre los diferentes contendientes, que se reflejaron en ataques y descalificaciones mutuas.
Con el inicio de la campaña electoral el 1 de marzo de 2024 la competencia alcanzó su punto álgido. Los candidatos recorrieron el país de norte a sur, de este a oeste, visitando ciudades, pueblos y comunidades para encontrarse cara a cara con los ciudadanos y escuchar sus demandas y preocupaciones. Los debates se multiplicaron y los temas de discusión incluyeron desde la economía y la seguridad hasta la educación y el medio ambiente.
Uno de los aspectos más destacados de la campaña fue la participación de la sociedad civil. Los ciudadanos se organizaron en movimientos y colectivos para exigir transparencia, rendición de cuentas y justicia. Las redes sociales se convirtieron en plataformas de movilización y protesta donde se compartía información, se denunciaban irregularidades y se promovía el voto informado.
Sin embargo, la campaña no estuvo exenta de controversias y escándalos. Se denunciaron infinidad de casos de corrupción, fraude electoral y violencia política, que generaron preocupación y desconfianza entre la ciudadanía. Los candidatos y los partidos políticos se vieron obligados a responder a estas acusaciones y a demostrar su compromiso con la legalidad y la ética.
A medida que se acerca la fecha de las elecciones la tensión se palpa en el ambiente. Los sondeos de opinión y las encuestas de intención de voto alimentan la incertidumbre y la especulación sobre el posible resultado. Los medios de comunicación y los analistas políticos ofrecen análisis y proyecciones, intentando anticipar el desenlace de una contienda que se presenta como una de las más reñidas de la historia reciente del país.
La campaña electoral para las elecciones del 2 de junio de 2024 en México quedó marcada en la memoria colectiva como un capítulo crucial en la historia del país. Fue un proceso lleno de violencia, pero también de emoción, pasión y determinación, donde los ciudadanos demostraron su compromiso con la democracia y su capacidad para decidir libremente el destino de su nación. Falta conocer su resultado. Está en manos de nosotros, los ciudadanos. Debemos elegir la permanencia de un régimen fallido o el cambio hacia un futuro mejor. El proceso electoral está por terminar, pero no la esperanza de un México más justo, próspero y democrático, que depende enteramente de la abundancia del voto el 2 de junio de 2024.
28 mayo 2024
Marco Vinicio Benavides Sánchez es médico cirujano y partero por la Universidad Autónoma de Chihuahua; título en cirugía general por la Universidad Autónoma de Coahuila; entrenamiento clínico en servicio en trasplante de órganos y tejidos en la Universität Innsbruck, el Hospital Universitario en Austria, y en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Ha trabajado en el Instituto Mexicano del Seguro Social como médico general, cirujano general y cirujano de trasplante, y también fue jefe del Departamento de Cirugía General, coordinador clínico y subdirector médico. Actualmente jubilado por años de servicio. Autor y coautor de artículos médicos en trasplante renal e inmunosupresión. Experiencia académica como profesor de cirugía en la Universidad Autónoma de Chihuahua; profesor de anatomía y fisiología en la Universidad de Durango. Actualmente, investiga sobre inteligencia artificial en medicina. Es autor y editor de la revista web Med Multilingua.
Yo opino/ la columna de Aracely
¡Se desata la bestia en Italia!
Por Aracely Sánchez Ruiz
“…Alla fine del festival la giuria, composta da Alessandro J. Bianchi, Francesco Cipriano e Girolamo Deraco, ha dichiarato vincitrice del Cluster Opera Prize l’opera ‘Bestia’ del messicano Alan Alfonso Sánchez…”, así anunciaba el pasado miércoles 22 el periódico italiano La Gazzetta di Lucca el triunfo de la obra chihuahuense en el Puccini Chamber Opera Festival 2024, que se desarrolló del 6 de abril al 18 de mayo.
De esta manera, un sueño largamente anhelado llegó a su culminación con el estreno de la obra, bajo la dirección del propio maestro Alan Sánchez, el sábado 4 de mayo en el Teatro di San Girolamo, en aquella ciudad de la región Toscana.
El libreto, escrito por Mario Vega, cuenta una historia basada en hechos reales ocurridos en nuestro estado: la de un joven apodado El Toro, que apuesta su vida inmerso en la violencia del México actual, mientras su madre y su novia sobreviven entre rezos y sueños rotos, aferrándose a la esperanza de ver su salvación.
Bestia. Una ópera de cámara regional mexicana fue producto de una colaboración de varios meses, surgida a raíz del curso convocado el año pasado por la Puccini International Opera Composition Academy, donde el trabajo de ambos artistas resultó seleccionado para participar en este festival, que en su séptima edición celebró el centenario del fallecimiento del músico lucense Giacomo Puccini (1858-1924), considerado entre los más grandes compositores de ópera de fines del siglo XIX y principios del XX.
La obra pretende representar la cultura chihuahuense de varias formas, con tintes de música folclórica y popular, sin salir del lenguaje operístico.
La producción de la ópera estuvo a cargo del festival, sin embargo, requirió de otros elementos como video e instrumentación, en los cuales participaron artistas locales como Karla Briones y Marco Peña, violines; Sergio Carmona, violonchelo; María Clara Lozada, dirección del ensamble; Lillián Viveros, actriz; y Mariana Góngora, multimedia.
En el montaje en Lucca colaboraron la soprano venezolana María de los Ángeles Gómez Rojas, el violinista Lorenzo Petrizzo, el chelista Roberto Presepi, el actor Jorge Ramos y el ensamble N’ Arcos.
Alan Alfonso Sánchez es licenciado en Composición Musical, egresado del Conservatorio de Música de Chihuahua, donde actualmente se desempeña como profesor de armonía, composición y solfeo, además dirige la Orquesta del Conservatorio.
Mario Vega es bajo cantante, estudió en el Taller de Ópera de Sinaloa, pero también le gusta el mariachi y el jazz, y a la fecha desarrolla su faceta de libretista.
Bestia se presentará en el mes de noviembre en el Teatro de Cámara Fernando Saavedra, dentro del programa Red de Teatros.
Aracely Sánchez Ruiz es licenciada en relaciones industriales egresada del Instituto Tecnológico de Chihuahua, trabajó 18 años en El Heraldo de Chihuahua, donde inició como correctora y los últimos doce años como reportera de la sección de espectáculos y cultura. Actualmente escribe notas y comentarios en Facebook.
la columna de Bety
Crónica de un viaje
Por Beatriz Aldana
Sábado 25 de mayo, 10:30 a m saliendo de Chihuahua capital rumbo a General Trías para de allí partir en caravana a eso de la una de la tarde hacia el poblado de Riva Palacio, antes llamado San Andrés, a cincuenta kilómetros de General Trías con la finalidad de asistir a la boda, o más bien a la remembranza de la boda del general Francisco Villa con doña Luz Corral.
Pues bien, aquí les contaré las vicisitudes de ese día, ya que por ausencia de comunicación el mencionado viaje hacia Riva Palacio (San Andrés) no se pudo llevar a cabo, ya que la mencionada caravana no llegó al lugar de la cita, que se había acordado serían las Paltas Germania (muy populares en General Trías). No llegó a la hora pactada, sino dos horas después, o sea, a las tres de la tarde. Además pasó de largo sin detenerse, solo sonando el claxon y con una manita fuera de la ventanilla de un auto negro marca Volkswagen y con el grito de “sígueme”.
Así lo hice, pero nunca me esperó, perdí de vista la caravana y me salí del poblado ya rumbo a Riva Palacio, creyendo que para allá iban todos. Y también con la salvedad de que faltaba de pasar tres poblados antes de llegar: así me lo indicaron en el primer poblado al que llegué: El Terrero. Eran las tres y media de la tarde, la temperatura oscilaba en los 42 grados, lo que me impidió totalmente seguir avanzando.
Así que como reza el dicho: más vale aquí corrió que aquí quedó. Y este otro: preguntando se llega a Roma: por fortuna encontré las cabañas previamente alquiladas y de aquí soy. De plano me quedé como gatito de panza al aire acondicionado y me puse a leer un libro de Vicente Leñero que llevaba. La boda de Pancho Villa quedó en el olvido.
Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora y hoy escritora de su columna en Estilo Mápula revista de literatura.
Dintel de Almudena
Prólogo para El libro de Alondra
Por Almudena Cosgaya
En la bulliciosa ciudad de México, donde los sueños se pierden en el ajetreo diario, vive Alondra, una mujer de 34 años cuya vida parece estar atrapada en un bucle interminable de rutina y desilusión. Su vida sentimental es un campo minado, un desfile constante de relaciones fallidas y corazones rotos. Es vendedora, un trabajo que apenas le permite mantenerse a flote en la corriente de la vida. Cada noche, regresa a su casa para pasar las horas en soledad, su única compañía es la luz parpadeante de la televisión y el eco de su propia voz cantando al karaoke.
Pero un día su vida da un giro inesperado. Un hombre amable llamado Fernando, conmovido por su historia, le regala un libro misterioso. Le promete que este libro tiene el poder de cambiar su vida, una promesa que Alondra recibe con escepticismo. Sin embargo, cuando abre el libro se encuentra transportada a un mundo mágico y desconocido. En este mundo, Alondra es una estudiante en un castillo majestuoso, donde ayuda a un chico llamado Thomas a atrapar una ardilla de cola explosiva. Asustada cierra los ojos y se visualiza cerrando el libro, volviendo a su realidad.
Este libro mágico se convierte en su refugio, un lugar donde puede escapar de su vida insípida y embarcarse en aventuras emocionantes. En este mundo, Alondra se une a una comunidad de personajes extraños en una misión para destruir un anillo malévolo. A lo largo de esta aventura descubre su valentía y determinación, superando miedos y ganando confianza en sí misma.
En otro giro de la historia, Alondra se encuentra en una hermosa isla donde la palabra “no puedo” no existe. Aquí, aprende a volar y a disfrutar de la libertad y la alegría de la infancia, recordándole la importancia de mantener vivo su espíritu de niña interior.
Finalmente se encuentra en el mundo de Fantasía. Aquí se embarca en un viaje de autodescubrimiento y superación personal, aprendiendo valiosas lecciones sobre la imaginación, los sueños y el poder de creer en uno mismo. Y aquí conoce a Ethan, un apuesto joven con aspiraciones de convertirse en un guerrero y enamorar a una bella princesa. Nace una historia de amistad que se convierte en amor, mientras intentan derrotar a un dragón.
Cada vez que Alondra regresa a su realidad en la ciudad de México, se da cuenta de que se ha vuelto más segura de sí misma y ha comenzado a vencer sus miedos. Su vida cambia de manera significativa y finalmente encuentra el sentido y la felicidad que tanto buscaba.
Ahora cada vez que lee su libro busca a Ethan y él la espera, entonces Alondra vive una vida llena de aventuras, amores, dramas y conquistas, todo gracias a un libro mágico y a su valentía para enfrentarse a lo desconocido. Este es el comienzo de su historia, una historia de transformación y descubrimiento, de amor y aventura, de magia y realidad. Y tú, querido lector, estás invitado a unirte a ella en este viaje.
Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó su novela La maldición del séptimo invierno.
Cocodrilo Bit
Un pálido reflejo en la ecuación del agua, de Mago Cuellar
Por Benito Rosales
En 2023 la Universidad Autónoma de Nuevo León publicó el poemario Un pálido reflejo en la ecuación del agua, del maestro Margarito Cuellar, obra ganadora del Premio de Poesía Clemencia Isaura 2022. Es un libro de 80 páginas, en formato media carta (21 x 14 cm), con ilustraciones de Esperanza Vázquez.
Está dividido en dos grandes apartados: Canto 1 Caligrafía; Canto 2 Isla de pájaros azules, además de un pequeño epílogo. El libro es un viaje por un universo de imágenes líricas y reflexiones profundas; una búsqueda en la que el autor explora el amor, la soledad, la identidad y la existencia, como se puede ver en el siguiente texto:
32
Si los días de la marea roja te cubren
no hay nada qué hacer
y la casa es un manicomio
en el que no sabemos dónde hay una puerta
En circunstancias así
lo mejor es abordar un tren en la antigua estación
y que el destino haga el resto
p. 45
Cada poema es como un cristal que refleja un camino de paisajes emocionales, como si cada texto fuera parte de un río que se revela y cambia mientras fluye. Sirva como ejemplo el siguiente poema:
2
Si los dioses se olvidan
los peces se alimentarán de lo que haya de mí
y si llegas tarde a mi sepelio
entenderé que todo es parte
del ritual por vivirse
o un pálido reflejo en la ecuación del agua
p. 58
Algunos poemas son íntimos, mientras que otros tienen tintes universales, como puede verse en estos dos poemas:
1
Por ahora daremos la razón a Paul Klee
en el sentido de que escribir y dibujar es lo mismo
p. 14
7
Llevo varias vidas buscándote
no hay forma de dejarte ir.
Antes de encontrarte hubo otras islas
y en ellas la marea me dio un título
que no corresponde a mi edad.
p. 7
La calidad del maestro Mago Cuellar es palpable: un poeta maduro, conocedor de su oficio.
Los invitamos a leer Un pálido reflejo en la ecuación del agua y a sumergirse en este viaje poético. Agridulce como la existencia. Está disponible en este link:
26 mayo 2024
Benito Rosales Barrientos nació en Monterrey, ha participado en talleres literarios de su ciudad natal. Es autor de los libros: Sobre la cornisa del laberinto, poemas; Cuando estos cielos caigan como ojos de gato, poemas; Las flores del jardín, cuento, 2017; La niña y la serpiente, cuento, Metimos la pata, entre otros.
Foto Pedro Chácón
El pequeño Billy
Por José Alejandro García Hernández
Antes de llegar a casa, mi papá y yo le pedimos a mi madre que detuviera la camioneta para ir a rentar unas películas. Como el videocentro quedaba a unas calles de la casa, papá le dijo que nosotros regresábamos a pie.
Como era un videocentro independiente, teníamos la posibilidad de encontrar películas muy viejas, de esas mexicanas que solo pasaban por el canal nueve. Yo aprovechaba para rentar algún videojuego de Nintendo.
Mi mamá esperaba que nosotros llegáramos con una bolsa de plástico cargada con casetes de VHS y algunas frituras del Oxxo. Además de eso, escuchó un pequeño “MBeeeh”. La sorpresa para mi mamá fue de lo más bizarra, puesto que nosotros regresamos del videocentro con un chivo.
Billy fue el nombre que se me ocurrió para el pequeño animalito. Lo acomodamos en el patio, pensando que sería un buen espacio para que creciera. Pocos días antes de la llegada de nuestro nuevo integrante, mamá se había peleado con la vecina debido a que tenía un gallinero en su patio, el cual apestaba también a nuestro jardín. Se quedó sin argumentos ahora que teníamos en el nuestro a otro exótico y oloroso animal.
Desafortunadamente nuestro perro no aceptó a Billy y trató de morderlo. La solución rápida fue guardarlo en su casita y dejar a Billy correr y brincar en el patio. Estaba muy contento por nuestra nueva mascota: le daba comida, jugué con él y recogí sus extraños desechos con forma de bolitas Nesquik. Poco después mi perro también aprendió a aceptarlo.
Tristemente, el espacio para que se desenvolviera era pequeño, y por eso mis papás decidieron que lo llevaríamos con mis tíos abuelos de la Colonia Guadalupe para que estuviera en un patio amplio, de los antiguos, con mucha tierra. Lo vi correr y noté que estaba muy contento. Así pude conservar al pequeño Billy.
Pasaron los años y supe después que nos lo habíamos comido en alguna reunión familiar un domingo por la tarde.
José Alejandro García Hernández es doctor en educación, artes y humanidades, maestro en humanidades y licenciado en letras españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Es profesor de tiempo completo, coordinador de la licenciatura en letras españolas de la Facultad de Filosofía y Letras y miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Desarrolla investigación en las áreas de literatura prehispánica e hispanoamericana de la Colonia, literatura de la Revolución, novela política, literatura transmedia y narrativa del videojuego. Ha publicado artículos de investigación literaria y transmedia en revistas de Chile, Colombia y México. Colabora como evaluador en las revistas Leteo: Revista de Investigación y Producción en Humanidades de la UACH y Laboratorio, de la Universidad Diego Portales de Santiago de Chile.
Truenos
Por Ramón Rangel
Tu amor no termina en la muerte,
tu voz nos visita
‒no solo en los recuerdos‒
para decirnos que nos amas,
en las canciones que llenan la radio
y en el cielo anunciando la lluvia.
Ramón Rangel es licenciado en letras españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua, autor de los libros Mortero (Tintanueva, 2016), Sad West o la oración de un vaquero (UACH 2022) y Los amorosos son punks (ICM PECH 2023). Textos suyos aparecen en las revistas Metamorfosis, Punto de Partida y en Tragaluz, suplemento literario de El Heraldo de Chihuahua.
Rollos cortos
Lo que El viento nos dejó
Por Raúl Herrera
Me tomo un tiempo ahora para hablar de una de esas películas inolvidables, imperdibles, impresionantes, como es Lo que el viento se llevó.
Este filme muestra una visión irreal de la Guerra Civil estadounidense, guerra terriblemente cruel que enfrentó a ciudadanos de un mismo país; digamos que la Guerra Civil de Lo que el viento se llevó no sirvió tanto para liberar esclavos sino para mostrarle a Scarlett O’Hara que el karma existe y que todo lo malo que se hace regresa a su creador.
Siempre he pensado que como entretenimiento el filme cuenta una buena historia y lo hace muy bien: el ascenso y la caída de una aventurera sexual. Lo que el viento se llevó fue la película adecuada en el momento adecuado.
Scarlett O’Hara no es una mujer del Siglo 19, sino del Siglo 20: mujeres emancipadas que desde los años veinte del siglo pasado habían dejado el hogar para trabajar y ser independientes. De ahí que los desplantes y caprichos de Scarlett poco tengan que ver con las verdaderas mujeres sureñas de la época de la Guerra Civil estadounidense, y sí mucho con las atrevidas heroínas del cine mudo de los años veinte, en control de su sexualidad y su destino económico. Scarlett triunfa en un mundo machista, ella hace lo que quiere y maneja a los hombres a su antojo, pero, oh, al final recibe su castigo por tanta osadía y es Rhett quien lo ejecuta, con su «Francamente, querida, me importa un bledo».
Clark Gable y Vivien Leigh tuvieron los dos papeles cinematográficos más codiciados de la época. Ambos fueron idealizados por el estudio de cine que dijo de ellos maravillas. Ya sabemos que eso no era verdad: Gable, era un borracho cuyo estudio encubrió sus escándalos; Leigh una bella neurótica y drogadicta capaz de acabar física y moralmente con los hombres que la amaban. Además, no se soportaban: Gable comía cebollas crudas para cuando llegara el momento de los «apasionados» besos, mientras que Leigh fumaba un cigarrillo tras otro, con el mismo fin.
En estos 85 años, desde el estreno de Lo que el viento se llevó la historia siempre ha sido la misma, pero la percepción de esta, por parte del público ha cambiado. Lo que el viento se llevó muestra el sur de Estados Unidos antes, durante y después de la guerra, todo visto a través de los ojos de Scarlett. Y Scarlett es sureña. Margaret Mitchell, autora de la novela en que se basa la película, también. Vemos al final todo aquello que se llevó el viento. Pero es de preguntarse si los esclavos lo vieron de la misma manera. En momento alguno hay tratamiento políticamente correcto de los afroamericanos y la cámara está más pendiente de cómo podrá hacerse Scarlett un vestido con unas cortinas que en la manera en que los esclavos eran tratados en las plantaciones. Por lo menos a los principales personajes afroamericanos se les otorga humanidad y complejidad. Hattie McDaniel como Mammy es la persona más sensata y lúcida de toda la historia y ganó uno de los ocho premios Oscar de la película.
No fueron pocas las voces que desde la comunidad afroamericana criticaron el contenido de la película desde el momento de su estreno. El cineasta Carlton Moss escribió en el periódico Daily Worker una carta abierta a David O. Selznick, productor del filme, donde equiparaba Lo que el viento se llevó con El nacimiento de una nación (1915) como un ataque contra la población negra. No habría que aventurar que a Selznick le pillara por sorpresa esa reacción. Ya al pasar de la novela a la película se eliminó una aparición heroica del Ku Klux Klan. Además de criticar la visión estereotipada de los personajes afroamericanos de la película, con su indolencia y aceptación de la esclavitud, Moss consideraba Lo que el viento se llevó una «súplica de simpatía por una causa reaccionaria que pervive en el Sur».
En Nueva York y otras zonas del país hubo manifestaciones de protesta ante los cines que proyectaban la película. Cuando McDaniel ganó el Oscar, es conocida su respuesta al activista Walter Francis White, que la acusó de colaboracionismo y sumisión de Tío Tom. «Prefiero ganar 700 dólares en una semana interpretando a una criada que ganar siete dólares siendo una de verdad», respondió la actriz.
El éxito de Lo que el viento se llevó ha perpetuado la idea de un Sur estadounidense bonito, donde los sureños aparecen como defensores de los valores tradicionales mientras se idealiza un mundo compuesto por mujeres blancas elegantes cuyos hombres son nobles o, al menos, apuestos, y los esclavos negros son felices e incapaces de valerse por sí mismos.
Como ejemplo de arte cinematográfico, Lo que el viento se llevó ha deleitado a nuevas generaciones por su fotografía explosiva y poderosa. Luego de que Disney restringiera el acceso a varios clásicos infantiles animados y HBO la retirara temporalmente de su programación, por considerarla políticamente incorrecta, a Lo que el viento se llevó, parece que los tiempos han cambiado y las historias y cómo son contadas tienen cada vez más peso.
Título original: Gone with the wind. País: Estados Unidos. Año: 1939. Dirección: Victor Fleming, George Cukor, Sam Wood. Reparto: Clark Gable, Vivien Leigh, Olivia de Havilland, Hattie McDaniel, Leslie Howard. Duración: 233 minutos. Dónde ver: Google Play, Prime Video, HBO Max.
Luis Raúl Herrera Piñón es el jefe de la Unidad de Cine de la Quinta Gameros desde hace 19 años, tiempo en el que ha privilegiado la difusión de la cultura, a través de cine de calidad. Durante años publicó en El Heraldo de Chihuahua su columna Rollos cortos, en donde hacía crónicas y crítica de cine.
Una mañana con matices púrpura y naranja
Por Fructuoso Irigoyen Rascón
Al fin, he logrado abrir una ventanita al mundo. La luz penetra al interior del huevo. Una mañana con matices púrpura y naranja. Olor a hierba mojada. Ampliar la abertura será lo siguiente, tal vez el cascarón se parta entonces por la mitad y pueda yo saltar hacia fuera, al centro del nido.
Y así lo hago.
Tengo hambre pero algo me dice que mamá ya viene con un gusanito en su pico. Miro alrededor y veo fragmentos no solo de la cáscara del huevo del que salí yo, sino de tres o cuatro más.
Pero, ¿dónde están mis hermanitos?
¿Mis hermanitas?
Después lo sabría: fue la comadreja, ese malvadísimo animal, que se los había zampado. No tuvieron oportunidad de nacer. Y me pregunto: ¿por qué ellos y no yo?
Mientras llega mamá con mi gusanito, miro otra vez los trocitos de cascarón esparcidos por el nido, deben haberse visto hermosos aquellos huevecillos de color azul pálido con motitas blancas.
Pero ahora la pregunta es: ¿quién llegará primero? ¿Mi mamá o la comadreja a terminar su desayuno?
El famoso médico y explorador Fructuoso Irigoyen Rascón, autor de Cerocahui, avisa que acaba de aparecer su nuevo libro, Nace Chihuahua, Gabriel Tepórame y Diego Guajardo Fajardo, los forjadores, publicado por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. En el colofón dice que la edición es de 2019, sin embargo, a causa de la pandemia, apenas acaba de salir de imprenta este agosto de 2021.
Foto Pedro Chacón
Bajo este techo pasan lentos los días cargando la vida y ella con sus pausas
Por Jaime Chavira Ornelas
Bajo este techo
pasan lentos los días cargando la vida
y ella con sus pausas.
El sentimiento lejano
de una mítica infancia
se pierde entre los atardeceres
y hace que mi piel
palidezca por la nostalgia
y el cuerpo cansado
permanece en soledad.
Mi boca saborea
las letras muertas
entrelazadas buscan la resurrección
y la lengua esboza sonidos
de una delirante frase.
Deshago madejas de razones
y encuentro tejidos de locura
abandonados en cuartos oscuros
cubriendo cuerpos impuros
¿Escuchas cómo pasan los días y la soledad eterna?
¿escuchas cómo mueres junto a las letras? ¿escuchas cómo las lenguas cantan?
¿escuchas cómo gimen los cuerpos?
Jaime Chavira Ornelas es administrador de negocios, logística, control de almacenes, importación y exportación, cursos de linguística e inteligencia emocional, grado de vendedor oro por GMC. Actualmente pensionado por el IMSS.
La Tierra y Las ideas
Por Marisol Vera Guerra
Hace ocho años, cuando murió mi abuela, sentí como si me hubieran mutilado el cuerpo, como si me faltara la mitad de las células: la sangre no fluía ya al mismo ritmo.
Era una pérdida tan corporal, tan terrena. La seguí escuchando, viendo y palpando por mucho tiempo después, cuando ya se había ido. Las sensaciones del pasado guardaban un eco en mi piel y mis oídos. Al final logré sentir esperanza y consuelo en la tierra, porque ella era de La Tierra.
Ahora que ha muerto mi padre, lo que se rompió fue mi mente. Mis pensamientos están partidos, no lo siento en el cuerpo como un órgano o como una respiración, su ausencia es un torbellino que ha desbaratado el lenguaje, le ha quitado el peso, el significado, a muchas palabras. Ha dejado los conceptos en ruinas.
Mi padre representa el mundo de las ideas. Por eso no lo siento en el cuerpo como a mi abuela. ¿Significa esto que he formado, sin darme cuenta, un dualismo entre mente y cuerpo? He defendido muchas veces la postura de que la mente no puede separarse del cuerpo, de que son una unidad en tanto el pensamiento depende de procesos fisiológicos, y estos a su vez de la materia. Si escarbo más en la naturaleza primera de las cosas no parece haber algo sustancialmente distinto entre un grano de arena, el ojo de un gato y el fotón que atraviesa el corazón de una estrella.
Sin embargo, la ausencia de mi padre ha hecho evidente en mi conciencia de que abajo de estas elucubraciones esta escisión domina mi entendimiento. Muy a mi pesar y de manera subrepticia el mundo de las ideas ha permanecido separado del mundo del cuerpo. Mi abuela el cuerpo, la tierra palpable y olorosa a yerbas; mi padre la mente, la abstracción del lenguaje y sus implicaciones simbólicas.
En mi infancia mi abuela fue el amor que se toca igual que un pan y no tiene como condición indispensable la palabra. Mi padre fue el intelecto, el campo semántico que envolvía cada experiencia.
El cuerpo de mi abuela era un jardín siempre abierto para reposar o columpiarse, abandonando cualquier necesidad de explicarse la vida, porque la vida era ese gozo, ese abrazo.
El cuerpo de mi padre era un lugar al que accedía en la sutil consonancia de un saludo, una mirada; mi mano pequeña en la suya era un recordatorio de mi fragilidad, porque su mano era gigante y poderosa como un tótem. Sujetarme de su mano era un ritual, y las palabras el conjuro para acercarme a los misterios.
Marisol Vera Guerra estudió psicología en el Instituto de Ciencias y Estudios Superiores de Tamaulipas, obtuvo el grado de maestría en ciencias de la educación por la Universidad de las Naciones en Veracruz. Sus primeras obras fueron publicadas por la editorial tampiqueña Voces de Barlovento. En 2008 fue responsable de la revista Anábasis, la cual formó parte de un proyecto respaldado por el Consejo Ciudadano de Tampico. Ha publicado los libros #SilaMuerteSeEnamoraDeMí (2019), Imágenes de la fertilidad: Canciones al hijo del viento (2016), Canciones de espinas (2014), Gasterópodo (2014), Nunca tuve la vocación de Ana Karenina (2012), Tiempo sin orillas (2009), Crónica del silencio (2009), entre otras. Es autora de las obras de teatro Lilith o El juicio de la serpiente, Fotografía sin luz, La caricia de los tulipanes y Restauración del paraíso.
El reto de la emergencia climática
Por Marco Benavides
En el vasto telar del cosmos la Tierra es un delicado hilo que sostiene la vida tal como la conocemos. Ese hilo se está deshilachando bajo el peso del descuido: la emergencia climática es el nudo que amenaza con deshacerlo por completo.
Imagina un mundo donde el sol ya no es un aliado que acaricia la piel sino un tirano que la quema sin piedad. Este es el mundo que nos espera si no actuamos ahora contra el calentamiento global. El velo protector de la atmósfera se está debilitando, pasarán los rayos solares para que acaricien la superficie terrestre con una intensidad abrasadora.
Olas de calor asolan la tierra. Secan los campos y erosionan la esperanza de una vida. Los glaciares se desprenden de las montañas como lágrimas heladas, presagian un futuro inundado por las aguas del deshielo. La biodiversidad, esa sinfonía de vida que ha evolucionado a lo largo de milenios, se desvanece en un silencio que retumba en los corazones.
La emergencia climática es el grito desesperado de la Tierra, un eco que resuena en cada rincón del mundo recordándonos nuestra responsabilidad como guardianes de este pequeño oasis en el vasto desierto del universo. No podemos ignorar este llamado. Ignorarlo sería condenar a las generaciones futuras a un destino donde la esperanza se desvanece como una gota de rocío bajo el sol implacable.
Todavía no todo está perdido. Aún podemos cambiar el rumbo de esta tragedia anunciada por la ciencia desde hace decenios. La solución yace en nuestras manos como una semilla que espera ser sembrada en el suelo fértil de la conciencia colectiva. Debemos reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero como un alivio para un planeta que se ahoga en el humo de nuestra imprudencia. Debemos abrazar las energías renovables como la promesa de un nuevo amanecer, donde el sol y el viento nos brindan su energía sin pedir nada a cambio más que nuestro cuidado.
A pesar de la oscuridad que amenaza con engullirnos, la luz de la ciencia y la innovación brilla como un faro. Con cada paso que damos hacia un futuro más sustentable nos acercamos un poco más a la salvación. Limitar el calentamiento global a menos de 1,5 °C es nuestro objetivo, nuestra estrella del norte en un océano de incertidumbre. Y aunque el camino hacia ese objetivo está plagado de obstáculos, sabemos que es un camino que debemos recorrer por el bien de todos los que llaman a este planeta su hogar.
La emergencia climática es el desafío más grande que hemos enfrentado como especie, pero también es nuestra oportunidad para demostrar nuestra capacidad de adaptación y resiliencia. Con determinación y colaboración, podemos cambiar el curso de la historia y dejar un legado de esperanza para las generaciones venideras. El tiempo para actuar es ahora, antes de que sea tarde. El futuro de nuestro hogar depende de nuestras acciones hoy.
21 mayo 2024
Marco Vinicio Benavides Sánchez es médico cirujano y partero por la Universidad Autónoma de Chihuahua; título en cirugía general por la Universidad Autónoma de Coahuila; entrenamiento clínico en servicio en trasplante de órganos y tejidos en la Universität Innsbruck, el Hospital Universitario en Austria, y en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Ha trabajado en el Instituto Mexicano del Seguro Social como médico general, cirujano general y cirujano de trasplante, y también fue jefe del Departamento de Cirugía General, coordinador clínico y subdirector médico. Actualmente jubilado por años de servicio. Autor y coautor de artículos médicos en trasplante renal e inmunosupresión. Experiencia académica como profesor de cirugía en la Universidad Autónoma de Chihuahua; profesor de anatomía y fisiología en la Universidad de Durango. Actualmente, investiga sobre inteligencia artificial en medicina. Es autor y editor de la revista web Med Multilingua.
La economía familiar
Por Luz Elena Rodríguez Carrillo
Muchos no me dejarán mentir: A finales de los setenta e inicios de los ochenta para los hermanos mayores no había mucha opción. Egresabas de la primaria y tus padres decidían que ingresaras a una escuela comercial, para que terminando lograras un empleo.
Sí. Así era. Teníamos un título de secretaria y de contador privado. Apoyamos con la economía familiar.
Si queríamos seguir estudiando, era por nuestra cuenta y muchos así lo hicimos: trabajando y estudiando.
Nos tocó la secundaria nocturna y la preparatoria igual.
Correteando para alcanzar el último camión.
Eso nos hizo fuertes y nadie nos regaló nada. No había becas, nosotros sí nos chingamos bonito para salir adelante.
Luz Elena Rodríguez Carrillo es contadora, ha laborado en el servicio público, en Servicios Educativos del Estado de Chihuahua. Actualmente trabaja en la UACH.
Se siente cumplir años como cuando cada serpiente cambia de piel
Por Alejandra Hernández
Se siente cumplir años como cuando cada serpiente cambia de piel: crece el cascabel y se vuelve uno más mortal. Un símil de lo que pasa con los seres humanos: cada hora, cada segundo nos volvemos más venenosos y nos acercamos a la mortalidad. No importa si deseamos irnos dentro de nuestro contexto: nos vamos cuando sea el tiempo, lento o pronto, pero irremediablemente seremos un pequeño átomo del universo.
Alejandra Hernández Figueroa estudió en el Colegio Palmore y en Community College. Escribió y publicó los libros Tiempos de viento y humo cuentos, Hojasen poemas e Hilvanando cuentos. Publica habitualmente en revistas jurídicas y literarias.
Una caricia para Obertina
Por Jesús Vargas Valdés
Mi abuela materna tenía una hermana menor que había emigrado a Kansas en los años de la Revolución. Yo no había nacido cuando ella y su marido hicieron el primer viaje a Parral, después de muchos años en que se habían olvidado de la abuela y de sus hermanas. Entiendo que en los años siguientes se hizo costumbre que cada año hacían el viaje; tuve conciencia de esa presencia distante a los cuatro o cinco años.
Era un acontecimiento, porque llegaban en carro nuevo cargando montón de ropa usada que se repartía entre mi madre y sus dos hermanas; lo que más me llamaba la atención era la hielera de lámina repleta de carnes frías y no sé qué tantas cosas conservadas en «hielo seco». Así se le decía.
Cuando andaba yo entre los seis años llegaron acompañando a la tía su hijo y la nuera: formaban un matrimonio más o menos joven que después de muchos intentos no habían logrado tener hijo. Los dos eran mexicanos nacidos allá, buenas personas. Ahora, después de tantos años, puedo suponer que mi madre no comprendió al principio la razón de esa visita.
El caso es que al año siguiente regresaron, y, entonces ya le pidieron a mi madre que les diera en adopción a Jesús, que ellos se encargarían de su educación hasta la Universidad y que nada le faltaría en Estados Unidos. Uno de sus argumentos era que mi madre tenía muchos hijos y que no iba a extrañarlo. Desde el primer momento, con pena y desconcierto, porque le tenía mucho respeto a la tía y a su hijo, mi madre se negó respondiendo que ella no sería capaz de desprenderse de ninguno de sus hijos.
No sé cuántos años más regresaron e insistieron, pero mi madre, con la pena y todo, no cedió. En aquellos años yo no me daba cuenta de lo que estaba sucediendo, pero cuando cursaba la secundaria y el primo con la esposa habían dejado de viajar a Parral salió el tema: lo platicó una de mis tías como una simple anécdota, lo escuché de esa manera, «me quedé como si nada».
Cuando me fui a estudiar a México empecé a entender a mi madre. Ella se había desprendido de su hijo mayor cuando él solo tenía quince años, lo había soltado así nomás aprovechando una beca que el sindicato de los mineros había conseguido en el Politécnico. Después, cuando el mayor había empezado a trabajar, ella le pidió que se llevara a los gemelos. Seguí yo y luego los hermanos menores. Solo ella sabía lo que sufría con cada una de las ausencias. Cuando regresábamos a Parral se desvivía por atender al que iba llegando, y, la verdad era que nos comportábamos como si lo mereciéramos todo.
Conforme fui creciendo y descifrando mejor la vida comprendí mejor a mi madre. Ella pudo sacrificarse porque estaba obsesionada en que sus hijos se prepararan, tal vez pensando que de esa manera se cumplían los sueños que a ella se le habían escapado. Otra cosa hubiera sido desprenderse para siempre de uno de ellos, por más ventajas y convenientes que le ofrecieran.
Con el paso de los años valoré más esa determinación. Cuando estaba pasando sus últimos momentos hablé con ella, le hice cuentas de lo que había hecho por mí, pero sobre todo le agradecí de la manera más amorosa que pude, el que se hubiera sostenido a pesar del respeto y el aprecio que le tenía a los de Kansas. Además, yo nunca lo hubiera aceptado.
Jesús Vargas Valdés estudió la carrera de biología en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional. Es coordinador del Programa Biblioteca Chihuahuense. Publica la página cultural La fragua de los tiempos y es autor de varios libros, entre ellos: Madera rebelde (2015), Consuelo Uranga La Roja (2017), Villa bandolero (2018) y Nellie Campobello Mujer de manos rojas (2020), este último en coautoría con Flor García Rufino.
Cocodrilo Bit
Las mujeres de Metimos la pata
Por Benito Rosales
Metimos la pata es mi quinto libro, lo publiqué de manera independiente en el presente año. Es un volumen de cuentos ambientados en los años ochenta y noventa, escrito de una manera accesible. Mi intención fue narrar historias que reflejaran la inocencia y el candor de los años mozos, utilizando personajes que viven la amistad, el amor, la justicia.
Es un libro que me ha generado varias reflexiones, y dos son las que en particular me gustaría mencionar en este espacio. Una es el hecho de que el libro es ligero, no está escrito de una manera solemne ni misteriosa, hay, en cambio, un toque de risa en las acciones que realizan los personajes y en la manera como hablan. Esto no es accidental, mi objetivo fue reflejar la espontaneidad propia de la edad, el deseo de diversión, de experimentación, de los protagonistas.
El segundo: el rol de las mujeres en las historias. No son personajes pasivos que giren en torno a las figuras masculinas. No son las “princesas del cuento” esperando a ser rescatas. Son activas, proponen, discuten, enfrentan, pelean, resuelven. Llevan una relación de iguales.
En la primera historia, en el cuento que le da nombre al libro: “Metimos la pata”, la protagonista, una chica a la que apodan la Huesos, es objeto de deseo del protagonista, y cuando este le mete el pie cuando ella corría en una plaza cerca de su casa, al enterarse que fue intencional, no duda en defenderse y ponerlo en su lugar cuando se le presenta la oportunidad de corresponder de la misma manera. Y simplemente lo hace.
En el segundo cuento: “Indiana”, Martha es pretendida por David, quien está celoso porque ella se ha convertido en una fan de Indiana Jones. Ella siempre intenta darle su lugar, son novios, pero tampoco desea cambiar sus gustos o su manera de pensar solo porque sí, trata en todo momento de explicarle y, en el mejor de los casos, negocia con él, no cede por ceder.
En la tercera historia: “El Tulipán en el cabello”, la chica de la historia tiene una condición de motricidad que le complica moverse con libertad, ella ha asumido el reto sin dejarse llevar por la tragedia, es una chica que sueña, que sonríe, ayuda a su madre a vender flores. Cuando conoce a Andrés, un joven de su edad con quien logra entablar una fugaz amistad, no se hace menos ni espera que éste le tenga consideraciones.
Inocencia es la protagonista de la cuarta historia, es ella el centro de la historia, busca ayudar a un compañero que está en desventaja por la situación económica en que viven, y sin dudarlo ni pensarlo busca hacer todo lo que está en sus manos para procurar una mejor situación para su compañero de clase y amigo, obviamente a su alcance y con sus recursos, dando un ejemplo de vida a sus padres y maestros.
En el último cuento: “Veinticuatro de diciembre”, quien narra es un varón quien cuenta la historia de cómo conquistó a una compañera de universidad. Lo curioso es que en realidad es ella quien lo conquista, quien lo buscaba, quien lo enamora, quien encuentra las condiciones para coincidir con él. Es un amor correspondido, sí, los dos se pretenden mutuamente, pero ante la falta de decisión por dar el siguiente paso, ella decide correr el riesgo.
Mi libro no es un tratado feminista ni un ensayo sobre la evolución y el rol de género a finales del milenio pasado, para nada. Mi deseo a la hora de escribir y realizar esta reflexión es solo dar otra lectura al texto, poner sobre la mesa mi deseo de ver con otros ojos la figura de las mujeres en las historias, aun en cuentos simples y triviales, como pudieran ser las escritas en el libro. Mi deseo es hacerlas protagonistas de mis ficciones, como deberían de serlo en cualquier espacio, más en aquellos que ocupan la realidad fuera de los libros.
19 mayo 2024
Benito Rosales Barrientos nació en Monterrey, ha participado en talleres literarios de su ciudad natal. Es autor de los libros: Sobre la cornisa del laberinto, poemas; Cuando estos cielos caigan como ojos de gato, poemas; Las flores del jardín, cuento, 2017; La niña y la serpiente, cuento, Metimos la pata, entre otros.
Los distantes otros
Por Carmen Julia Holguín Chaparro
Frase escuchada al padre de una joven asesinada.
Cerramos puertas
y ventanas.
Cancelamos el teléfono
y el internet.
Tomamos vitaminas
y antibióticos.
Nos colgamos cruces
y escapularios.
Pero la sombra
entró
y nosotros
fuimos sin querer
aquellos distantes
otros
para quienes
los otros siempre
son otros
hasta que terminan
siendo
nosotros.
Carmen Julia Holguín Chaparro es doctora en literatura hispanoamericana por la Universidad de Nuevo México. Al lado de su trabajo académico, escribe cuento y poesía. Ha participado en encuentros de escritores en distintas partes de México, Estados Unidos y Argentina; hay textos suyos en antologías y revistas de México, Estados Unidos, España y Uruguay. Tiene dos libros de poemas: A tu prójimo amarás (2008) y El que tenga oídos… (2014).
Un poema con tu nombre
Por Ramón Rangel
Este poema, papá, ya lo leíste
Aún lo termino, todavía no sé qué escribir,
pero en tu mano ya está terminado
y lo lees con gusto.
Eso quiero creer en cada letra.
Pienso en el desfile de fantasmas que ahora conoces;
a cada uno de ellos les muestras estos versos
y ellos dicen que también tienen poemas
con sus nombres.
Ahora tú diles que este solo tiene el tuyo
y que tu nombre se sigue pronunciando
con amor. Y que así será para siempre.
Ramón Rangel es licenciado en letras españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua, autor de los libros Mortero (Tintanueva, 2016), Sad West o la oración de un vaquero (UACH 2022) y Los amorosos son punks (ICM PECH 2023). Textos suyos aparecen en las revistas Metamorfosis, Punto de Partida y en Tragaluz, suplemento literario de El Heraldo de Chihuahua.
Rollos cortos
Otro refrito innecesario
Por Raúl Herrera
Un ejecutivo de publicidad es secuestrado y retenido como rehén durante 20 años en régimen de aislamiento. Cuando es liberado inexplicablemente, se embarca en una misión obsesiva para descubrir quién orquestó su castigo, solo para descubrir que todavía está atrapado en una red de conspiración y tormento.
En el año 2003 el director surcoreano Park Chan-wook, conocido por sus excelentes filmes Sympathy for Mr. Vengeance, Sympathy for Lady Vengeance y Stoker dirigió la adaptación de un cómic escrito por Nobuaki Minegishi. El resultado fue una maravilla cinematográfica que pronto se convirtió en una película de culto. Diez años después, el director estadunidense Spike Lee estrenó un ramake de aquel famoso filme, el cual se tituló igual que el original: Oldboy.
Lamentablemente se trata de un remake flojo ‒flojísimo‒ algo que no era de esperarse de un cineasta tan bueno como Spike Lee. Su dirección en esta nueva versión de Oldboy carece de personalidad en todos los aspectos, no se ve la mano del director en lo actoral, tampoco en lo visual. Lo peor es que en cuanto a la narración ‒que en la versión original es propositiva e innovadora‒ Lee se queda corto. Da la impresión de que se trata de una película filmada por encargo.
Sin embargo, no todo está mal en esta nueva versión. La elección de la pareja protagonista, Josh Brolin y Elizabeth Olsen, logra que la película tenga por lo menos una razón para ser vista, Por el contrario, los villanos de la cinta, Samuel L. Jackson y Sharlto Copley, sobreactúan sus papeles y eso hace que no sean creíbles.
No es comprensible el que se realice un refrito cuando este no vaya a aportar algo novedoso con respecto a la película original. En este caso, el trabajo de Lee resulta innecesario, y además hace que el Oldboy de Park Chan-wook luzca todavía más.
El problema con las adaptaciones cinematográficas consiste en que no siempre se tienen en cuenta los códigos sociales y culturales dentro de los cuales han sido filmadas las películas originales. En el caso del Oldboy surcoreana los problemas se resuelven de un modo distinto a como sucede en la versión estadunidense, es decir, no de acuerdo a la moral y las buenas costumbres. Esto es ya un lastre para la versión occidental, pues el simple hecho de que la historia sea trasladada, no solo geográficamente sino también culturalmente, le hace perder su esencia, visualmente más libre e innovadora. Un Oldboy contado desde el marco riguroso y poco afecto a los cambios del cine de Hollywood no pasa de ser un intento de copia. Lo único buen, en todo caso, es que dan ganas de ver la versión original. Algo muy recomendable.
Título original del refrito: Oldbo”. Estados Unidos, 2013. Dirección: Spike Lee. Reparto: Josh Brolin, Elizabeth Olsen, Sharlto Copley.
Título original de la película original: Oldboy. Corea del Sur, 2003. Dirección: Pak Chan-uk. Reparto: Choi Min-sik, Yu Ji-tae, Kang Hye-chong, Ji Dae-han, O Tal-su.
Ambas películas disponibles en plataformas digitales.
Luis Raúl Herrera Piñón es el jefe de la Unidad de Cine de la Quinta Gameros desde hace 19 años, tiempo en el que ha privilegiado la difusión de la cultura, a través de cine de calidad. Durante años publicó en El Heraldo de Chihuahua su columna Rollos cortos, en donde hacía crónicas y crítica de cine.
Anita niña maravilla. Novela seriada, episodio 9. Episodio final
Por Fructuoso Irigoyen Rascón
―La encontraremos –repitió el detective.
―¡Dios lo oiga! ―musitó Aurora.
«Sí Dios lo oiga y ni siquiera un café me ofrecieron» ―pensó Godínez levantándose con gran esfuerzo del sillón en que se había apoltronado, mirando el confitero con los pistachos recubiertos de chocolate por última vez.
―Cualquier cosa y llámenme. A cualquier hora. Mi teléfono está en la tarjeta.
VIII
No es necesario describir cuanto sufren los padres de una niña desaparecida y de la cual no se sabe absolutamente nada de su paradero.
IX
―¡Aló! Soy Ricarda. ¿Cómo?, ¿qué?, ¿cuándo? No, no había llamado… no había oído su mensaje… andaba fuera de la ciudad… no, no sé donde está… no, desde mi visita… con los pistachos… ¡uy! ¡pobre Anita!… avísenme cómo puedo ayudar… sí, hasta luego.
―¿Y ahora qué?
―No, teniente, después de ella nadie ha llamado. Sí, seguiremos al pie de la letra sus instrucciones si alguien llama pidiendo un rescate.
Hablando de rescates, Aurora había rescatado a Robi, que se encontraba arrumbado en el desván y sentada en el sillón junto a la Ventana. Lo abrazaba con fuerza. También lloraba. Por su parte, el perro de Anita trataba de atraer su atención sin lograrlo. Los niños competían también por su atención ―de ella, no del perro― con el mismo resultado.
―Llévense al perro.
―Se llama Rocky.
―Llévense a Rocky.
―Sí, mamá.
―No es que mamá no los quiera, es que está preocupada, atormentada, por Anita.
Aurelia entendió las dos palabras, Alberto solo la primera.
X
Al otro lado del lago, en la colina, estaba la casa. La cual, a pesar de su gran tamaño, apenas se distinguía en lo alto. De lejos era apenas un pequeño promontorio, una mínima protuberancia en la cima de la colina. Más notable a la distancia era la corona de cipreses que la rodeaban. Subiendo desde el muelle en la laguna, que es como se llegaba a la casa, podía uno escoger entre una vereda recta que iba directamente a la casa, pero que era de cansarse y sudar, y otra que serpenteaba por la falda de la colina, que era descansada aunque tomara el doble de tiempo llegar a la entrada principal de la casa. También para llegar a esta había que franquear un portón que se encontraba habitualmente cerrado. Los campesinos de los alrededores sabían que casi nunca había gente en la casa. Ya al otro lado del portón se encontraban varios arbolitos con comederos para pájaros pendientes de sus ramas.
Había también en ese mismo espacio un par de casitas para perros que, como la casa grande, ordinariamente estaban vacías. Lo que de hecho era el jardín, estaba un tanto descuidado.
La fachada estaba pintada con colores “tierra” que recordaban los de las casas provenzales que tanto gustan en Italia y los Estados Unidos. Las ventanas protegidas con elaboradas rejas de hierro de puro estilo mexicano. Y, algo extraño y peculiar: vidrios ahumados que no dejaban asomarse y ver que había en el interior.
Aquel día sí había alguien en la casa. Un automóvil azul había llegado ya tarde la noche anterior y dos personas habían abordado el botecito en el muelle del otro lado del lago; cruzando este habían accedido a la casa usando el camino largo. Nadie los vio, solo los oyeron. Se supo que habían entrado en la casa, pues a pesar de los cristales ahumados se podía saber que habían encendido la luz:
―No estés triste, ésta es tu nueva familia.
Tal vez la nueva familia sí le creería que se paró en la cuna y en el suelo. Y que alguien había gritado “¡se cayó Anita!” Y que desde entonces no se volvió a parar. Y que no volvería a suceder que su madre, ni nadie más, la privaran de su escuela querida, de sus amigos. Y menos que la pusieran otra vez con niños que no podían hablar y que ni siquiera lo intentaban. Y que ni la querían.
Por otra parte sabía que ‒tarde o temprano‒ la encontrarían y que tendría que volver allá, pero mientras tanto ¿por qué no? se entretendría explorando la casa y su “nueva familia”. Aquí no estaba Rocky, ni sus hermanitos, pero había un gato persa de cara chata y vendría una señora ‒muy amable‒ a estarse con ella y cuidarla. Estaba ya por llegar.
―Aquí estarás mucho mejor. .
―Sí doctora.
Fin
El famoso médico y explorador Fructuoso Irigoyen Rascón, autor de Cerocahui, avisa que acaba de aparecer su nuevo libro, Nace Chihuahua, Gabriel Tepórame y Diego Guajardo Fajardo, los forjadores, publicado por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. En el colofón dice que la edición es de 2019, sin embargo, a causa de la pandemia, apenas acaba de salir de imprenta este agosto de 2021.
Renacimiento
Por Marco Benavides
En un mundo donde las palabras se entrelazan con circuitos digitales y las historias cobran vida en pantallas, la literatura contemporánea se encuentra en un constante vaivén entre la tinta, el pixel, el olor a papel, el aroma de las baterías de litio y el denso brillo de los dispositivos electrónicos. Época de transformación, donde la tecnología se erige como un puente entre la pluma del escritor y los ojos del lector, redefiniendo las formas de narrar y de experimentar las historias que nos conmueven.
En este océano de palabras y bytes, el libro electrónico emerge como un faro de conocimiento, guiando a los lectores a través de un universo literario infinito. Ya no es necesario cargar con pesados tomos; basta con un dispositivo delgado y ligero para transportar bibliotecas enteras. Es la magia de la portabilidad, la libertad de llevar consigo mundos completos en la bolsa del pantalón.
Pero la verdadera revolución se gesta en los rincones más íntimos de la creación literaria. La tecnología ha liberado a los autores de las cadenas de las grandes editoriales, abriendo las puertas a la auto publicación y la difusión independiente.
Plataformas como Wattpad, que conecta a una comunidad de más de 97 millones de lectores y escritores a través del poder de las historias, se convierten en santuarios para los escritores noveles, donde sus historias pueden florecer sin la necesidad de un sello editorial. Es el renacimiento de la voz individual, el triunfo de la creatividad sobre las barreras del mercado.
Y así, surgen editoriales independientes, valientes navegantes en un mar de gigantes, dispuestas a apostar por nuevas voces y propuestas arriesgadas. Son islas de libertad en un océano de comercialización, donde la literatura encuentra refugio y aliento para explorar nuevos territorios narrativos. Es la esperanza de un mañana literario más diverso y vibrante, donde cada historia tiene su lugar y su voz.
La revolución tecnológica no se detiene en la publicación; se infiltra en cada página, en cada palabra escrita. Las redes sociales se convierten en plazas públicas donde los lectores pueden compartir opiniones, discutir sus interpretaciones y conectar con otros amantes de la literatura. Es la comunidad literaria en su máxima expresión, uniendo a personas de todas las latitudes bajo la bandera de la palabra escrita.
Y mientras tanto, en los laboratorios de inteligencia artificial y aprendizaje automático se gesta una revolución silenciosa. Algoritmos y datos se entrelazan para dar vida a nuevas formas de literatura, desde la generación automática de textos hasta la personalización extrema de historias según los gustos de cada lector. La imaginación humana y la inteligencia artificial dan paso a un baile de creación sin límites.
La magia se encuentra en las fronteras de la realidad virtual y aumentada. Aquí las historias trascienden las páginas y se convierten en experiencias inmersivas donde el lector es el protagonista de su propia aventura. Es el renacimiento de la oralidad en un mundo digital, donde las palabras cobran vida y los sueños se convierten en realidad virtual.
En este viaje a través del laberinto tecnológico de la literatura contemporánea encontramos un universo de posibilidade. La creatividad y la innovación se dan la mano, las palabras son la moneda de cambio en un mercado globalizado. Es el desafío de reinventar la narrativa en un mundo en constante transformación, donde el único límite es la imaginación.
Mientras el sol se pone en el horizonte digital, nos sumergimos en las páginas electrónicas de un nuevo capítulo de la literatura contemporánea, donde la tecnología y la creatividad caminan de la mano hacia un futuro de promesas y descubrimientos. Es el inicio de una nueva era literaria: las palabras son el puente entre el pasado y el futuro, entre lo tangible y lo digital. Es el renacer de la literatura en la era de la tecnología.
Martes 14 mayo 2024
Marco Vinicio Benavides Sánchez es médico cirujano y partero por la Universidad Autónoma de Chihuahua; título en cirugía general por la Universidad Autónoma de Coahuila; entrenamiento clínico en servicio en trasplante de órganos y tejidos en la Universität Innsbruck, el Hospital Universitario en Austria, y en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Ha trabajado en el Instituto Mexicano del Seguro Social como médico general, cirujano general y cirujano de trasplante, y también fue jefe del Departamento de Cirugía General, coordinador clínico y subdirector médico. Actualmente jubilado por años de servicio. Autor y coautor de artículos médicos en trasplante renal e inmunosupresión. Experiencia académica como profesor de cirugía en la Universidad Autónoma de Chihuahua; profesor de anatomía y fisiología en la Universidad de Durango. Actualmente, investiga sobre inteligencia artificial en medicina. Es autor y editor de la revista web Med Multilingua.
Cuquis Lit
El eco perenne de mi madre
Por Cuquis Sandoval Olivas
Sufrió los embates del tiempo inclemente,
su piel tan lozana se fue marchitando,
arrugas y canas estaban presentes
su paso y sus fuerzas se fueron menguando.
Su fulgor, su brillo, sufrió contratiempos
como flor marchita pétalos tirando
medía sus pasos, tomaba sus tiempos
su voz y firmeza estaban abdicando.
Cambio su terruño, cambió su aposento
dejando su casa, hábitos, costumbres,
su rostro a veces mostraba descontento
por sendero incierto con incertidumbres.
Y llegó ese día que no tuvo aliento
fuerza y confianza desvaneciendo,
se postró en la cama, no ingirió alimento
y todo su mundo se fue oscureciendo.
Espíritu y alma buscaban la luz
Poquito a poco volaba del mundo
como cuando Cristo abrazaba la cruz,
su cuerpo con llagas, con dolor profundo.
Y entonces exhaló el último aliento
paz y tranquilidad en su rostro inerte
emigró hacia el cielo cual suspiro al viento.
El dolor de su ausencia ¡es un frío de muerte!
Lo más subsecuente al perder su esencia
como pesadilla fluyen los momentos
velatorio, flores, y amable presencia
llantos desgarrados y tristes lamentos
Perdimos su vida, también el sosiego,
consejo oportuno, guía y dirección,
huérfana de madre sin luz como un ciego
la busco en el cielo. No tengo otra opción
María del Refugio Sandoval Olivas es doctora en educación. Ha publicado los libros Anhelos, sueños y esperanzas, Una rosa sin espinas y Dulce. Su obra aparece en varias antologías. Es columnista de El Sol de Parral y escribe un blog de literatura.
Nací en un tiempo en el que el Super 8 y el cassette eran la mejor tecnología
Por Sergio Torres
Nací en un tiempo en el que el Super 8 y el cassette eran la mejor tecnología de audio y video. Tuve la fortuna de vivir el surgimiento del compact cassette, el vhs, el láser disc, el compact disc, el wav, MP3, MP4 y otras formas de llevar la música conmigo.
Me formé como músico porque la música me eligió para vivir así, encontrando e inventando patrones, disfrutando de las relaciones que los sonidos y sus timbres nos regalan, con o sin intención.
La música me ha llevado a viajar, a conocer a una variedad enorme de personas: desde los que gozan de la fiesta de la vida solo porque sí, hasta los que llenan las acciones más simples de manierismos intrincados.
Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.
la columna de Bety
El poder del amor o estar enamorado es
Por Beatriz Aldana
Hoy lunes 13 de mayo, como cada mes, dirigí mis pasos a cumplir con el pago de los gastos mensuales. Uno de ellos es el pago de mi Servicio Funerario a Futuro, (esto con la finalidad de no dejar compromisos o gastos a mi único hijo David, que sería quien se haría cargo de ellos en su momento).
Pues bien, regresando al tema de dirigir mis pasos hacia la Funeraria Inhumaciones San Felipe, me percaté con un enorme agrado de que mi presencia en ese lugar había cambiado por completo, mi percepción al ir subiendo las escaleras de la Oficina para realizar el pago mensual, y digo, cambió mi percepción porque meses atrás yo subía esas mismas escaleras con el pensamiento de que ojalá ya pronto estuviese yo en ese lugar pero…en una de las Salas de Velación y no como visitante doliente por alguien, sino por mi propia estadía en uno de los lindos ataúdes que escogí al hacer el contrato con dicha Funeraria.
Y volviendo a mi percepción al subir la escalera me di cuenta de que ahora lo que pido al Todopoderoso es: más tiempo. Más días. Más horas. Más minutos, incluso más segundos de vida.
Y les digo por qué: Simplemente porque hace muy poco tiempo me di cuenta de que el corazón no envejece. El físico, pues ese sí.
Me refiero al corazón porque por avatares del destino me reencontré con una personita que durante este lapso de tiempo se ha encargado de darle luminosidad, brillo, a mi otrora opaca existencia.
Ahora cada minuto tiene un sabor y un sentir tan pleno, tan espiritual, que incluso ya no quisiera ver aquellos ataúdes y aquella sala VIP que la Funeraria me había mostrado y ofrecido hace 26 meses.
No, no me cabe la menor duda: como dice la canción de Raphael: estar enamorado es:
descubrir lo bella que es la vida
estar enamorado es:
confundir la noche con el día
estar enamorado es:
ignorar el tiempo y su medida
estar enamorado es:
divisar la estrella más pequeña.
Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora y hoy escritora de su columna en Estilo Mápula revista de literatura.
El César
Por José Alejandro García Hernández
Aprendí sobre jerarquías y ejercicio del Poder a mis diez años. Mis primos y yo jugábamos a “El César”, donde aquel gobernante elegía a sus súbditos y repartía sus papeles. Nunca me había tocado ser El César, puesto que no era el mayor, ni el más fuerte ni el más inteligente; pero siempre fui bastante operativo: cosa que me ordenaban, la hacía… o sea, un esclavo.
El esclavo servía al soldado, el soldado al centurión, el centurión al concejal y el concejal al César. Era una jerarquía sencilla con reglas simples: si no cumples, te degradas, y si ya no podías bajar… a los leones, es decir, a los perros del patio. No te comían, pero sí se te echaban encima. No era un final fatal, pero su significado iba más allá de eso: la deshonra de ser arrojado a los leones.
No recuerdo si alguna vez había subido de nivel, pero lo que sí recuerdo fue un intento de conspiración. El concejal me preguntó si estaba conforme con mi vida, le dije que sí; después siguió inquiriendo y quiso saber si me levantaría en contra del César. Habré sido tonto, pero fui sabio al conocer que una expresión así me costaría la vida. Respondí que no, obviamente. Después me preguntó si me gustaría que el César cambiara un poquito su forma de gobernar, a lo que, cayendo en el juego capcioso del concejal, respondí que sí.
Me encontraba cortando flores para entregar mi tributo al César cuando llegó el concejal junto con el soldado y el centurión. Ordenó que me aprehendieran y me llevaran ante el César, dejando las flores en el suelo y siendo pisadas despectivamente por el soldado. El concejal expuso al César que yo me encontraba inconforme con su gobierno y que había incitado un levantamiento en su contra. Me despojaron de mis vestimentas y me arrojaron a los leones. Así terminó aquella jornada.
Otro día, finalmente mis primos me dieron la oportunidad de ser el César. Era el momento de ejercer un gobierno de paz y convivencia. Repartí los roles, y, en venganza, puse al anterior concejal como esclavo. Era la oportunidad para ajustar la balanza de la justicia. Un día salí a caminar por el pasto donde cultivaba las flores, recordé mis experiencias pasadas como esclavo cuando recogía tributos. Me agaché para recoger y oler aquella flor amarilla y disfrutar los frutos de un trabajo de mucho tiempo y esfuerzo. El día era bueno.
Sobre mi dorso sentí la punta de una rama, que, después supe, era un puñal. El concejal me había dicho, mientras me amagaba por la espalda, que me encontraba en un golpe de Estado, y que el esclavo sería el nuevo César. Llegaron los demás, y el esclavo tomó mi corona formada con ramitas y la colocó sobre su cabeza. Me echaron una última vez a los leones.
José Alejandro García Hernández es doctor en educación, artes y humanidades, maestro en humanidades y licenciado en letras españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Es profesor de tiempo completo, coordinador de la licenciatura en letras españolas de la Facultad de Filosofía y Letras y miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Desarrolla investigación en las áreas de literatura prehispánica e hispanoamericana de la Colonia, literatura de la Revolución, novela política, literatura transmedia y narrativa del videojuego. Ha publicado artículos de investigación literaria y transmedia en revistas de Chile, Colombia y México. Colabora como evaluador en las revistas Leteo: Revista de Investigación y Producción en Humanidades de la UACH y Laboratorio, de la Universidad Diego Portales de Santiago de Chile.