domingo, 31 de marzo de 2024

La soledad en compañía. Beatriz Aldana

la columna de Bety

La soledad en compañía

 

 

Por Beatriz Aldana

 

 

Muchas veces a lo largo de mi existencia me percataba del por qué aun estando rodeada de personas, o de alguna persona, me sentía como si estuviese sola. Ese sentimiento era un tanto más triste o doloroso porque estaba acompañada.

Entonces me di a la tarea de realizar una introspección, un examen de conciencia para verificar si realmente necesitaba yo la compañía de alguien o de algunos.

Afortunadamente encontré la respuesta: fue un rotundo no. No la necesito. Simplemente porque ahora me doy cuenta en toda su magnitud de que las más de las veces me siento ante una mesa donde yo considero que es casi una ceremonia degustar los alimentos que en ella se sirven, contemplar tristemente frente a mí no a una persona o a unas personas, sino a un aparato inanimado, pero que no lo es tanto porque es tan poderoso que logra quitar la atención a mi persona logrando hacerme sentir que estoy en un lejano planeta, podría decir que en Marte.

La sensación que percibo es de una soledad aterradora.

En fin, tal vez no sea yo la única que perciba esa terrible sensación de competir con un aparatejo, hecho de microchips, plástico y algunos elementos conductores que distan muchísimo de parecerse a una figura humana con ojos, oídos, boca. Y sobre todo: sentimientos.

 

 

 

 

Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora y hoy escritora de su columna en Estilo Mápula revista de literatura.

Presagio de tu nombre. Martha Estela Torres Torres

Presagio de tu nombre

 

 

Por Martha Estela Torres Torres

 

 

Para Dolores Castro, segundo aniversario luctuoso

 

 

Sella tu nombre el martirio de cada día,

replica en los muros de la soledad

cuando su filo cae en el núcleo de la vida.

 

Anunciaré cada una de las letras de tu nombre

que tuviste semejante al Señor de los Dolores.

El eterno Cristo que brilla en los albores

como presagio en tu camino de luz perpetua.

 

Escribo esta elegía sublime a tus poemas:

Te duele el instante

igual que a nosotros como herencia:

                    la daga penetrante del destino.

 

Le dueles al aire, le dueles al retablo Constantino.

A cada astilla inerte de madera

que resguarda en la historia tu perenne senda.

 

Le dueles al polvo, entre los árboles, manso.

Al Mesías, verbo amoroso e inexplicable,

quien incendió tu cuerpo

                    con el fuego invencible del amor.

 

Nos dueles en flores de mágicos arreboles

en pétalos matizados, en crisantemos de luto.

 

Nos dueles en el canto señorial de la aurora,

en la tierra magenta que te cubre con su niebla

                    desde la inmemorial noche de los siglos.

 

La muerte ya no perseguirá tus versos

ni tus insomnes vegetales

porque ahora te elevas

en horas prodigiosas al culmen de la luz.

 

Apareces regia cual excelsa poeta

en el resplandor de tus imágenes:

poderosa, nítida y etérea

que vuelca nuestra alma

al probar la savia impresa

                    en la raíz de tus libros.

 

Producto de sapiencia,

generosidad y consuelo

solidifican el umbral del recuerdo.

 

Vives ahora entre nosotros

en páginas ambarinas,

en pergaminos ilustres,

en las imperturbables hojas

                    de la memoria.

 

Vamos a ti,

siguiendo tu dolor y tu nombre.

Vamos a tu voz;

huellas insignes de versos y espinas.

 

En esta tierra sembrada de cruces

sigue brillando la soledad mística y fértil:

versosjoyas iluminando mentes y emociones.

 

Tu juventud se fue, ignota.

Tu madurez entre dorados trigales,

y ahora vuelas como veloz golondrina

                    en la sagrada vía del horizonte.

 

Nos dueles en el agua,

en la purificación celeste del poema,

en el crisol ardiente de tus versos púrpuras.

 

Volverás al polvo,

ahora al nuestro que aún tibio

se inspira en tus sinestesias espirituales

                    para inventar relatos y amaneceres.

 

Morirás algún día, tu verdadera muerte

en la morada astrológica del futuro

cuando vos cierres

tus ojos para siempre

                    en los nuestros.

 

Mientras tanto sigues aquí,

en el altar de la noche primera,

en la bruma de la noche incierta

cuando nuestras manos repliquen

                    las danzarinas letras de tus versos.

 

Sigues aquí Dolores,

en esta tierra de corazones nácar

cuyo amor transforma día a día

               tu nombre en proverbio;

                         mitigando así tu fatal ausencia.

 

 

 

 

Martha Estela Torres Torres tiene licenciatura en letras españolas y maestría en humanidades. Entre sus libros publicados están: Hojas de magnolia, La ciudad de los siete puentes, Arrecifes de sal, Cinco damas y un alfilPasión literaria Árboles en mi memoriaSeis lustros de letrasLa cólera del aire, Caleidoscopio y Exilio de sombras. De 2009 a 2018 fue profesora de literatura en la Facultad de Filosofía y Letras y actualmente es editora en la Universidad Autónoma de Chihuahua.

Cuatro barrios de antes. Alberto Heredia Castillo

Cuatro barrios de antes

 

 

Por Alberto Heredia Castillo

 

 

Los viejos recordamos nuestra niñez muy a menudo; mis recuerdos son de barrios y lugares específicos del Chihuahua de antaño. El Palomar y los barrancos. Un barrio viejo entre lo que hoy es la Avenida Independencia y la Avenida Ocampo, donde vivieron familias que hicieron mucho para lograr la urbanización para su lugar, que era más rural que citadino.

Los barrancos medían aproximadamente entre quince y veinte metros desde el río Chuvíscar, alguien hizo veredas en la parte alta a donde se llegaba por diversos medios, luego se veían cuevas no profundas utilizadas por jóvenes que se reunían a tomar y fumar marihuana, que no necesariamente eran del barrio, sino que concurrían desde barrios lejanos o cercanos como el Puerto de San Pedro, el Plan de Álamos, San Felipe viejo.

Los niños íbamos casi a diario a escalar y a caminar por las veredas hasta donde terminaban. Encontrábamos a los jóvenes que no nos molestaban, ni siquiera se fijaban en nosotros, aunque nuestras mamás nos ordenaban no ir a ese lugar, por peligroso. Nosotros llevábamos sogas y cantimploras para escalar y mitigar la sed si nos llegaba en la jornada de toda la mañana en los días libres de escuela.

De esos cuatro barrios, la mayoría éramos amigos y raramente peleábamos, aunque sí jugábamos guerras a pedradas tomando posiciones en los barrancos y en el río; a veces había bajas con alguna pedrada y descalabrada.

El Puerto de San Pedro fue un barrio con mucha historia: sus vecindades y sus leyendas como la de la mudita que era una viejecita que pedía limosna en catedral y de la que se contaba que al morir dejó una fortuna escondida en su cuartito de una vecindad.

Recuerdo en el Puerto, uno podía entrar a una de las vecindades y salir desde un extremo al otro atravesando casas y cuartos que tenían patios comunes; eso se podía hacer también en el de San Felipe viejo en la vecindad Castañeda, que podía conducir de la misma forma, desde la Independencia de aquellos años hasta la Novena cerca de donde hoy es el Hospital Morelos del IMSS.

Había en el Puerto un señor judío muy rico llamado Jacobo Morgan, que tenía un negocio de lámina y fierro a donde uno podía ir a vender fierro viejo o a comprar lámina, alambre y soldadura de plomo y zinc. Su hijo, llamado Ñoño, era ya grande, pero se comportaba como un niño.

Del Puerto también se conoció un evento macabro cuando se perdió una niña de quince años y la investigación llevó a descubrir que su primo la violó y la asesinó, escondiendo su cuerpo. Fue una noticia que estremeció a la ciudad y más allá.

Los niños de los cuatro barrios íbamos a dos escuelas: la José Dolores Palomino de San Felipe viejo, donde hubo una hacienda de beneficio de metales en la época colonial, y la José María Mari 138, la bella escuela con más de cien años en la Independencia y Juárez. Por eso éramos compañeros y amigos que a veces en verano hacíamos excursiones a la Presa Chuvíscar y a la Junta de los ríos Sacramento y Chuvíscar a nadar y cazar lagartijas y pájaros con las resorteras.

Hoy del Palomar solo quedan recuerdos y lo mismo con el del Puerto de San Pedro, que según se dice pertenece a Rubén Aguilar del CDP-PT. En el Plan de Álamos ya casi son puros negocios y pocas casas quedan, en San Felipe viejo sigue habiendo más vivienda que negocios.

A pesar de la pobreza, los cuatro barrios dieron a la ciudad muchos profesionistas de los llamados liberales y profesores egresados de la Normal del Estado, como Víctor Piñón y José Martínez, entre muchos otros.

 

 

 

 

Alberto Heredia Castillo nació en Chihuahua el 2 de julio de 1945. Escuela José Ma Mari 138 y Colegio Patria, la primaria, Benemérita Escuela Normal del Estado, Normal Superior José E Medrano. CCHEP. PCM. PSUM. PRD. Morena. Jubilado.

Todo se puede resolver siendo adultos, pero se resuelve más amorosamente siendo como niños. Sergio Torres

Todo se puede resolver siendo adultos, pero se resuelve más amorosamente siendo como niños

 

 

Por Sergio Torres

 

 

Pienso que todo se puede resolver siendo adultos, pero se resuelve más amorosamente siendo como niños.

De mi corazón al suyo, corazones, yo les deseo amor,

de ese que arrebata el aliento,

de ese que da la paz,

de ese que alborota la hormona,

de ese que santifica la verdad,

de ese que promete permanecer junto a ti toda la vida,

de ese que cumple la promesa,

de ese amor que se entrega todo,

de ese que sacrifica el egoísmo, que construye la confianza,

de ese que llena la vida de la presencia de ese Dios ante el que se jura amar y respetar, estar juntos en la salud y en la enfermedad, ser fieles en lo próspero y en lo adverso, aunque en ocasiones lo adverso no está afuera sino dentro de la pareja.

Gracias, Dios, tú, en cuyas invisibles manos pongo mi maltrecha existencia, mi cuerpo frágil, mi poesía, mi música, mi pasión por enseñar. Gracias por haberme enseñado del amor en manos de personas tan generosas, francas, decididas, valientes.

Gracias por mi madre, mi padre, mi nana Toña, mis hermanos y hermanas, cada uno de los niños pero en especial, aquellos que murieron siendo niños Hanna, Yamileth, Alejandra, Susana; gracias por Pierre, Yadira, Jared, Caleb, Rebeca, Jesús, Edilberto, Claudia, Marisol, Alta Gracia, Marisela, Alex, Dionisio, Raúl, Marco, Daniela, Rafael, Omar, Luis.

Gracias por los que amo.

Gracias por los que me aman.

Gracias por la lucha diaria, por el amor con que despliegas amorosamente tu luz.

 

 

 

 

Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

sábado, 30 de marzo de 2024

Huele a café, el mundo comienza a desvanecerse. Sergio Torres

Huele a café, el mundo comienza a desvanecerse

 

 

Por Sergio Torres

 

 

Huele a café, el mundo comienza a desvanecerse, me hundo en el perfume y la textura de la bebida. Afuera el sol rompe jirones de nube que se deshacen al despuntar la aurora. El amor de mi vida me mira tras el borde de su taza de café, con una sonrisa en la mirada. Sé que la amo. Ambos tenemos la mezcla de almizcles de domingo, besos, la noche anterior, que se escapa entre los pliegues de las pijamas. Huele a café, el mundo allá afuera no existe.

 

 

 

 

Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

viernes, 29 de marzo de 2024

Cuando niño, me despertaba el ruido. Sergio Torres

Cuando niño, me despertaba el ruido

 

 

Por Sergio Torres

 

 

Cuando niño, me despertaba el ruido que hacía la Chuy al iniciar las labores del día, el chorro de agua al caer en la olla para los frijoles; el rítmico golpeteo del cuchillo sobre la tabla de picar papas, tomates, cebolla, chile verde; el silbido del pato al hervir el agua para el café y el aroma cuando servía sendas tazas para ella, don Nacho, el Cerdo, la Negra ‒al parecer en casa tener dos nombres era un desperdicio si terminamos llamándonos por apodos‒. Toda mi infancia se puede recrear de manera musical y olfativa. Incluso podría incluir la rechifla del viento huracanado en los cables de luz, el crujir del maderamen de las casas vecinas y el gruñido previo a que se desprendieran las láminas del techo, arrancadas por ráfagas de más de cien kilómetros por hora. Con esto en los oídos y el olor a lluvia, lluvia interminable por días, el agua brotando de las alcantarillas o del drenaje, el olor de lodo bajo el lodo, de agua estancada y café, para todo: café

 

 

 

 

Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

Un eco en la habitación. Ramón Rangel

Un eco en la habitación

 

 

Por Ramón Rangel

 

 

Hubo un día en que no encontré a mi padre,

no estaba en su cama, ni de pie diciendo

que todo estaba bien.

Su voz era apenas un eco en la habitación.

Detrás de una cortina sus ojos ya no eran sus ojos, eran

apenas dos canicas; su piel ya no era su piel, era

una muda que se olvida tras la partida;

mi padre dejó el cascarón.

Quiero decir que su voz ya no era su voz, pero no es así,

más que nunca sus labios estaban listos

para pronunciar todas las palabras

del mundo.

 

 

 

 

Ramón Rangel es licenciado en letras españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua, autor de los libros Mortero (Tintanueva, 2016), Sad West o la oración de un vaquero (UACH 2022) y Los amorosos son punks (ICM PECH 2023). Textos suyos aparecen en las revistas Metamorfosis, Punto de Partida y en Tragaluz, suplemento literario de El Heraldo de Chihuahua. Actualmente es jefe del Departamento Editorial en la Dirección de Extensión Cultural de la Universidad Autónoma de Chihuahua.

jueves, 28 de marzo de 2024

Ella es una mujer de colores. Sergio Torres

Ella es una mujer de colores

 

 

Por Sergio Torres

 

 

Ella es una mujer de colores. Cada día despierta del sueño que nos cobija cotidianamente con algunas ideas en mente, unas buenas, unas malas, otras peores, para construirse sobre el mundo, ponerse de pie y avanzar en un camino que ella ha trazado sobre las ruinas móviles del tirano mundo, entre las emociones de quienes la rodean, que bien pueden desearle el bien o el mal y, por cuestiones de comprensión del entorno, expresarlo de maneras tales que el resultado sea lo opuesto a lo que deseaban con las más puras de las intenciones ‒sí, el mal también puede expresarse con pureza‒. Ahí está ella, también intentando brillar, brillando, aprendiendo a ser, siendo, a amar, amando, a dar, dando. Pareciera egoísta, pero está ensimismada, intentando desmadejar todo lo que es, porque es animal salvaje, mujer terrestre, diva y diosa, ángel corporizado en delicada piel de fortaleza inconmensurable, porque se rompe al menor roce, porque resiste tormentas. Mujer de sol.

 

 

 

 

Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

¿La película más auténtica jamás filmada sobre El Evangelio? Raúl Herrera

Rollos cortos

¿La película más auténtica jamás filmada sobre El Evangelio?

 

 

Por Raúl Herrera

 

 

En estos días en que los corazones ‒se supone‒ se llenan de buenos deseos, y los canales de televisión de filmes bíblicos ‒algunos buenos, otros muy, muy malos‒, quiero dejar la siguiente recomendación de una cinta que es de lo mejor que hay en cuanto a tema bíblico, ideal ‒quiero pensar‒ para Semana Santa: El Evangelio según San Mateo de Pier Paolo Pasolini, filmada en 1964.

Considerado como uno de los mayores artistas e intelectuales italianos del siglo XX, Pasolini era visto también como “un intelectual hereje”. El 4 de septiembre de 1964 en el Festival Internacional de Cine de Venecia presenta su sexta película: El Evangelio según San Mateo, un trabajo para el que tomó dos años para encontrar la cara de quien haría el papel de Cristo.

El cineasta había sido invitado por Alfredo Bini ‒su productor‒ a ir a Palestina para la búsqueda, pero el director ya sabía que no iba a rodar su película allí: el paisaje, pero sobre todo los rostros, no tenían nada de esa antigüedad que buscaba, que necesitaba para pintar la imagen de una representación verdadera y pura al igual que el texto del Evangelio de San Mateo. Por eso, la cinta fue rodada íntegramente en Italia, en Barletta, Crotone, Matera, Massafra, en el valle del Etna y cerca de Chia. Y los italianos fueron los rostros.

Toda una paradoja resulta que siendo Pasolini un marxista convencido, auto declarado ateo y férreo crítico de la Iglesia Católica, esa misma Iglesia haya afirmado que esta es probablemente la película más auténtica jamás filmada sobre el Evangelio. Y más que 800 padres conciliares la aplaudieron durante su proyección en el Concilio Vaticano II.

Habría que citar lo publicado en el 2014 por L’Osservatore Romano: “Es la mejor obra sobre Jesús en la historia del cine”.

Cuando se cumplían los 50 años de la presentación de la película fue inesperado, y al mismo tiempo estimulante, que su realizador Pasolini fuese reconocido. La Filmoteca vaticana ha digitalizado la película, que es bendecida por el medio informativo oficial de la Santa Sede como “una representación que toca cuerdas sagradas y construye un sincero realismo”.

L’ Osservatore Romano elogia “la humanidad que el realizador traslada a la pantalla, dando un vigor nuevo al verbo cristiano”. Es más, el Evangelio “en este contexto aparece todavía más actual, concreto, revolucionario”.

Pasolini dedicó El Evangelio según San Mateo a la persona de Juan XXIII, que quería abrir la Iglesia en un momento en que se hablaba de diálogo entre católicos y marxistas, sin embargo lo que queda es la dedicación a un Papa de una iglesia que Pasolini odiaba.

Por si fuera poco, en el 2008 el teólogo Marcus Cleage llegó a la conclusión de que Jesús pertenecía a «una mezcla de pueblos oscuros, como egipcios, etíopes o babilonios», es decir, de tez oscura, nada que ver con la conocida imagen de Jesucristo rubio, con tez blanca y ojos claros, algo que Pasolini ya mostraba en su película, adelantándose a la ciencia.

Un filme que resultará interesante, en especial en esta época del año, para católicos y no católicos. Y para los cinéfilos: más, incluso si la han visto ya.

 

 

 

 

Luis Raúl Herrera Piñón es el jefe de la Unidad de Cine de la Quinta Gameros desde hace 19 años, tiempo en el que ha privilegiado la difusión de la cultura, a través de cine de calidad. Durante años publicó en El Heraldo de Chihuahua su columna Rollos cortos, en donde hacía crónicas y crítica de cine.

Los llegues del vecino. Karly S. Aguirre

Los llegues del vecino

 

 

Por Karly S. Aguirre

 

 

—Buenos días, vecino. Sospecho que su auto está enamorado del mío, siempre lo veo dándole besitos.

—Buenos días. Tiene usted razón, le da besos, sobre todo franceses.

—Mire, vecino: ese amor no puede ser. Mi auto es mucho más joven que el suyo y no pude darse el lujo de devaluarse por ese ridículo amorío. Su auto ya es viejo, de fierros retorcidos y aceites añejos.

—Mejor vea usted y vea muy bien, vecina. Usted no es nadie para impedir ese amor. No es mi intención entrar en conflicto, pero mi auto siente una atracción magnética por la defensa trasera del suyo. Están muy enamorados y defenderé esa relación para bien o para mal, a capa y espada.

—Lo mejor será poner distancia entre su auto y el mío, vecino. Un metro y medio será suficiente para que dejen de besarse tan descaradamente en vía pública.

—Exactamente, usted lo ha dicho, estamos en la vía pública. Mi auto es libre de acercarse al suyo cuanto le plazca.

—Me temo que está usted en un error, mi auto aún es joven y su auto lo está pervirtiendo.

—Ni hablar, vecina. Trataré de convencer a mi auto de tomar distancia, pero no le prometo nada. En una de esas y hasta terminamos emparentados.

 

 

 

Karla Ivonne Sánchez Aguirre estudió en el bachillerato de artes y humanidades Cedart David Alfaro Siqueiros, donde estuvo en el especifico de literatura. Actualmente estudia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH. Escribe relatos y crónicas en redes sociales.

miércoles, 27 de marzo de 2024

Anita niña maravilla. Novela seriada, episodio 3. Fructuoso Irigoyen Rascón

Anita niña maravilla. Novela seriada, episodio 3

 

 

Por Fructuoso Irigoyen Rascón

 

 

No creo nada ―comenzaba a decir la doctora como respondiendo al tono agresivo que la madre estaba asumiendo, pero se detuvo antes de seguir, intentando ser política― es decir, solo quiero decir que algunas de las memorias de Anita: el conejo, la zalea, el mosquitero, corresponden a cosas que ella aprendió después, ya que siguió viéndolas cuando ya tenía la capacidad de poderlas grabar en su memoria. La historia de la bajada de la cuna o la presunta caída tal vez, solo tal vez, procede de algo que ella oyó, una conversación, o en la televisión o en la escuela… algo que le hubiera podido pasar a otro, o a otros niños.

  Aurora ya no dijo nada. Se guardó su siguiente comentario para su esposo que pasó a recogerlas.

Parece que la tipa esa se tragó el cuento que le contó la niña.

―¿Cuento? ―dijo Alfonso arrancando el automóvil y mirando el asiento de atrás donde iba Anita. Aurora bajó la voz, interpretando correctamente el gesto de su marido, «que no oiga esa niña que todo lo oye

Después te digo. 

 

 

 

II

 

El papá empujó la silla de ruedas hasta la estancia… enseguida se sentó en el sillón individual que quedó a un lado de la silla. Aurora se quedó atrás bajando algo del automovil, así que cuando entró a la estancia se encontró con Anita y su papá. Notó entonces que Anita tenía algo en su mano. Era una tarjeta.

Me la dió Ricarda.

Aurora casi arrebató el pedacito de cartón de la mano de Anita. Escrito con letra de molde, muy clara por cierto, decía:

 

«ANITA, cita de seguimiento enero 8. 10:30 AM

 

Aurora pensó en decir «y todavía cree que volveremos» pero no lo dijo. Le dió la tarjeta a su esposo.

Tú la llevas.

Y como intentando comunicar algo más, describió como debería llevarla:

que se ponga sus prótesis (aquellos hierros horrorosos que le permitían caminar con la ayuda de un andador)

la llevas en su silla por el elevador hasta la salita de espera. Que ahí se pare y entre a la oficina caminando [cuando la llamen] con el andador.

¿Qué podía decir Alfonso?

Como tú digas.

Aurora marcó entonces en su celular el número del programa al que asistía Anita. La escuelita, le decían y de hecho era escuela combinada con sus terapias física, ocupacional, de lenguaje, etcétera. Como hemos visto, Anita para nada necesitaba la terapia de lenguaje, pero Aurora no la había objetado, como se opuso a que la refirieran a la psicóloga, lo que explica tal vez su exagerada reactividad ante sus intervenciones.

Sí, ya la llevé, llevamos. ¿Puede ya volver al Centro?

 

 

 

 

El famoso médico y explorador Fructuoso Irigoyen Rascón, autor de Cerocahui, avisa que acaba de aparecer su nuevo libro, Nace Chihuahua, Gabriel Tepórame y Diego Guajardo Fajardo, los forjadores, publicado por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. En el colofón dice que la edición es de 2019, sin embargo, a causa de la pandemia, apenas acaba de salir de imprenta este agosto de 2021.

martes, 26 de marzo de 2024

Vivo jugando a ver las vibraciones espaciales. Sergio Torres

Vivo jugando a ver las vibraciones espaciales

 

 

Por Sergio Torres

 

 

Vivo jugando a ver las vibraciones espaciales como realidades consensuadas mientras que mi cosmos interior refleja las miriadas de iluminaciones infantiles que ocurren frente a mí.

Vivo jugando a que el mundo solo refleja lo que mi espíritu proyecta y se convierte de inerte a vivo, de frío a cálido, de ausente a amoroso.

Vivo jugando a la poesía: así tu cuerpo es metáfora de la gloria divina y tu sexo es el pedacito de cielo en que me derrito.

Vivo jugando a que puedes amarme físico y vulgar como soy, desde las esferas etéreas en que tu espíritu transita; que comeré de tu carne como verdadera comida y beberé de tus besos sin pausas, sin prisas.

 

 

 

 

Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

¡Me lleva el tren! Aracely Sánchez Ruiz

Collage de Aracely Sánchez Ruiz

Yo opino/ la columna de Aracely

¡Me lleva el tren!

 

 

Por Aracely Sánchez Ruiz

 

 

Las vacaciones que acaban de comenzar son buen pretexto para viajar en el sexagenario Chepe, que diariamente sale de esta capital con destino a Los Mochis, Sinaloa. Anímate a disfrutar los paisajes más espectaculares del mundo cruzando la Sierra Madre Occidental a través de túneles y puentes que hacen de esta obra ferroviaria una de las más importantes de los últimos tiempos.

La cita es en la estación ubicada en las calles Méndez y 24ª, de donde el Chepe parte a las 6:00 horas. El abordaje inicia desde las 5:30, un amable sobrecargo te recibe y te indica a qué vagón debes subir. Acomódate en tu asiento mientras el tren empieza a moverse y sale silbando de la estación rumbo al suroeste. Es muuuy temprano, quizá todavía está oscuro: si quieres, toma tu cobija (aún están frías las mañanas), tápate hasta las orejas (como decía mi ma) y disponte a reponer el sueño que te robó la desmañanada.

A las 7:00 inicia el servicio en el vagón comedor. Qué te parece pedir unos deliciosos huevos con chorizo o con jamón, con sus frijoles refritos y tortillas de maíz (o si hay, de harina, sí, cómo no, con mucho gusto); o tal vez prefieras unos ricos hotcakes (¡mmm!) bañados con miel y mantequilla, acompañados con un café de olla; o, si la dieta lo exige, solo fruta con yogurt y granola (ni modo).

Alrededor de las 8:25 el tren llega a Cuauhtémoc, la ciudad de las tres culturas, antiguamente llamada San Antonio de los Arenales, situada en el kilómetro 400.5, a 2,194 metros sobre el nivel del mar.

Unos bajan, otros suben, el tren sigue su curso y dos horas y 20 minutos más tarde arriba a uno de los lugares más fríos del estado, en el kilómetro 533. Se llama San Juanito y es un importante centro maderero que se estableció en 1906, con la llegada del ferrocarril.

La tercera parada en el itinerario del Chepe es Creel, la entrada a la Sierra Tarahumara, fundada en 1907 y llamada así en honor don Enrique Creel, al suroeste se encuentra San Ignacio de Arareco, con su bello lago. Puedes bajar aquí para pasar una o varias noches, conociendo los lugares cercanos y cómo celebran la Semana Santa los lugareños.

Durante el Jueves Santo, los rarámuris escenifican peleas entre “soldados” y “fariseos” o “pintos”, en las inmediaciones de su parroquia de Cristo Rey. Al otro lado de la calle, frente a la Plaza Principal, se encuentra el templo de Nuestra Señora de Lourdes, donde los fieles celebran la institución de la eucaristía.

El Viernes Santo, los feligreses recorren las calles del pueblo representando el Viacrucis viviente, recordando el camino de Jesús hacia el Calvario, cargando la cruz.

Creel tiene lo suyo, puedes descansar en su plaza viendo la gente pasar, o bailar a los grupos de danza folklórica, o visitar su Museo de Arte Popular, para conocer sus artesanías, o entrar en alguno de sus restaurantes a degustar una exquisita comida.

En la Misión de San Ignacio de Arareco se lleva a cabo otro de los rituales donde los rarámuris danzan y cantan dando vueltas alrededor del templo, portando penachos o plumas, tocando tambores y golpeando sus espadas de madera en el piso.

Visita también el lago, uno de los más hermosos paisajes de la Sierra Tarahumara, con una longitud de tres kilómetros en forma de herradura ‒de ahí el nombre de Arareco‒ y una superficie de 40 hectáreas. Para los más aventureros tiene lugares para acampar, refugios e instalaciones turísticas administradas por la comunidad tarahumara.

También se puede pasear a caballo o en un vehículo todoterreno, o simplemente caminar por los alrededores disfrutando del sonido del agua y el canto de los pájaros.

Los rarámuris colocan en la orilla puestos de artesanías para atraer a los viajeros a comprar aretes, máscaras, plumas, pulseras, rebozos, tortilleros y otras mercancías.

Cerca de la Misión se halla un frondoso bosque de pinos y algunas cuevas, como la de Sebastián, donde se filmó en 1965 la película Tarahumara con Ignacio López Tarso.

A pocos minutos, en el Valle de los Hongos y el Valle de las Ranas, raras formaciones de piedra volcánica esculpidas por la erosión semejan estas figuras vegetales y animales.

En la orilla de la carretera se encuentra una gran piedra de forma muy particular, conocida como El Elefante, y más adelante un grupo de rocas imitan las pequeñas crías de paquidermo.

A una hora de Creel se encuentra el Parque de Aventura, donde los amantes de la naturaleza y del deporte extremo pueden explorar la Sierra Tarahumara de una manera diferente.

Un trenecito mecánico de tres carritos te lleva desde la entrada, haciendo una parada de diez minutos en el mirador de los Tres Cañones, donde se unen el del Cobre, el Tararecua y el Urique, hasta el centro del parque donde se encuentran las atracciones.

Elige entre el ZipRider, una tirolesa de 2,530 metros que se recorre en 2 o 3 minutos; un circuito de 5 kilómetros con 7 tirolesas y 2 puentes colgantes; la Vía Ferrata, con un descenso de 45 metros a rappel, puentes colgantes, gruta, el salto de Tarzán y escalada vertical; y el bosque aéreo, con una mini tirolesa y 12 puentes colgantes entre los pinos.

Mención aparte merece el teleférico, que cruza desde el mirador de Piedra Volada hasta Mesa de Bacajípare, donde un trío rarámuri entretiene a los turistas cantando, mientras esperan la próxima cabina para el regreso.

El tren hace el mismo recorrido todos los días con los mismos horarios, así que si decidiste quedarte en Creel, puedes abordar otro día para continuar el viaje y en el kilómetro 585 te encontrarás con El Lazo, un puente que cruza sobre sus propias vías formando una curva completa para empezar a perder altitud.

Cerca del mediodía el tren pasa por el pueblo de Pitorreal y un kilómetro y medio más adelante, mirando hacia la izquierda, se ve la Piedra de la Fecundidad.

Pasadas las 13:00 horas, el tren se detiene por cerca de media hora en Divisadero, donde puedes bajar y admirar la barranca en todo su esplendor, comprar artesanías, o comer unas deliciosas gorditas.

Pocos minutos después de dejar Divisadero llegas a Posada Barrancas, para luego encontrarte con formaciones rocosas inusuales, llamadas rocas pedestal o “hoodoo”, que se pueden ver a ambos lados del tren.

San Rafael es la siguiente parada, un importante punto de encuentro, donde se cambian los equipos del tren.

Seguimos hacia Cuiteco, que significa “colina en forma de cuello”, un antiguo poblado donde en 1684 el padre Juan María de Salvatierra estableció una misión.

Siete kilómetros más adelante está Bahuichivo, desde donde se puede viajar a Cerocahui, un pintoresco pueblito fundado en 1681 por el propio Salvatierra.

El último rincón de Chihuahua por donde pasa el tren es Estación Témoris, fundada por los jesuitas en 1677 como Santa María Magdalena de Témoris. En lo alto de la montaña se puede ver una placa con la fecha en que se terminó el Ferrocarril Chihuahua al Pacífico, el 24 de noviembre de 1961.

El Chepe sigue su curso hacia el suroeste para pasar por El Fuerte antes de llegar a Los Mochis, en el estado de Sinaloa.

Con una velocidad promedio de 50 km/h, el Ferrocarril Chepe recorre cada día más de 656 kilómetros a través de 18 túneles y 37 puentes que suponen una impresionante obra de ingeniería. La ruta Chihuahua al Pacífico es considerada una de las más importantes del mundo.

Desde 1961, el Chepe se aventura en los imponentes paisajes de la Sierra Tarahumara, hasta alcanzar el área que engloba las más representativas características de la cultura, historia y folklore tarahumaras, las Barrancas del Cobre, o Copper Canyon, como se conoce a esta región mundialmente.

Cuatro veces más grande que el Cañón del Colorado, este magnífico paisaje mexicano sirve como telón de fondo para uno de los más espectaculares paseos en tren en el mundo. El más cómodo y moderno tren de pasajeros te proporcionará una memorable experiencia ecoturística.

 

 

 

 

Aracely Sánchez Ruiz es licenciada en relaciones industriales egresada del Instituto Tecnológico de Chihuahua, trabajó 18 años en El Heraldo de Chihuahua, donde inició como correctora y los últimos doce años como reportera de la sección de espectáculos y cultura. Actualmente escribe notas y comentarios en Facebook.

lunes, 25 de marzo de 2024

Berlin. Beatriz Aldana

la columna de Bety

Berlin

 

 

Por Beatriz Aldana

 

 

El 6 de enero de 2024 fue día mágico. Había tenido una conversación con María Santísima y en ella me hacía esta pregunta: ¿Qué me depara este año 2024?

La respuesta se dio al día siguiente.

Sintonice Netflix, escogí al azar una serie y señalé el título: La casa de papel-Berlin.

De inmediato surgió una nítida conexión con el protagonista cuyo nombre es Pedro Alonso, cuyo personaje en la serie es Berlin: Andres de Funollosa.

Me extrañó mucho sentir esa conexión con el actor: muchas de sus actitudes, rasgos faciales y hasta la figura en extremo delgada se asemejaba sobremanera a mi persona.

Al día siguiente escribí en mi Facebook una reseña de esa serie, predominando el personaje de Pedro Alonso, a quien describí con este calificativo: ¡Hermoso!

Casi de inmediato recibí respuesta en mi Messenger donde me preguntaba:

―¿De donde eres?

―¿Cuánto tiempo tienes de ser mi fan?

―Cuéntame de ti.

Todo le respondí.

Establecimos una relación epistolar virtual.

Solo que yo tengo un defecto: soy temerosa de iniciar algo porque quisiera que no tuviese fin. Entonces, para no caer en el lugar común de simple fanática, opté por llevar la relación a un terreno poco usual, y este es: con mi religión católica como tema principal.

Esto fue la pauta para establecer una comunicación fraterna y espiritual. A lo largo de tres meses fue incrustándose en el pensamiento, y, por qué no? en el corazón de los dos. Ahora comprendo esa frase que empleamos bastante seguido: Los tiempos de Dios son perfectos.

Lo digo porque a inicios de 2024 predominaba en mí un gran desánimo, un por qué y para qué constante. No tenía respuestas. Ahora sí las tengo, me di cuenta que mi mente y mi corazón estaban abiertos a una ilusión, porque en realidad esa es la esencia de mi relación con el actor Pedro Alonso: totalmente una ilusión.

Nos separa una gran distancia no solo de kilómetros terrestres y aéreos, sino incluso todo un Océano que es el Atlántico, porque este ser maravilloso radica en la hermosísima Península Ibérica, para ser exactos, en Castilla La Nueva, o sea, la maravillosa ciudad de Madrid.

 

 

 

 

Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora y hoy escritora de su columna en Estilo Mápula revista de literatura.

Breve relato de mi relación con los libros. Benito Rosales

Cocodrilo Bit

Breve relato de mi relación con los libros

 

 

Por Benito Rosales

 

 

En mi casa, la casa de mis padres, no había libros cuando yo era niño. Las condiciones en que vivíamos eran precarias. Cuando nací, acaban de instalar la luz eléctrica de la colonia, vivíamos en un tejabán de barrotes de madera y lámina de acero, característica del norte de México. El abasto del agua era por medio de una llave comunitaria. Mi papá era chofer en un lugar donde compraban ropa de desecho para convertirla en trapo industrial, ganaba poco y lo poco que ganaba se le iba en cerveza y vino, tenía problemas serios con el alcohol. Era el único ingreso económico que tenía la familia. Con este cuadro no es difícil deducir que las necesidades eran otras, más básicas que comprar libros.

No fue así siempre: con el tiempo fueron mejorando las condiciones en que vivíamos, y si bien seguía sin haber lectura en el hogar, sí había la idea de que la educación era necesaria para “ser alguien en la vida”. Tuve la fortuna de que mi hermana Cande jugara conmigo a La escuelita y me enseñara a leer en preescolar, aunque, curiosamente, me comenta ella, yo no quería ir al Kinder, hacía rabietas cada que me llevaban a rastras. A mis 46 años tengo recuerdos vagos de ese tiempo, pero no tengo duda que así fue.

De la escuela primaria a la Facultad, mi relación con los libros está marcada exclusivamente en el ámbito escolar. No leía por placer o por gusto, o como distracción, leía porque tenía que leer para cumplir los deberes y aprobar la materia en turno, nada más. Mis pasatiempos eran otros. Siendo niño, en preescolar y primaria, tendía a jugar solo, con monos de plástico, barro, piedras, cajas de cartón, lo que fuera que estuviera a la mano. Más grande, jugaba la mayor parte del tiempo en la calle: era nuestro patio, jugaba con los vecinos a las escondidas, la cascarita, el bote volado, etcétera.

Más grande dibujar fue para mí todo, dibujaba todo el día, compraba cuadernos para rayarlos tratando de reflejar lo que había a mi alrededor. Fue la época en que cursaba la secundaria y la preparatoria. En ese momento pensaba que podía vivir del dibujo siendo rotulista, estudié en la Escuela Preparatoria e Industrial Pablo Livas técnicas de diseño y comunicación visual, aunque al final no pasó gran cosa.

Fue hasta que entré a la carrera de pedagogía, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León, que mi relación con los libros fue más allá del ámbito escolar. Un día, después de jugar toda la tarde en mi consola Sega Master System, me di cuenta de que le estaba invirtiendo mucho tiempo en pasar los juegos. Me pregunté qué utilidad tendría en mi vida hacerlo o no, me cuestionaba para qué me serviría, y si bien es cierto que me distraía y me desconectaba del día a día, no le miraba mayor beneficio. Me di cuenta de que debía reorientar las actividades de mi tiempo libre, y llegué a la conclusión que debía de leer, lo cual al final me ayudaría a pensar y a entender mejor mi entorno, a despertar la imaginación, como cuando era niño y jugaba en solitario con mis monos de plástico. Y a partir de ese día comencé a procurar tener un libro cerca, a leer en mis ratos de ocio.

Hoy, casi treinta años después, no veo mi vida sin los libros. En el carro traigo mínimo dos en la guantera, en mi mochila del trabajo también llevo uno o dos, y en casa, en la estancia donde paso la mayor parte de mi tiempo libre, tengo cuatro libreros, en la mesita del centro siempre hay libros; al igual que en mi recamara, sobre mi escritorio. Sigo leyendo en físico, pero también en digital.

Creo que leer, tener libros, es de las mejores decisiones que he tomado. Hacer el recuento de los beneficios que ha tenido la lectura en mi persona, podría sonar repetitivo a lo que se lee en los tantos artículos que circulan, lo que yo podría resumir en dos cosas, leer me ha ayudado: uno: a ser feliz; leer ha sido un refugio, y, dos: me ha ayudado a pensar; leer me ha permitido ordenar el pensamiento, como si leer fuera, como dicen tantas personas, una especie de gimnasia.

 

Domingo 24 marzo 2024

 

 

 

 

Benito Rosales Barrientos nació en Monterrey, ha participado en talleres literarios de su ciudad natal. Es autor de los libros: Sobre la cornisa del laberinto, poemas; Cuando estos cielos caigan como ojos de gato, poemas; Las flores del jardín, cuento, 2017; La niña y la serpiente, cuento, Metimos la pata, entre otros.

El eco de los recuerdos, episodio 4 El eco eterno. Almudena Cosgaya

Dintel de Almudena

El eco de los recuerdos, episodio 4: El eco eterno

 

 

Por Almudena Cosgaya

 

 

En la penumbra de la habitación, el doctor García despertó. A su lado, Elena, pero ahora Isabel. Los ojos brillaban con una tristeza antigua. Encendió una vela para iluminar la habitación y quizá para encontrar respuestas. La llama danzante parecía develar secretos, en las sombras, presagios.

Se volvería loco antes de lo que pudiera imaginar. Una voz detrás de él lo hizo sobresaltar. La voz, dulce y delicada, parecía surgir de las sombras.

—Bienvenido al otro lado —el sonido era un eco lejano—. Aquí, los secretos emergen de las sombras.

Recuerdos resonaba en su mente como un grito de abismo. Amor prohibido, la venganza de Damocles, espíritus en un limbo de niebla. De pronto la figura de Ramón apareció en un espejo roto.

—El umbral nos condena, doctor —dijo. La voz desesperada—. Estamos condenados a repetir nuestros. ¿Cree que pueda ayudarnos?

García dirigió su mirada hacia el libro antiguo. Las letras en sus páginas parecían moverse. El ritual debía completarse, pero ¿a qué costo?

—No tema —suplicó Isabel, su voz era otro eco—. Usted debe ayudarnos… anhelo descansar.

El eco de los recuerdos se intensificó haciendo trizas la quietud de la noche. El psiquiatra en la encrucijada.

Cuando tomó una decisión las paredes temblaron, el umbral se abrió de nuevo revelando un abismo de posibilidades. Ibrahim recitó las palabras que danzaban en las páginas de libro y la tormenta se desató.

El Sanatorio Santa Lucía permanece en pie, sus secretos atrapados entre sus viejas paredes de piedra. El eco sigue. El médico busca respuestas en un México de los 90 donde el pasado y el presente se entrelazan.

En 2024 los murmullos en el viejo sanatorio se siguen escuchando.

 

 

 

 

Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó su novela La maldición del séptimo invierno.

domingo, 24 de marzo de 2024

Máscaras. Carmen Julia Holguín Chaparro

Máscaras

 

 

Por Carmen Julia Holguín Chaparro

 

 

No iré a tu funeral, padre,

no sé cómo despedirme

de un desconocido.

No tengo la máscara

de llanto y tristeza

que se requiere

en estos casos.

No encuentro las palabras

que van a esperar

los parientes y mis amigos.

Enviaré en mi lugar,

quizá para que te sientas

menos solo,

a aquel adolescente

al que, quién sabe

por qué azares del destino,

acompañaste

en su graduación de secundaria

aun cuando no tenías

el antifaz adecuado,

ni lo conocías realmente,

ni supiste decirle,

ni aquel día,

ni nunca,

una palabra.

 

 

 

 

Carmen Julia Holguín Chaparro es doctora en literatura hispanoamericana por la Universidad de Nuevo México. Al lado de su trabajo académico, escribe cuento y poesía. Ha participado en encuentros de escritores en distintas partes de México, Estados Unidos y Argentina; hay textos suyos en antologías y revistas de México, Estados Unidos, España y Uruguay. Tiene dos libros de poemas: A tu prójimo amarás (2008) y El que tenga oídos… (2014).

sábado, 23 de marzo de 2024

Las chicas Gilmore tv. Cuquis Sandoval Olivas

Cuquis Lit

Las chicas Gilmore tv

 

 

Por Cuquis Sandoval Olivas

 

 

Las chicas Gilmore es una serie de televisión creada por Amy Sherman Paladino, clasificada dentro de los géneros de comedia y drama (2000-2016). Inició en Estados Unidos hace más de dos décadas, cautivando al público. Su trama se desarrolla en un pueblo ficticio cerca de la gran metrópoli en Connecticut; alberga los ideales, valores, costumbres y convivencia de las comunidades rurales, donde los habitantes conocen la vida de sus vecinos, se ayudan y apoyan mutuamente y toman decisiones en consenso para el bien común.

Los eventos culturales y las múltiples celebraciones son parte inherente de la trama, los espacios comunes, sueños compartidos, pérdidas e infortunios, el respaldo solidario que aportan los protagonistas con su temperamento y carácter distintivo con que se caracteriza a cada uno de los personajes, así como sus habilidades y destrezas.

Como en la vida misma, se vislumbran las clases sociales: quienes gozan de un alto poder adquisitivo, trabajo remunerativo holgado y vida en sociedad relajada, no por ello exenta de las vicisitudes y problemas cotidianos que aquejan al ser humano. Por otra parte, los que van sobreviviendo con el trabajo diario, la necesidad de acudir a préstamos bancarios tratando de adquirir algún bien material y los esfuerzos constantes de salir adelante.

Los pequeños empresarios desempeñan un papel significativo, donde cada uno aporta a la comunidad y a la vez hace de esto su modus vivendi, como el tendero, quien atiende la cafetería, la pastelería, la posada u hostal, las ventas en la plaza, la pizzería, librería, la escuela de baile y teatro, además de los establecimientos necesarios que brindan comodidad y bienestar en común.

Las relaciones familiares, las coyunturas y fricciones que se dan en padres e hijos; emociones, sentimientos y relaciones tormentosas que se van tejiendo cuando alguien quiere imponer la voluntad sobre los otros. Se abordan temas de familia, de relaciones generacionales, amistades, escuela, comunidad, música, interculturalidad y muchos otros más.

Las protagonistas brindan un escenario de aprendizaje permanente, el amor filial entre madre e hija es una constante a lo largo de la trama. Se vive con intensidad el crecimiento y maduración de Rory, tanto en lo personal, familiar, social como en el ámbito escolar. Ella es una chica dedicada al estudio, con metas y objetivos claros con respecto a su futuro, trabajando diariamente para alcanzarlas, sin permitir que le dañen u obstruyan su camino las personas difíciles que intentan lastimar su autoestima y seguridad, demostrando con acciones contundentes que la mejor forma de sobrellevarlas es ganándose su afecto y confianza.

La lectura se promueve a lo largo de la serie, desde su escuela secundaria Rory lee diversos textos y géneros literarios, vínculo que la acerca con Jess; se hace referencia a más de trescientos textos, el libro es su eterno acompañante al igual que una humeante y sabrosa taza de café. Se extrae de este contexto literario el desarrollo de las habilidades comunicativas tanto en la comunicación oral como escrita.

Los valores universales están presentes:  amistad, lealtad, compromiso, empatía, solidaridad, entre otros.  Esta serie presenta semejanza con la realidad, aportando veracidad, empatía y credibilidad a la historia; visualizando yerros y desaciertos, dudas e incertidumbres, el distanciamiento familiar y la percepción de las relaciones interpersonales con fracturas difíciles de subsanar.

Hay contextos determinantes, como el arraigo con el entorno familiar y comunitario, los vínculos afectivos de por vida que se tejen en la escuela, estrategias didácticas utilizadas por los docentes, las diferencias entre la educación pública y la particular, la coordinación y dirección de los encargados de estas, el costo económico que implica acceder y sostener una carrera en  un colegio privado, la vida universitaria, pero sobre todo, el compromiso del estudiante para adquirir los conocimientos necesarios y salir con un título que será su carta de presentación en el mundo.

A lo largo de siete temporadas permitieron reír con sus diálogos picarescos, sufrir por sus desventuras, llorar por sus pérdidas y emocionarnos por sus logros. Todos y cada uno de los personajes fueron acogidos con entusiasmo y expectación al conocer su trama y desenlace, haciéndolos parte de nuestra vida cotidiana

El final ha dejado abiertas las puestas para una continuidad. Esperamos con ansia que nuevos escritores se sumen al proyecto y logren tener el impacto y trascendencia que esta serie dejó en la mayoría de los televidentes.

 

 

 

 

María del Refugio Sandoval Olivas es doctora en educación. Ha publicado los libros Anhelos, sueños y esperanzas, Una rosa sin espinas y Dulce. Su obra aparece en varias antologías. Es columnista de El Sol de Parral y escribe un blog de literatura.

viernes, 22 de marzo de 2024

La experiencia literaria. Héctor Nabor Corral Ramírez

La experiencia literaria

 

 

Por Héctor Nabor Corral Ramírez

 

 

Más allá de la dicha y la desdicha

Más allá del sufrimiento

Más allá del comienzo

Más allá del morir

Más allá del vivir

Más allá del amor

Más allá de la soledad

Más allá del silencio

Más allá de lo aparente

Más allá de la veracidad

Más allá de la libertad

Más allá de las celdas

Más allá del dominio

Más allá de la justicia

Más allá de la cripta

Más allá del despertar

Más allá de la convicción

Más allá de los ideales

Más allá de los canallas

Más allá de los virtuosos

Más allá de los potentados

Más allá de la miseria

Más allá de los olvidados

Más allá de los pordioseros

Más allá la tradición

Más allá de la fidelidad

Más allá de la felicidad

Más allá de la ferocidad

Más allá de lo insaciable

Más allá de la podredumbre

Más allá del mar

Más allá del desierto

Más allá de los trigales

Más allá del cielo turquesa

Más allá de los astros

Más allá de las galaxias

Más allá del tiempo

Más allá del espacio

Más allá de la distancia

Más allá de los soles

Más allá de las lunas

Más allá de las constelaciones

Más allá del pensamiento

Más allá de la memoria

Más allá de las emociones

Más allá de la profundidad

Más allá de conocido y lo desconocido

Más allá de tangible y de lo intangible

Más allá del conocimiento

Más allá de la comprensión

Más allá de la conciencia

Más allá de la luz y las tinieblas

Más allá de la certidumbre

Más allá de la incertidumbre

Más allá de inmensidad

Más allá de lo finito

Más allá del infinito

Más allá del caos

Más allá del universo

Más allá de la nada

Más allá del vacío

No hay nada que revelar

Porque no hay nada que desvelar

 

 

 

Héctor Nabor Corral Ramírez es ingeniero, escritor y pintor. El canon regional señala que es uno de los cinco grandes poetas del estado de Chihuahua y, sin duda, el más valioso escritor de Ciudad Delicias, donde tiene su casa.

No se trataba de volver a verte. Cristina Corte

No se trataba de volver a verte

 

 

Por Cristina Corte

 

 

No se trataba de volver a verte. Se trataba de verte volver, pero eras demasiado cul

ero.

 

 

 

 

Cristina Corte es contadora y también lectora de alto rendimiento. Tiene una novela inédita que se llama El culpable. Publica poemas, fotos y relatos en redes sociales.

jueves, 21 de marzo de 2024

Una lucecita roja. Beatriz Aldana

la columna de Bety

Una lucecita roja

 

 

Por Beatriz Aldana

 

 

Mi amiga la doctora Fuentes, a quien llamo Stefie, regresaba de Nueva York, allá por noviembre de 2019. Me obsequio tres cubre bocas N95, que eran los que se usan en los hospitales.

Le pregunté la razón de ello; me dijo que en el Aeropuerto de N.Y. se lo habían exigido. Aquí en México aún no se sabía, o se estaba ocultando, la existencia de un virus llamado COVID 19.

La alerta se vino dando hasta marzo de 2020, donde se nos conminó a guardar cuarentena en nuestros hogares.

Toda esa situación de tornó alarmante, puesto que se desconocía totalmente el manejo de ese virus, que efectivamente si existía como «Coronavirus», pero este era más agresivo.

Pues bien: las alertas comenzaron vía televisiva, y lógicamente con la debida responsabilidad acatamos las indicaciones que proporcionaban las autoridades sanitarias. Pero, por desgracia al desconocer la agresividad del virus, la falta de información fidedigna, y un poco al estilo mexicano, algunas personas no le dieron la debida credibilidad a esta situación.

Esto conllevó tristemente a la perdida de la vida de siete personas de mis afectos. Y no nada más de era eso, sino que siempre los considere absolutamente necesarias en mi cotidianeidad: entre ellas mi médico de cabecera; mi maistro albañil que me solucionaba cualquier problema en casa, tres de mis mejores amigos que siempre estaban prestos para ayudarme en cualquier situación, y desgraciadamente, mi solidario compañero en mi Jardín del Abuelo.

Por fortuna nunca tuve contagio, ni siquiera resfrío en ese lapso de pandemia, aunque parezca extraño. Casi podría asegurar que fue de debido a que tomo cierto medicamento a diario, el cual siempre mantiene mi sangre muy fluida. Y por supuesto a una gran cercanía en oración con el Todopoderoso.

Esta fue mi experiencia en esos casi tres aciagos años de pandemia.

 

 

 

 

Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora y ahora escritora de su columna en Estilo Mápula revista de literatura.

Teratoma. Karly S. Aguirre

Teratoma

 

 

Por Karly S. Aguirre

 

 

—No quiero volver a la Facultad, estoy feliz tomando clases desde casa. No encuentro diferencia entre la modalidad virtual y la presencial. Los profesores dan su cátedra y nosotros anotamos, si queremos, lo que nos apetece del desfile de oraciones que sale de sus bocas. Me gusta estar en casa, tomar la clase desde mi habitación fresca, la cocina es la cafetería donde no tengo que hacer filas y además todo es gratis. No hay que acostarse con nadie para que haya papel higiénico en el baño. Y ni hablar de buscar lugar en el estacionamiento ―le dijo Melisa a su madre después de ver juntas en la televisión las noticias donde informaban que posiblemente en agosto de 2021 volvería la modalidad presencial en las escuelas.

—Pues sí, Meli, pero no todas las carreras son iguales, hay estudiantes que necesitan practicar su profesión, como los futuros médicos, por ejemplo.

*

En secreto, Melisa estaba disfrutando de la cuarentena. Guardaba respeto por los fallecidos, por las personas que habían sufrido la pérdida de un ser querido, aquellos que habían perdido su empleo y los emprendedores que habían tenido que despedirse de sus microempresas, pero desde su experiencia la cuarentena había sido la oportunidad perfecta para extirpar de su interior un terrible teratoma del alma que había comenzado a desarrollarse desde cinco años atrás.

Por el agitado ritmo de la vida cotidiana, antes no había tenido tiempo de reponerse de un par de traumas y se aferró con firmeza a algunas culpas que le hacían brotar pus de heridas. El teratoma del alma se hizo tan grande que dolía y punzaba. Necesitaba intervención de urgencia y entonces llegó la cuarentena, que a pesar del miedo y la incertidumbre era también un bucle suspendido en el tiempo, donde Melisa pudo sentirse segura y practicarse a sí misma una cirugía.

Su instrumental quirúrgico se componía de música, que a veces ocasionaba fluido lagrimal, a veces fungía como anestesia. Libros catárticos que eran antibióticos, y la liberadora escritura de un diario íntimo que era un bisturí y un vendaje.

Día tras día sacaba un poco del teratoma del alma y lo plasmaba en las páginas que ahora serían su hogar. Aquel teratoma con cabellos y dientes conformó un collage humanoide en prosa.

*

No importaba ya cuales habían sido aquellos dolorosos episodios en su vida que habían formado el teratoma. Seguramente todos podemos identificarnos con la circunstancia de algún dolor que nos asecha desde el interior y que poco a poco va encarnando en el cuerpo.

Luego de más de un año de estar en la seguridad de su casa, Milisa no estaba lista para salir de nuevo al mundo real, personas reales que lastiman, personas abusivas que con su olfato huelen a los vulnerables a kilómetros, injusticias pequeñas y habituales que van formando una gran bola de nieve que desencadena en desesperanza. La ansiedad de conducir en una avenida oscura donde no se perciben las franjas blancas sobre el pavimento.

Pero también extrañaba las ocurrencias de compañeros que le brindaban las risas necesarias para fortalecer el sistema inmune.  Los jardines de la Facultad donde cada tarde las aves practicaban su revista musical y regulaban el ritmo cardiaco. El viento que masajeaba la cabeza al entrar por su ventana al conducir y escaparse después de clases hacia algún café para compartir el pan y el chisme con los amigos.

*

—Me dijo Clarita que sabe de muy buena fuente que no habrá regreso a clases presenciales hasta el 2022, hija. Así que no tienes de que preocuparte.

 

 

 

 

Karla Ivonne Sánchez Aguirre estudió en el bachillerato de artes y humanidades Cedart David Alfaro Siqueiros, donde estuvo en el especifico de literatura. Actualmente estudia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH. Escribe relatos y crónicas en redes sociales.

Le quedó grande la bella. Raúl Herrera

Rollos cortos

Le quedó grande la bella

 

 

Por Raúl Herrera

 

 

“Había una vez un mercader adinerado que tenía tres hijas. Las tres eran hermosas, pero lo era especialmente la más joven, a quien todos llamaban desde pequeña Bella. Además de bonita, era también bondadosa y por eso sus orgullosas hermanas la envidiaban y la consideraban estúpida por pasar el día tocando el piano y rodeada de libros.” Así empieza el cuento de hadas tradicional francés, publicado por primera vez en 1740, por lo que La bella y la bestia no es un original ni propiedad de Disney.

Lo anterior lo digo porque al parecer decir La bella y la bestia es referirse a Walt, el del ratoncito, pero resulta que cinematográficamente hablando, antes de Disney ya se habían filmado dos versiones, la fancesa, de Jean Cocteau, en 1945, y la checa, de Juraj Herz, en 1978. No fue sino hasta 1991 que Disney hizo su versión animada –muy buena, por cierto–, que se convirtió en un clásico de los dibujos animados. En el 2014 se filmó una versión francesa que resultó mediocre en su guión y en las actuaciones, aunque contaba con generosos efectos generados por computadora.

En el 2017 se estrenó La bella y la bestia de Disney, pero con actores y muchísimos más efectos digitales, con abundantes canciones y una duración exagerada para un cuento infantil –dos horas y diez minutos–.

Aunque la banda sonora es buena, la película versión “live action” de la animación de 1991 carece de la magia de la original: la historia se alarga tormentosamente, se agregan canciones muy olvidables, se desarrollan subtemas incomprensibles –como el viaje en el tiempo a París–, la historia de amor no acaba por cuajar y, por si fuera poco, la digitalización de los personajes encantados carece de chispa y es fría, muy fría. La Bestia hecha en computadora rompe con las emociones, es difícil sentir empatía con un personaje así, que al principio ha sido mostrado como lo peor de lo peor. El filme se lo lleva Gastón, por mucho el mejor personaje de la película.

El papel de la bella aquí le quedó muy grande a la Watson. Emma Watson carece de carisma y le falta la humildad y sencillez de la bella original de Disney. Bella, quien debería mostrar sus emociones durante toda la película, no lo hizo. El rostro de la Watson durante todo el filme está distante, como si en lugar de actuar hubiera puesto el automático. Queda la sensación de que otras actrices pudieron hacer mejor ese papel. Afortunadamente no estaba sola, Emma Thompson y Ewan Mcgregor estuvieron bien.

Sin embargo, es de admirar la buena fotografía de Tobias A. Schliessler. Muy buena. Visualmente, la película sobresale por su magnífico diseño de producción –todos los sets, desde el castillo de la Bestia, hasta el salón de baile, el cuarto de Belle, y la taberna donde Gastón y LeFou tienen su número musical, lucen realmente increíbles–.

En fin, una película para ver si se es fan de La bella y la bestia o simplemente para comprobar si ha de creérseme o no, o nada más para perder el tiempo, mientras se comen palomitas de maíz.

 

 

 

 

Luis Raúl Herrera Piñón es el jefe de la Unidad de Cine de la Quinta Gameros desde hace 19 años, tiempo en el que ha privilegiado la difusión de la cultura, a través de cine de calidad. Durante años publicó en El Heraldo de Chihuahua su columna Rollos cortos, en donde hacía crónicas y crítica de cine.

martes, 19 de marzo de 2024

Hay días como hoy, el viento sopla allá afuera. Sergio Torres

Hay días como hoy, el viento sopla allá afuera

 

 

Por Sergio Torres

 

 

Hay días como hoy, el viento sopla allá afuera, estoy solo en la cama, he despertado tal vez demasiado temprano pero hace horas que el sueño se fue de mí. La madrugada cede su espacio a la mañana, mañana de nubes y viento y frío, de tomar el café solo, porque tú estás quién sabe dónde, quién sabe con quién, haciendo quién sabe qué cosas y yo te extraño en medio de una melancolía inagotable, meliflua. Escribo aún en la cama, el sol comienza a asomarse y el polvo en el ambiente regala un amanecer dorado. Todo sigue girando y tú no estás aquí. Bebes café de otras tazas y amas a otros con la misma pasión con que te entregas a perseguir el futuro. No sé si eres la que ya se fue o la que vendrá, solo sé que me faltas aquí, en el hacer el amor nuestro de todos los días, en la exasperante rutina de chocar nuestros mundos mientras construimos otro completamente nuevo, nuestro mundo, donde el amor es caldillo de papás y pasarte la sal sin que la pidas y comprarte una flor cualquier día.

 

 

 

 

Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

¡Jesús, María… y José! Aracely Sánchez Ruiz

Collage de Aracely Sánchez Ruiz

Yo opino/ la columna de Aracely

¡Jesús, María… y José!

 

 

Por Aracely Sánchez Ruiz

 

 

El título de hoy corresponde a una expresión de sorpresa que escuché muchas veces decir a mi mamá y a mi abuela. Y viene al caso porque este martes 19 de marzo el santoral marca la celebración de José de Nazaret, esposo de María y padre de Jesús, por lo que en países como Andorra, Bélgica, Bolivia, Croacia, España, Honduras, Italia, Liechtenstein, Marruecos, Mozambique, Portugal y una región de habla italiana en Suiza es el Día del Padre.

El nombre de José es de origen arameo y significa “Yahveh añadirá”, así lo explica el Génesis cuando describe el nacimiento de José, hijo de Jacob: …se acordó Dios de Raquel, oyó sus ruegos y le dio el ser fecunda. Esta concibió y, al dar a luz un hijo exclamó: “Dios ha quitado mi vergüenza”. Y le puso por nombre José, ya que decía: “¡Ojalá que Yavé me dé otro hijo!”

José fue el hijo favorito, por eso su padre le regaló una colorida túnica que fue la envidia de sus hermanos, ¿has visto José el soñador? “…amarillo, verde, azul, café, naranja, morado, rojo, salmón, plateado, negro, rosado, marrón, durazno, violeta, pistacho, rubí, dorado, turquesa, blanco, limón, oliva, fiusha, mostaza, carmín, púrpura, lila, ocre, gris… ¡ups! Perdón, me emocioné.

José de Nazaret aparece en los evangelios de Mateo y de Lucas como descendiente del rey David. Lucas narra que José aún vivía cuando Jesús tenía doce años, pero ningún evangelista lo menciona después, por lo que se presume que ya había muerto antes de que Cristo iniciara su ministerio público.

Era carpintero, por lo que hoy también celebran su día quienes se dedican a este noble oficio y, como soy hija y hermana de carpinteros, pues hoy dedico mi columna a mi papá, a Poncho y a Make.

Y es que, cómo olvidar el olor a madera cuando don Alfonso tenía el taller en la casa de la 26ª y jugábamos con los muebles que él fabricaba con sus manos, que ya habían perdido un dedo por una sierra. Mis hermanos seguramente recordarán aquella gran lancha (éramos tan pequeños que nos parecía enorme) que construyó para el señor Pinoncelli, o aquella caseta de taxi que estuvo un tiempo frente al portón, que nos sirvió de “base de operaciones” y hasta foto nos tomamos con los vecinos.

Volviendo a los antecedentes bíblicos, está José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero veladamente, por miedo a los judíos, quien reclamó el cuerpo de este para enterrarlo en un sepulcro vacío que había en un huerto cercano al lugar de la crucifixión.

Pero, ¿sabes de dónde viene el diminutivo de Pepe? ¿No? Pues dice Wikipedia que la hipótesis más plausible se basa en una traducción de Josephus y que originalmente era Josepe, al igual que el nombre italiano Giuseppe, este se redujo a “Pepe” por cercanía fonética. Pero la tradición lo explica como las siglas de Pater Putativus, o padre putativo, que nooo, no es un insulto, de acuerdo con El Pequeño Larousse, “…se dice del familiar que se considera legítimo, sin serlo”.

Pero en fin, como lo mío, lo mío, no es lo bíblico, sino el arte, la cultura y el espectáculo, pues hoy te hablaré de Josés famosos.

Y el primero que viene a mi mente es un humilde carpintero, fuerte y musculoso, con pantalón de pechera, camiseta a rayas y el lápiz en la oreja (como mi “apá”), cantando: … amorcito corazón yo tengo tentación de un beso (aquí es donde cierras los ojos y te imaginas a la Chorreada chiflando: tururururú)… mientras arma un barandal. Te estoy hablando del personaje de Pedro Infante en la trilogía de Ismael Rodríguez: Nosotros los pobres, Ustedes los ricos y Pepe “El Toro” que, por cierto, ¡eees iiinoooceeenteee!

¡Sorry! Me resbalé otra vez.

En este punto me regreso en el tiempo para mencionar al grabador, ilustrador y caricaturista hidrocálido José Guadalupe Posada, cuyos dibujos de escenas costumbristas y folclóricas criticaban la política y la sociedad de principios del siglo pasado. ¿Quién no ha visto alguna vez esa calavera garbancera elegantemente vestida, con su gran sombrero adornado con plumas, mejor conocida como La Catrina?

¡Vámonos a las Antillas! ¿Te suena: “Cultivo una rosa blanca en junio como en enero para el amigo sincero que me da su mano franca…? Pues es parte de un poema de José Martí, ni más ni menos que el iniciador del modernismo literario en Hispanoamérica. Fue un ensayista, filósofo, periodista y político habanero (como los chiles y las galletas), fundador del Partido Revolucionario Cubano y uno de los líderes de la guerra de independencia de su país, ¡belicoso, pues!

De vuelta en México, el jalisciense José Clemente Orozco se interesó en el arte inspirado por la obra de su tocayo Posada y destacó en la caricatura, la litografía y el muralismo. Seis décadas después de su muerte, el Museo de Arte Moderno de Nueva York abrió en su honor una exposición retrospectiva, la tercera de un artista mexicano y la sexta de un latinoamericano, después de Diego Rivera (1931), Cándido Portinari (1940), Roberto Matta (1957), Manuel Álvarez Bravo (1997) y Armando Reverón (2007). Uno de sus más valiosos trabajos es El hombre en llamas, pintado en la cúpula de la capilla mayor del Hospicio Cabañas, en Guadalajara.

En el mundo de la música tenemos al cantante y actor venezolano José Luis Rodríguez, a quien conocí en la telenovela Una muchacha llamada Milagros, donde la escritora Delia Fiallo se inspiró en Mi amigo el puma, un tema pegajoso que sonaba en la radio allá por 1973, en la voz de Sandro de América, para crear el personaje de un hombre enigmático apodado precisamente El Puma, como se le conoce desde entonces.

Al otro lado del “charco” nos encontramos con uno de los compositores españoles más prolíficos, José Luis Perales, autor de éxitos como Un velero llamado libertad o ¿Y cómo es él? Sus letras son poemas de amor, nostalgia y paz. Ha realizado 27 producciones musicales, tiene más de 510 canciones registradas en la Sociedad General de Autores de España y ha vendido más de 55 millones de discos.

Igualmente de la Madre Patria es el cantante, compositor y director de orquesta José Carreras, reconocido por sus interpretaciones en óperas de Gaetano Donizetti, Giacomo Puccini y Giuseppe (otro José) Verdi, así como por formar con Plácido Domingo y Luciano Pavarotti el proyecto musical Los Tres Tenores, con el que recorrieron el mundo entre 1990 y 2007. El 23 de agosto de 2015, el barcelonés cerró el 11º Festival Internacional Chihuahua, acompañado de nuestras tres orquestas más importantes: la Filarmónica del Estado, la Sinfónica de la Universidad Autónoma de Chihuahua y la Sinfónica de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.

Y en México no nos quedamos atrás, tenemos voces maravillosas como la de José Rómulo Sosa Ortiz, quien al convertirse en cantante decidió tomar el nombre de su padre (que a fin de cuentas era el suyo) y hacerse llamar José José. Comenzó su carrera tocando la guitarra y llevando serenatas, pero su gran oportunidad como solista fue en 1970, cuando participó en el II Festival de la Canción Latina, donde a pesar de su extraordinaria interpretación de “El triste” de Roberto Cantoral obtuvo solamente el tercer lugar, provocando protestas del público contra el jurado.

Y así llegamos a Chihuahua, tierra de don José Fuentes Mares, escritor, filósofo, historiador e historiógrafo, especializado en el México del siglo XIX. Su principal novela es Y México se refugió en el desierto, sin embargo, su obra es vasta y analiza a detalle múltiples temas. Obtuvo la licenciatura en derecho y el doctorado en filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue rector de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Impartió conferencias, cursos y seminarios en centros de estudios superiores dentro y fuera del país. Fundó y dirigió el periódico Novedades de Chihuahua y trabajó como comentarista del noticiero televisivo 24 Horas, con Jacobo Zabludovsky, en los años setenta.

Y del estado grande es el maestro José Lucero, pintor nacido en San Francisco de Borja, quien descubrió su vocación desde temprana edad. Estudió en el Instituto de Bellas Artes (hoy Facultad de Artes) de la Universidad Autónoma de Chihuahua, donde adquirió el lenguaje plástico como forma de expresión, que después llevó a la docencia. Actualmente está jubilado después de 30 años de dedicarse a la enseñanza.

Así que si te llamas José, eres papá o te dedicas a la carpintería recibe un fuerte y apretado abrazo, y ¡muuuchaaas felicidades!

 

 

 

Aracely Sánchez Ruiz es licenciada en relaciones industriales egresada del Instituto Tecnológico de Chihuahua, trabajó 18 años en El Heraldo de Chihuahua, donde inició como correctora y los últimos doce años como reportera de la sección de espectáculos y cultura. Actualmente escribe notas y comentarios en Facebook.

El eco de los recuerdos, episodio 3: El umbral. Almudena Cosgaya

Dintel de Almudena

El eco de los recuerdos, episodio 3: El umbral

 

 

 

Por Almudena Cosgaya

 

 

El doctor García se hundió en las páginas del antiguo libro. Las palabras, sombras danzantes, se retorcían ante sus ojos. La tinta olía a moho y a secreto. En su mente las imágenes cobraron vida: Elena, no como la paciente del sanatorio, sino como Isabel: una figura atrapada en un torbellino de misterios.

El México colonial se desplegó: calles empedradas, faroles parpadeantes y vestidos de encaje que zumbaban en el viento. Isabel, su cabello negro como la noche, trenzado, y sus ojos inquietos de color avellana, era el corazón dividido entre dos hombres.

Diego, el apuesto médico del sanatorio, poseía su alma. Sus encuentros furtivos en los jardines eran versos prohibidos. Las miradas se cruzaban, los labios se rozaban en una danza de peligro. El cielo su testigo del día y de la noche.

Y también estaba Ramón, el oscuro alquimista. Su piel pálida y ojos hundidos escondían secretos del tiempo. Prometía la inmortalidad. Isabel sentía su atracción como un veneno que se filtraba en la sangre. Era la tentación de lo que debe permanecer oculto.

Una noche bajo la luna menguante Isabel y Diego decidieron explorar el umbral. Se arrebujaron en un desván del sanatorio donde las velas titilaban como estrellas caídas. Palabras ancestrales resonaron en sus gargantas. El mundo se desdibujó. En el umbral se materializaron las sombras. Isabel, retrocedió, el valeroso Diego dio un paso por delante de ella para protegerla.

Espíritus emergieron de la penumbra. Almas rotas, historias sin resolver. Gemidos de venganza el aire. Diego se aferró a Isabel, y juntos enfrentaron a los espectros. Pero Ramón también estaba allí, su rostro desfigurado por los celos.

—El umbral dibuja vidas pasadas —susurró Ramón—. Rompe el tejido del tiempo. Nos atrapa en un bucle eterno, donde los amores y las traiciones se repiten sin fin.

Isabel luchó contra los presagios, su corazón dividido entre el médico y el alquimista. Las paredes del sanatorio temblaron. El doctor García comprendió que él también era parte de esta historia. ¿Acaso había sido Ramón en otra vida? ¿O Diego?

El umbral se cerró, dejando a tres seres enredados en hilos transparentes. Isabel, Diego y Ramón: un triángulo que trascendía la cordura. El médico, el alquimista y la mujer que los amaba a ambos.

En la penumbra del sanatorio García se preguntó en voz baja: ¿Quién soy en esta danza de almas? El libro antiguo seguía abierto, las páginas temblando como hojas de árboles en una ventisca.

El umbral aguardaba, hambriento de más historias por revelar.

 

 

 

 

Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó su novela La maldición del séptimo invierno.

Son cosas de la suerte de J.F. Benítez. Benito Rosales

Cocodrilo Bit

Son cosas de la suerte de J.F. Benítez

 

 

Por Benito Rosales

 

 

En marzo de 2022 Salió la primera edición de Son cosas de la suerte, novela breve de Juan Francisco Benítez, con el siguiente ISBN 9798439315666. La casa editorial fue Librerio Editores. El libro consta de 148 páginas, mide 12 x 20.5 cm. La historia está dividida en 13 capítulos, además de contar con prólogo y epílogo.

Narra la vida de una persona llamada Juan Antonio Morales al que todos conocen como Juanito. El autor se ha valido de un hábil recurso para generar cercanía: comienza con la plática de dos amigos, la cual da pie a la narración de la historia: la vida de Juanito contada por el mismo narrador personaje.  Con este argumento, la voz del discurso narrativo es en primera persona, lo que permite introducirse con facilidad a la historia, ya que el lenguaje es claro, sin palabras rebuscadas ni tecnicismo. El autor logró darle un toque natural y espontáneo. Con facilidad, el lector se siente parte de ese diálogo, como si fuese un personaje más en esa mesa donde los dos interlocutores hablan.

El libro comienza prácticamente desde el nacimiento del personaje hasta llegar a la adolescencia. Si bien la empresa parece arriesgada para una novela corta, J.F. Benítez logra salir bien librado y la historia, a pesar de los saltos en el tiempo, logra tener coherencia.

Juanito cuenta vivencias al lado de sus padres, dos personas sumergidas en una serie de carencias afectivas, económicas y sociales que nunca logran resolver y se llevan de encuentro a su primogénito.

Si bien los capítulos son melancólicos, la esperanza aparece en ciertos momentos: el deseo de vivir del personaje, su búsqueda por un mejor destino, su refugio en la escuela y en el trabajo son la llama que mantiene al lector deseoso de conocer el desenlace.

Al final la historia es triste, e inclusive, perturbadora.

En la contraportada dice que el libro está basado en hechos reales, que los nombres de los personajes fueron cambiados. La historia está ubicada en Monterrey, Cadereyta, Saltillo y Monclova, en los años sesenta y setenta del siglo pasado. Sus referencias hacen que quienes vivamos en el norte de México la sintamos cercana.

¿Listos para acompañar a Juanito en su travesía infantil al lado de sus padres? El libro está disponible en el perfil de Facebook del autor y en Amazon. Aquí va el link:

 

https://www.amazon.com.mx/Son-cosas-suerte-J-Ben%C3%ADtez-ebook/dp/B09WQVZMKZ

 

Benítez, Francisco Benítez: Son cosas de la suerte. Librerio Editores, México, 2022.

 

 

 

 

Benito Rosales Barrientos nació en Monterrey, ha participado en talleres literarios de su ciudad natal. Es autor de los libros: Sobre la cornisa del laberinto, poemas; Cuando estos cielos caigan como ojos de gato, poemas; Las flores del jardín, cuento, 2017; La niña y la serpiente, cuento, entre otros.