los martes
Salón de baile
Por Andrés Espinosa
Becerra
Baile dominical en la bodega de Ron Batey,
anunciado a cada momento
por la XEDZ en mis años de infancia,
entonces podía apreciar que el baile
se desarrollaba en ese lugar
y en el primer cuadro de la ciudad.
Otros bailes disfrutados fueron
los celebrados en la casa de tía Chabela;
después fueron célebres los de casa
de mi madrina Matilde;
se recuerda aún aquello de la falda galdiniana,
la falda de mamá mientras bailaba,
instituido en uno de los bailes famosos del 35,
en donde se reunían mis hermanos mayores.
Hasta ahí mi desenfado con el baile,
lo que siguió después
fue pantomima y un tanto de payasada.
Cuando cruzo el malecón del puerto
o la plaza de mi ciudad,
siempre me acosa esa pregunta:
¿por qué no doy rienda suelta con el baile?
Deseo amanecer un lunes,
saciado, pleno,
después de haber bailado intensamente
como manda el danzón.
Andrés Espinoza Becerra, Córdoba, Veracruz 1958, hizo estudios de literatura hispanoamericana. Tiene tres libros de poesía publicados: Quinteto para un pretérito (1996), en coautoría con otros autores; Los días que no duermen (2004) y Una casa con silencio y patio (2019). En 1996 gana el premio Cuauhtémoc de poesía con Domingo Siboney. Tiene algunos proyectos en espera de aparecer, como El ramalazo de los recuerdos y El árbol de los ciruelos.
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