domingo, 3 de enero de 2021

Cristina Corte. Sentencia anunciada

Sentencia anunciada

 

 

Por Cristina Corte

 

 

Siendo las cinco treinta de la tarde del diez y ocho de agosto del año dos mil diez y ocho, se dicta la siguiente sentencia:

Se declara culpable al Señor Pedro Leila Gutiérrez, por el delito de fraude, consignándolo a tres años de confinamiento en un Cereso.

Se levanta la sesión.

 

*

 

Fueron las palabras que emitió el juez.

Recuerdo el rostro del señor Leila, totalmente descarado. Y hasta, por qué no decir, con una sonrisa sarcástica. Es increíble lo que pasa por la mente de cada persona.

Saliendo de los tribunales me encontré con unos colegas; decidimos ir al café de al lado para compartir los pormenores de los juicios que nos habían tocado.

A uno le tocó la custodia de un niño de escasos once años, víctima del divorcio.

A otro se le encomendó la defensa de un asesino a quien sus celos enfermizos lo llevaron a matar a la esposa.

Mi caso era diferente: Llevar a prisión al señor Leila, de cincuenta años de edad, por el delito de fraude. Él alegaba ser dueño de unos bienes inmuebles, quince departamentos para ser exacta, ubicados en distintas zonas de la ciudad.

 

*

 

Un año atrás conocí a una mujer de cuarenta y cinco años, María Antonieta Romo Álvarez. Se encontraba en fase terminal debido a un cáncer de matriz. Me contó una historia de amor y del resultado de ello, que fue su hijo, llamado Alejandro Leila Romo, ahora un joven de veinte años.

El romance comenzó por una foto que se encontraba en exhibición en un prestigioso estudio: ella luciendo un traje hawaiano, exponiendo sus grandes ojos negros, boca roja, una figura con esas medidas que cualquier mujer envidia, noventa, sesenta, noventa. Preciosa dama, la verdad.

El hombre, un maestro de historia de una secundaria federal; un casanova muy hábil para la conversación y miren lo que es el destino: pasó por dicho estudio fotográfico y de ahí quedó flechado por la joven maestra de baile.

Consiguió su nombre y teléfono, ni tarde ni perezoso la llamó para pedirle una cita. Ella aceptó. Pero como es sabido, algunos hombres se van primero por la atracción sexual. Este logró su cometido y María Antonieta quedó embarazada. Después de eso, el tipo perdió el interés.

Durante la gestación él no se hizo presente, hasta que ella le avisó de los dolores de parto. Llegó su casa, la subió al carro y la llevó a la Maternidad la Luz.

El parto fue natural y rápido, así que para el día siguiente ya estaba en su casa sola con su hijo. El hombre lo registró con el nombre de los dos y ahí mismo le contó que estaba por casarse, así que por favor no lo molestara más, pues quería hacer su vida. El muy cabrón.

 

*

 

Pasaron los años. El tipo llegaba de vez en cuando, si bien les iba. Una vez al año. Hasta que ella le hizo saber del mal que padecía.

―Te pido que seas el albacea de nuestro hijo exclamó

Era dueña de varios departamentos. Él inmediatamente aceptó, para después cometer el fraude.

Obviamente el testamento estaba en litigio, debido a que él alegaba ser el concubino. No se salió con la suya, soy una litigante muy efectiva. Así que, mis queridos colegas, me voy tranquila pues se hizo justicia. María Antonieta ya descansa en paz.

 





Cristina Corte es contador público, egresada de la UACH desde 1983. Ha ejercido 39 años en la iniciativa privada. Fue maestra del CETIS 86 durante dos años y también fue contadora ejidal en Banrural. Tiene en proceso una novela autobiográfica, que inició hace tres años en talleres literarios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario