sábado, 23 de enero de 2021

José Alberto Díaz. Balas de fogueo


 

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Balas de fogueo

 

 

Por José Alberto Díaz

 

 

I

María corre hacia ninguna parte, tiene el rostro anegado en lágrimas. Se rasga las prendas, grita, disminuye la velocidad hasta desplomarse en el herbaje. Mientras golpea el suelo con ambas manos, exclama juramentos una y otra vez hasta que su voz se fragmenta. Su cuerpo se estremece. De repente, los alaridos que acompañan el llanto desesperado se apaciguan. Se repite continuamente en silencio que ella no quería eso. No, ella no quería eso.

 

II

Antes del inicio del rodaje de un episodio de la serie Encubrimiento, María contempla el rostro que le devuelve el espejo suspendido en la pared. Se acaricia las facciones y sostiene su propia mirada. Le desagrada lo que ve. Los ojos, ligeramente enrojecidos, son la evidencia de sollozo. “No más lágrimas”, murmura frente a la pulida superficie de cristal, como si sus palabras surgieran a través de la mujer que yace al otro lado del espejo para motivarse.

Sigue pensando en su coprotagonista, Daniel Reyna, el galán de las mil mujeres, el hombre al que ninguna se resiste, el Don Juan cuya labia es infalible. María recuerda la noche en la que no estaba convencida de ceder a sus encantos para tener relaciones sexuales; pero el canto de sirena del actor la embaucó, prometiéndole con palabras huecas la estabilidad de un noviazgo, algo que todas le envidiarían.

Accedió a los fervientes deseos de Daniel.

En la madrugada, mientras los dos yacían en la cama de un hotel fastuoso tras haber vivido una intensa noche, Reyna le dijo que no quería nada con ella. Hizo que se marchara y, a partir de entonces, jamás volvió a dirigirle la palabra, a menos de que fuera por cuestiones de trabajo.

La chica reniega de la remembranza y se dirige a uno de los camerinos; allí se pone unos guantes de látex, luego coge el revólver mágnum calibre punto cuarenta y cuatro, mismo que va a utilizar un actor para herir al personaje representado por Daniel en la filmación.

María sale con premura del camerino, cerciorándose de no ser vista por nadie. Espera en el sitio que le corresponde; pero su plan se retrasa por el inevitable temporal. Maldice al darse cuenta de la suspensión del rodaje. Maldice más cuando se percata de que el actor principal de Encubrimiento se divierte junto a varios colegas en su habitación del set.

A pesar de lo adverso de las circunstancias, su imaginación se desborda y se ve a sí misma visitando a su coprotagonista, malherido, en un carísimo hospital, en los días posteriores a su venganza. Le propina una bofetada con guante blanco al regalarle un bonito arreglo floral con la leyenda: “Alíviate pronto”. Finge sentirse acongojada, ofreciendo la actuación de su vida para no demostrar el júbilo en su interior, júbilo al contemplar a Daniel sumamente jodido y canalizado en la cama, mientras le dice en silencio: “merecido te lo tenías, cabrón”. Tarde o temprano, las estrellas terminan opacándose.

Los pensamientos de la chica se interrumpen cuando escucha una detonación que le congela la sangre. Una serie de gritos que provienen del camerino de Reyna la conducen allí. Abre la puerta de la concurrida habitación del set y se petrifica al contemplar la escena.

 

III

Daniel Reyna es uno de los actores más cotizados del momento. Su imagen atractiva, aunada a su carisma, lo ha llevado a ser el objetivo de diversos productores cinematográficos y de televisión. Los tabloides afirman que se ubica en el pináculo de su carrera.

En la actualidad trabaja en una exitosa serie televisiva; cuenta con el papel protagónico, que es un agente encubierto de la CIA, haciéndose pasar por modelo de ropa italiana. Acaba de renovar su contrato para una segunda temporada.

 

Daniel se encuentra en el set de filmación, es el albor del rodaje del séptimo episodio de la temporada. Las cámaras lo capturan mientras camina en las calurosas calles de una famosa ciudad en la costa del Mar Caribe.

La trama del guion, al menos dentro del estándar de la serie, es inusual: un transeúnte, que resulta ser un enemigo encubierto del personaje de Daniel, lo distingue entre la muchedumbre y le dispara en el vientre. El protagonista sobrevive; pero unos compañeros le ayudan a fingir su muerte.

 

Para infortunio del equipo de filmación, el clima se impone. Las nubes se precipitan; la tempestad hace que extras y peatones busquen refugio mientras apresuran el paso. El rodaje se suspende y el director insta a los actores a volver a los camerinos hasta que amaine la lluvia.

 

Reyna se reúne con un par de coprotagonistas en su habitación del set. La lluvia no cede, motivo suficiente para atrasar la filmación. Daniel bromea para matar el tiempo; unos le siguen el juego; otros vuelven a repasar sus líneas. La inquietud y la impaciencia comienzan a apoderarse de los actores. Reyna sigue intentando aligerar el ambiente, pero conforme pasa el tiempo la frustración se adhiere a su estado de ánimo.

Mira a su alrededor y descubre un revólver mágnum de calibre punto cuarenta y cuatro encima de una mesa; esa es el arma con la que le disparará su rival de la serie, la misma que María conoce y ha manipulado, sustituyendo las balas de fogueo con balas reales, pues la escena en el guion le había parecido perfecta para ejecutar su plan: un disparo entre la muchedumbre, separado de dos a tres cuerpos de distancia. La munición, había pensado la chica, iba a dar en el blanco sin provocar la muerte del codiciado galán del momento. Ella solo quería ocasionarle un poco de dolor. Hacerlo sufrir.

Daniel sujeta el revólver y contempla su cañón. Cuando uno de los productores irrumpe en el camerino para informar que la filmación se reanudará hasta el día siguiente, Reyna se coloca el arma en la sien derecha y exclama:

¡No puedo creer esta porquería! luego aprieta el gatillo.

 






José Alberto Díaz es licenciado en informática. Ha publicado los libros Cuentos para recuperar la cordura y Carta astral para el escéptico. Desde 2007 ha participado en eventos culturales y encuentros de escritores en el municipio de Cuauhtémoc, así como en la capital del estado de Chihuahua. Sus cuentos han aparecido en medios impresos, siendo el más reciente la Revista de literatura, lengua y cultura Ariwá. Durante algunos años participó como articulista en el periódico El Heraldo del Noroeste. Tiene una novela en proceso de traducción al inglés, La copa de nada, misma que se haya en Amazon en formato digital.

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