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Cinco razones
para creer en las sirenas
Por Luis Fernando Rangel
a las sirenas que existen y a las
que no, pues no
1
A mediados del siglo XVI dos
exploradores descubrieron una ciudad en las regiones más inhóspitas de la selva
amazónica. En ese lugar los nativos adoraban a un Dios en forma de pez que
reinaba desde la profundidad de los mares.
Se decía que algún día Dios mandaría
a su hija a la tierra para redimir los pecados del hombre y que una mujer de la
región sería la encargada de darla a luz.
Probablemente la hija de aquel
Dios sería lo más cercano a una semidiosa o a una sirena.
2
Juan de Vizcaíno en su libro Sobre las cosas del cielo nos dice que
hemos olvidado las alas de las sirenas. Por eso seguimos sin encontrarlas.
Mientras observamos el mar, ellas se pasean entre las nubes.
3
La vida nació en el mar.
El biólogo, poeta y teólogo
alemán Hans Blitz-Schultz sostiene la teoría de la vida marina como el origen
de la evolución. En su libro Tratado del
mar, o el origen de la vida, explica que Dios depositó (sembró sería una
palabra más hermosa y precisa) microorganismos en el agua que se desarrollaron
poco a poco hasta concluir en el ser humano.
Quizá por eso las antiguas
civilizaciones realizaban sus ritos funerarios en el mar: era una forma de
volver a su origen recordando de dónde venían y a dónde iban a parar.
4
Encontramos en los peces el
futuro de una nueve especie. Asustados, los aprisionamos en pequeñas cajas de
cristal como un recuerdo de la evolución y vemos en sus escamas y su memoria
inútil nuestro sentimiento de superioridad. Mientras, le rezamos a Dios que no
los deje evolucionar.
5
Porque sí.
Luis Fernando Rangel es licenciado en letras españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Actualmente es Jefe de Unidad Editorial en la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH, donde es editor responsable de la revista Metamorfosis y conductor del programa radiofónico El Pensador en Radio Universidad. Es autor de los libros Hotel Sputnik, Conversación de dos gatos, Poemas para un Lugar Común, Dibujar el fin del mundo y Los líricamente desmadrados. En 2019 coordinó el taller de poesía y la antología No haremos obra perdurable. Recientemente obtuvo el IV Premio Nacional de Poesía Germán List Arzubide con la obra Corridos de caballos.
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