domingo, 10 de enero de 2021

Patricia Ramírez García. Hormigas

 

Hormigas

 

 

Por Patricia Ramírez García

 

 

Diminutas hormigas se desplazaban a lo largo del cuarto, en la parte superior de la pared. Entraban y salían por entre los barrotes de la ventana buscando frenéticamente la luz, igual que Camilo.

El pelo de Camilo es cano, su cuero, marcado con surcos profundos, denota más de cincuenta años; son los que tiene en realidad. Sus ojos están tan apagados y mortecinos como la luz en aquel lugar.

Hoy será diferente.

Recibió la noticia esperada durante la mitad de su vida. Era día de visitas y él tendría la más importante de todas.

Espero no arruinarlo pensó en voz alta, mientras lavaba sus manos frías de nervios en ese lavabo instalado en la esquina de su celda.

 

*

 

Silvia tomaba su primera taza de café en la tranquilidad de la mañana, justo antes de que todos despertaran y todo se volviera un caos de prisas y pendientes por resolver. Estaba inquieta, pero ese primer sorbo mezclado con el aroma ácido y tostado le devolvieron la serenidad. Suspiro y se preparó para lo inevitable:

―Ya es hora, Carlos, se nos va a hacer tarde, ya levántate.

El calendario en la cocina anunciaba el inicio de agosto. Por la ventana se coló una ráfaga de aire otoñal con aroma a hojas secas anunciando que los días de verano habían quedado atrás.

Apresuró a pasar la mano sobre el cabello largo y rizado, apartándolo de sus ojos verdes que alguna vez enamoraron a Camilo. Bebió de golpe lo que quedaba de café y salió por la puerta tan solo con sus llaves y el celular.

Nos vamos Carlos, te espero en el auto.

 

*

 

Camilo se recostó en su litera. En las manos sostenía su única posesión: un libro viejo que resguarda su gran tesoro: una foto de los tres.

Recordaba, pensaba.

Éramos tan jóvenes. La felicidad nos duró muy poco. ¿Por qué tuve que reclamar esa herencia?, ¿Por qué no pude conformarme?

Era lo justo, pero todo se salió de control. El horror en su mirada moribunda, y esa expresión de incredulidad en su cara mezclada con la sangre que le brotaba de la boca y el pecho, aún atormentan mis sueños. La pesadilla recurrente que me recuerda porqué estoy aquí.

Fue un accidente. En realidad yo solo quería mi parte de esos quince edificios que había dejado mi madre por herencia. Cambiaría eso y más por mi libertad.

Ojalá pudiera viajar en el tiempo y evitar el accidente.

Quisiera borrar la imagen de él dando su último suspiro.

¿Por qué simplemente no me dio mi parte?

La mente del prisionero se atormentaba con ese monólogo cada vez que miraba la fotografía. Ahora solo quedaba esperar la hora en que finalmente estrían nuevamente los tres reunidos; aunque solo por algunos minutos.

 

*

 

Carlos iba en silencio desde que salieron de casa. Silvia intento relajarlo con recuerdos:

―Hace 20 años que naciste en este hospital le dijo al pasar por la Calle Sexta, frente a la Maternidad la Luz―. No puedo creerlo, ese edificio es tan viejo como tú bromeó, sin ningún resultado.

Finalmente estaciono Silvia su carro frente a la Peni:

―Reconocerás a tu padre en cuanto lo veas, no te preocupes.

 





Patricia Ramírez García es artista visual, egresada de la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Chihuahua, especializada en maquillaje para televisión y fotografía. Tiene dos exposiciones fotográficas en solitario y muchas otras colectivas. Actualmente trabaja en el Programa de Cultura Comunitaria, en el área  de Interacciones, de la Secretaría de Cultura de México.

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