El café
del olvido
Por
Rubén Alvarado
Tomo
café en el mismo lugar.
En esta
lluviosa mañana de domingo, no es fácil acostumbrarse a ser asaltado por los
recuerdos en el asfalto de los días.
El café
está amargo.
Miro
mis manos mientras escribo. Manos que tanta superficie han recorrido en busca
de sitios selectos.
Sí, soy
selectivo. ¿Sabes? Siempre lo he sido, pero no elitista, tal y como lo
asegurabas hasta aquel día en que cargué mis diccionarios para demostrarte que,
según los viejos de la lengua, no merecía yo ninguno de tus adjetivos. Sin
embargo, en el fondo me reconocía selectivo, porque sin duda te había escogido
a ti.
Anoche
soñé con mi abuela, la vi cómo se levantaba a media noche y, pronunciando sus
inentendibles rezos, buscaba en los cajones y roperos. “La busco a ella –me
decía– busco su recuerdo escondido en algún sitio de la casa”.
Con la
abuela aprendí a pensar de noche, a fumar cigarrillos sin boquilla. De noche
acostumbrábamos cazar recuerdos. Es precisamente lo que ella me ha propuesto
para esta noche: acabar con lo que queda de ti en mí. Pero esta vez huiré.
Estaré despierto hasta que amanezca.
Rubén Alvarado (1959 – 2008) estudió la carrera de lengua inglesa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Escribió cuentos y relatos de literatura fantástica y de narrativa realista. Trabajó en El Norte de Chihuahua, donde coordinaba una sección diaria de una plana completa llamada “Armario de Cronos”. Publicó en la revista El cuento y en otras publicaciones literarias. En 1994 apareció su libro de cuentos Cosas de la mala suerte, publicado por la editorial Climent i boldó.
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