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Tres poemas para llorar
Por Luis Fernando Rangel
Hombre triste
Aquella tarde un perro
no dejaba de verme
con sus ojos tristes.
Me limité a contemplarlo
hasta que se fue sin ladrar,
porque los seres tristes
nunca se despiden.
Lo siento, perro,
no puedo adoptarte.
Lo siento, perro,
yo también estoy triste
y también me voy.
La despedida
¿Cómo ver el mundo
con un par de cristales sucios?
Mis lentes no están rotos
sino llenos de polvo
Pienso que la memoria
es un cristal lleno de nostalgia.
Tengo la mirada sucia
y mis lentes no me ayudan a ver
sino a llorar.
La fuente
Desde la ventana de mi oficina
se ve una fuente que llora tanto como yo.
Y pienso que el azul del cielo
es un chorro de agua que la fuente arrojó
el día en que te fuiste.
Luis Fernando Rangel es licenciado en letras españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Es autor de los libros Hotel Sputnik (Tintanueva, 2016), Poemas para un lugar común (ICM Chihuahua, 2018), Los líricamente desmadrados (Ediciones O, 2020) y Dibujar el fin del mundo (UACH, 2019). Coordinó la antología de poemas No haremos obra perdurable (Sangre ediciones, 2019). Ha publicado en revistas y suplementos culturales: Tierra Adentro, Visita al patio, Punto en línea, Punto de Partida, Himen, Pliego16, Estilo Mápula, Hybris, Morbífica, Tragaluz, Sophía, entre otras. Actualmente es jefe de Unidad Editorial en la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH, director editorial de Sangre edciones, editor de las revistas Metamorfosis y Fósforo, así como conductor del programa radiofónico El pensador.
Me quedo con el del perro depresivo. Ojalá y hubiera sido un chihuahua cabezón y se haya tirado a las ruedas de una bicicleta.
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