Vamos a dar un paseo entre la resolana y la sombrita
Presentación del libro Retratos cotidianos
Por Jesús Chávez Marín
Cuando eramos niños la ciudad era un lugar fantástico, espacio abierto, inmenso, habitado por personas extraordinarias que a veces nos miraban pero que casi siempre pasaban indiferentes, ocupados en sus asuntos, con rostros duros, concentrados, la mayoría de las veces con el gesto agrio, parecían enojados.
A veces íbamos al centro y sentíamos llegar a un lugar distinto; a la vuelta de la esquina pasábamos por primera vez a una tienda donde la abundancia de frutas, juguetes, olores y sonidos. Pasaban enanos y señores elegantes, ancianos de ciento veinte años de edad y señoritas con vestidos preciosos y perfumado aroma, cuya presencia era un regalo.
¿En qué momento perdimos esa mirada?
¿En cual año de nuestra vida la indiferencia nos perdió y nos encontramos de prisa caminando con gesto de fastidio por una ciudad, la misma, que ya no nos importaba, donde ya eramos solo gente que pasa sin fijarse en nada y llega al banco a cobrar un cheque o entra a una oficina oscura y helada, llena de ruido sin armonía ni sentimientos.
Para algunos de los niños que ahora nos miran atentos, somos unos blandos monstruos del mal humor de los muchos que se aglutinan en las ciudades.
Para esos males existe el remedio. Son libros como este de Retratos cotidianos, escritores como Alfonso Chávez Salcido que nos corrigen la mirada, nos devuelven al asombro y a los colores de las cosas, afinan nuestros sentidos, nos llevan de nuevo a pasear por las calles y a escuchar las voces que habíamos perdido por andar aturdidos en las cuentas, las parrandas, las compraventas.
Lo primero que cautiva de este libro es hallarnos a la vuelta de cada página con personas y objetos reconocibles, que en la escritura son nuevos para nuestros ojos, para la imaginación. El tono del narrador nos incluye: somos nosotros, los lectores, quienes hacemos este viaje interior hacia pensamientos van naciendo en cada relato.
El narrador se presenta a sí mismo al inicio del texto:
Aquí estoy
rodeado de entes
tan móvil como el viento
viajero urbano
que relata el vacío
ámbito de todos
los que verán
con mis ojos
en estas letras
El tono de la prosa será complejo: no solo construye espacios narrativos con descripciones certeras y ágiles, sino además da voz a los personajes, recreando un lenguaje en cada uno de ellos, registrado con oído fino y escrito con gran belleza.
Aquí las voces populares se armonizan en el discurso formando una prosa que tiene cadencia poética. Quizá lo más original de este libro sea ese tono de contar historias donde ideas surgen con naturalidad, donde las imágenes logran una expresividad enérgica y claridosa.
El panorama en estos relatos está nutrido por una conciencia histórica muy sólida, una visión compleja de los usos y costumbres de la sociedad moderna.
Y aunque los modelos reales de los personajes de estas historias son personas concretas, con sus nombres propios y su vida verdadera, la anécdota que les da vida literaria está forjada con un punto de vista que los proyecta desde un ángulo con alto grado de significación.
No se trata solamente de contar una historia entretenida. El narrador busca trastocar el lenguaje para hallar la profunda humanidad del personaje, la situación dramática de los mismos lectores, involucrados en el juego literario, los ángulos y los filos de un destino colectivo.
La modernidad del género del relato ha abierto este tipo de textos hacia muchas posibilidades. El retrato literario, la viñeta, la prosa poética, el aforismo, la flecha rauda de algún dato histórico significativo, la secuencia del guión cinematográfico, la entrevista, la grabación de un monólogo, el ritmo pausado de un ritual, a todo acude el autor para establecer y sostener este pacto de comunicación entre el narrador y los lectores.
La mezcla de sensaciones es otro de los recursos efectivos. El barroquismo de las descripciones, la estridencia de ruidos que abunda en todas la ciudades, encuentran equilibrio en una prosa de gran sobriedad y de amplio registro. Escuchemos, como ejemplo, este fragmento:
A la ciudad la tocamos no solo con las extremidades, sino con la vista, el oído y el olfato. Calculamos la distancia entre nosotros y el auto que nos embiste, el oído reacciona ante el chirriar de llantas y los músculos de las piernas se tensan, espueleados por la adrenalina; el control físico para evitar el choque entre cuerpos en las avenidas enmarañadas de obstáculos.
Indígenas, niños de la calle, prostitutas, vendedores ambulantes, músicos, son aquí personajes entrañables. Otros relatos del libro tienen también distintos personajes, el espacio literario de su fábula está habitado por golondrinas, palomas y otros seres que comparten el entorno vital y son parte de nuestro destino común. Así en un pasaje, el autor narra esto:
Allí mismo, al amanecer, el ruido de miles de alas estremece al parque, se forman remolinos oscuros que inician el día en busca del grano, fruto o insecto para llenar sus insaciables mollejas. Y en la esquina trafica aburrimiento el caballo del hombre que acarrea tierra de hoja para los jardines, o fruta y verduras. El equino saluda con mirada triste a los perros que ladran a sus retumbantes cascos, acostumbrados al pavimento. En los barrios suburbanos y residenciales, al anochecer, se escucha el maullido de los gatos, con ojos fieros y brillantes que llaman a sus evasivas consortes ocasionales, para perpetuar la especie, y con agilidad trepan árboles y bardas en búsqueda constante, acabando a su paso con alimañas y ratones descuidados.
En otra parte también las estatuas y los monumentos son personajes, desde muros nobles o cuerpos de bronce de 60-90-60 nos acompañan y hacen sentir la pertenencia a un espacio y a un tiempo determinados, dan la seguridad de arraigarnos en un paisaje que nos da sustento.
Este libro es un bello retrato de Chihuahua. En su simbolismo nos sentimos aludidos y comunica su escritura un matiz de amabilidad y esperanza. No es un libro amargo, aunque relate de pronto tantas miserias cotidianas. Es un texto pensado con buen humor, con afecto por los seres humanos y confianza en la trascendencia de nuestro destino.
Este es un libro que enriquece la vida de quienes lean estos relatos.
Chávez Salcido, Alfonso: Retratos cotidianos. Editorial UACH, México, 2000.
Agosto de 2000
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