jueves, 15 de octubre de 2020

Rubén Alvarado. Federico

Federico

 

Por Rubén Alvarado

 

Las mujeres van rumbo a la cocina, cruzan el patio de la fuente sin voltear. Con las cabezas inclinadas, mudas, clavan los ojos en el piso, como si temieran que algo brotase de la tierra.

Entran en fila. Un inquebrantable silencio, amargo como hiel, les escurre por la garganta. Una a una, van siendo devoradas por el marco de caoba, semejan hormigas entrando por una rendija de luz. Cierran la puerta postigos, del tragaluz se libera un ligero resplandor.

Lo sé. Lo mismo que ayer y que otros días, saldrán envueltas en terco silencio para dirigirse al tapanco. Visitarán a Federico. A la luz de una luna de leche, sus rostros parecerán máscaras.

Salen, van con Federico, el desarticulado. Ingenuo juguete de fantasía, la suya.

Tus ojeras han de estar más tenues, casi pálidas, en la estepa del rostro. Jugábamos aquí, ¿te acuerdas? Bajo el limosnero. Siempre vanidoso, siempre preferido, las mujeres quieren hacerte cambiar de talante, creen que aún eres pequeño. Pobre audaz Federico, ya no paseas con papá. No quieres nada. Permaneces oculto, allá donde Julieta dejó sus muñecas: en el tapanco. Estás rodeado de mujeres y ungüentos. Tratan de convencerte de que regreses. No se dan cuenta que no quieres. Se los gritas con tus carnes amarillas.

 

 

 

 

 

Rubén Alvarado (1959 – 2008) estudió la carrera de lengua inglesa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Escribió cuentos y relatos de literatura fantástica y de narrativa realista. Trabajó en El Norte de Chihuahua, donde coordinaba una sección diaria de una plana completa llamada “Armario de Cronos”. Publicó en la revista El cuento y en otras publicaciones literarias. En 1994 apareció su libro de cuentos Cosas de la mala suerte, publicado por la editorial Climent i boldó.

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