jueves, 29 de octubre de 2020

José Manuel García-García. Reconstruir el pasado es un acto impredecible

lunes de jmgg

Reconstruir el pasado

es un acto impredecible

 

Por José Manuel García-García

 

 

I

Adriana Candia dio a conocer sus crónicas juarenses, primero en El Fronterizo (1981-1985) y el Diario de Juárez (1985-1986); luego las publicó en el Ahora (1986-1987), El Universal de Ciudad Juárez (que se convirtió en El Norte en 1990) y en la revista Semanario (2009).

Mujeres Eternas. Crónicas de Adriana (NMSU Arenas Blancas, 2017) es solo un muestrario de la obra de esta autora, el 90 por ciento de sus trabajos permanecen dispersos en las hemerotecas y en las Colecciones Especiales en diversas universidades norteamericanas.

 

II

Adriana escribió tres tipos de periodismo cultural: la crónica urbana (personajes marginales y líderes sociales); la crónica de eventos políticos (una visión crítica del poder) y la crónica personal (memorias de tono nostálgico).

Enumero algunas de las características del periodismo cultural de Adriana:

1. Sus crónicas son precursoras de un estilo conciso y de gran carga emocional (estilo que utilizará también Flores Simental en sus futuras columnas periodísticas dedicada a Ciudad Juárez).

2. Son crónicas dentro de una perspectiva feminista: influencias de Beauvoir y Fallaci.

3. Uso de giros idiomáticos locales.

4. Empleo de situaciones o personajes que representan una vida marginal, una alegoría social o la inmediata gratificación emocional de una diversión gregaria: bailes, celebraciones y rituales sociales.

5. Crónicas que son verdaderos relatos literarios de excelente hechura. Las palabras que Adriana le dedica a las crónicas de Raúl Flores Simental, sintetizan lo que ella misma logró en sus textos: un “tesoro de instantáneas”, “cápsulas de información”, retratos “donde aparece la esencia de lo que hemos sido y somos”, el dominio de “la frase, la palabra y la imagen exacta”, “una gran dosis de nostalgia”, un “toque lúdico”, “con su particular uso del lenguaje y la elección de una imagen especial arrancada del mismo pueblo”, crónicas que son retratos de “personajes, costumbres, rituales y pasajes urbanos” juarenses.

 

III

El libro Mujeres Eternas se divide en dos partes: las crónicas urbanas y las crónicas personales.

En la primera parte domina la narrativa (descripción y anecdotario sentimental) sobre diversos personajes marginales: la sirvienta que cruza todos los días a El Paso, la mujer que vive las falsas oportunidades del subempleo, la que se renta para el baile, la luchadora enmascarada, la que vende ropa usada, la indígena indigente, la soñadora que vive en la miseria absoluta. Son 23 crónicas breves.

La segunda parte del libro consta de 19 crónicas personales (memorias literarias): el momento en que la niña Adriana redescubre el amor familiar, las rutinas protagonizadas en la marginalidad económica y la fortaleza diaria (vista desde el gran prisma de la humildad luchona). Recrea también: los recuerdos de los juegos infantiles (idealizados por la memoria), las casas, las voces y los rostros de antiguos vecinos (ahora muertos), y la maravillosa transformación del mundo (el barrio) gracias al make up de la nieve decembrina.

 

IV

Comentaré ahora varias de las crónicas de Adriana:

1. “Las tropas de entonces”. Describe a quienes a diario cruzaban el puente internacional para ir a trabajar a El Paso, Texas: “De mi barrio salía una vendedora, un obrero de la construcción, una sirvienta, un conserje, un sastre”, “el sastre que cosía casimires en el sótano de la Casa Blanca, bajaba la loma de la colonia corriendo, como una aparición: nunca nadie lo vio sin su sombrero de ala corta y su plumita, el impecable traje gris y los zapatos bien lustrados que hacía pensar a muchos, cómo nunca los empolvaba”.

2. “Mazahua”. Una indígena en Juárez. Su nostalgia es tan grande como su pobreza: “Se acordó de aquel paisaje de Toluca que miraba cada mañana al despertarse. Un cielo amplio y limpio bordeando el cerro y sus verdores, confundiéndose con el humo de las casitas recién despiertas”. Ahora es un ser invisibilizado por la xenofobia y la extrema miseria en que vive.

3. “De congénitos trabajos”. Son dos niñas invidentes que “trabajan” en uno de los puentes internacionales: leen trozos de un libro en braille, y ese día las descubre una reportera, con la que conversan. Es una crónica que une la empatía y tristeza por la suerte de las dos pequeñas.

 

V

Hay crónicas dedicadas a los salones de bailes:

“Ellos cobran la edad” es sobre los jóvenes que cobran por bailar con ancianas. La cronista describe el maquillaje, la vestimenta y la alegría de las mujeres.

“Jovencitas por dentro”, es otro sitio, donde las mujeres de 70 o de 80 van a divertirse, a bailar y a ligar (si esto es posible): “Sus novios les compran cerveza de bote, o cigarrillos de marca marinera y las tocan poco, porque la norma es vivir como hace cuarenta o cincuenta años. A sus años ninguna tiene compromisos con hijos o marido, porque la viudez por un veterano o la soltería por una eterna espera se los impide. Por eso cuando alguno les pide una cita para la próxima semana, iluminan su rostro con una sonrisa casi desdentada y vuelven a soñar que el tiempo no ha transcurrido desde 1940 hasta el 87. Y es que la vejez la llevan en el cuerpo y la juventud la cargan en el alma”.

Por último, menciono la crónica “Baila Dolores, baila”. Es sobre una mujer que por años trabajó barriendo un cabaret de strip-tease, deseando ser una bailarina, y pasaron los años, y un día, comenzó a bailar en las banquetas, ya vieja y limosnera.

 

VI

Las crónicas personales son relatos donde se mezcla la crónica urbana y el recuerdo de un personaje o de un evento particular. Veamos algunos ejemplos:

1. “Del color del viento” es sobre una maestra que dedicó su tiempo y salario a sus alumnos, sin esperar ninguna recompensa económica a cambio. La descripción de profundo cariño hacia este personaje, la misma emoción la encontramos en “De viejas espumas” que trata sobre una mujer dedicada a lavar ropa ajena.

2. “Descubrió la espera”. Es el momento parteaguas en la vida de la cronista, cuando se entera de que está embarazada y su vida cambiará para siempre: “fue hasta la madrugada número cuarenta y dos cuando ella abrió los ojos en medio del abismo con un arroyo salado y dulce mojándole todo el rostro. Con un volcán de felicidad que le empezaba a crecer desde el vientre y estallaba en carcajadas para traspasarle finalmente el alma, el cerebro, todos los sentidos y hasta uno nuevo que la hizo entender: Tengo una hija”.

3. Adriana incluyó en esta sección otra crónica: “De partos” que habla del contraste entre el nacimiento de la cronista y el de su hijita. Son textos de gran intensidad emotiva.

4. “A la puerta’. Crónica dedicada a los vendedores ambulantes, los que ofrecían con sus gritos yerbas medicinales, golosinas, tamales, etcétera: ‘Todos estos hombres hacían un alto en nuestras sencillas vidas por unos minutos cada día; pero se quedaron en los recuerdos de aquellas calles polvorientas. ¿A dónde habrán ido ellos y cómo habremos quedado en su memoria?”.

5. Por último, menciono la crónica “Nieve”. La caída de la blanca nieve cubría la ciudad, le quitaba lo fea, la convertía en una imagen bella, feliz, memorable.

 

VII

Mujeres Eternas es un tour de force de nostalgias juarenses. Y es una colección de relatos literarios de gran calidad narrativa. Adriana sabe que la vida es brevedad impredecible, que los escritores-poetas (como es ella) han heredado la necesidad de reordenar el pasado mediante la palabra escrita, es decir: mediante la imaginación y la memoria que es el imperio de la buena literatura.

 

 

 

 

 

José Manuel García-García es autor de muchos libros, la mayoría de ellos publicados, entre ellos estos: Estados de asombro. Entre aforismos y micropoemas (2016), GUARDA-QUIMƎRAS (2016), Microagniciones (2015), Piezas para un poemario (2014), El libro de las islas perdidas (2012) Guardamemorias (2005), Literatura juarense (Inicios de modernidad) 2017, Literatura juarense (Escenas de guerra) 2017, La obra de Jesús Gardea. Hacia una mereología estética (2017) y Ciudad Juárez, versiones de una Toma, 1911 (2011). Fue coordinador del Taller Literario del Museo de Arte (INBA, 2000-2007) y lo es del Taller Literario Pizca a las 6:30, Las Cruces, desde 2011. Ha sido editor de una veintena de libros de diversos autores, de Armario (suplemento cultural de Semanario, ciudad Juárez, 2000-2007), de las revistas Noesis (UACJ) y Arenas Blancas (NMSU). jmgarcia@nmsu.edu

No hay comentarios:

Publicar un comentario