miércoles, 21 de octubre de 2020

Guadalupe Ángeles. No fue agónico el gesto con el que dibujé tus órganos internos

Por Guadalupe Ángeles

 

No fue agónico el gesto con el que dibujé tus 

órganos internos

luego los cubrí con líneas de tinta negra

Era esa bolsa amniótica otra imagen de tu 

sonrisa

Era esa precaria representación de tu fémur 

el que oculté

apresando el impulso momentáneo de ver tu 

sangre sobre mis brazos

en la palma simple de una de mis manos.

Podría afirmar ahora que dibujé así algunas 

de las mil maneras para entender

el violento espasmo que me acomete cuando 

con palabras abres abismos

en ese sitio cuyo nombre no conozco pero 

me habita enteramente.

No hay en el suelo restos,

ninguna nube ha deletreado en su fisonomía 

la forma de ese hondo camino

hacia donde no sé,

es así que con calma recito posibles 

transformaciones:

“cámara de gas”, “ilógico artilugio que hace 

desaparecer las moscas”,

“verde línea abierta a veranos muertos”.

 

Todo quizá porque ayer en el espejo 

encontré tus ojos.

Mira (tu mirada decía) no somos molinos de 

viento.

Pero un poco de café tostado tus ojos sí son

ellos no saben que el sabor irrefrenable de la 

totalidad me arrastra

y a veces olvido que tu cuerpo es un 

fragmento de eternidad

¿cómo pedirle comportamiento de absoluto a 

un joven árbol,

a una rama sin párpados, lo que tu esqueleto 

no es?

Pero a cada nombre con que bautizo este 

delirio

vuelve la imagen de esa cárcel de líneas 

finas

(dentro la sustancia concreta que conecta 

todo músculo)

como si dibujarte fuera ennegrecer mi 

nombre último

el primero con que por la mañana me nombro

 

Inútil fabricar intuiciones inexistentes

cuando las palabras hacen el correlato de 

tanto abismo que

ver, tocar, oír

(actos a los que pertenecemos)

nos devuelven la certeza:

no de infinitud estamos hechos

no de nombres se arma el entramado de 

nuestros cuerpos,

por ello arrebato al instante un cierto miedo 

que son varios:

 

Descombrarse

Desmembrarse

Descolocarse

Antropofágicamente identificarse

Reconvenirse

Resolverse

Denostarse

Hablarse

 

Hago un solo símbolo con todos ellos

(¿ave deshojada? ¿rayo intermitente?)

y me dispongo alegremente a revolver los 

cajones de tus pensamientos

pero nada he de encontrar

acaso solo objetos irreconocibles,

frutos de tu muy particular paraíso, vedado a 

los ojos de los demás.

 

 

 

 

Nació en Pachuca, Hidalgo fue directora de la revista Soberbia. Ha colaborado en Ágora, El Financiero, El Informador, El Occidental, La Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y Espéculo. Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación.

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