martes, 29 de diciembre de 2020

Heriberto Ramírez Luján. La labor

 

La labor

 

Por Heriberto Ramírez Luján

 

Todavía la olla conservaba algo de calor, en su interior se hallaba un suculento chile colorado con carne y frijoles graneados. Mi hermano Saúl había llegado con esas provisiones preparadas por nuestra madre desde Ojinaga, hasta esta otra labor donde mi padre se empeñaba en hacer producir algodón, a las riberas del Bravo o del río Puerco, como le decían en los alrededores.

Me pareció que nunca había probado un chile colorado con esa sabrosura suculenta.

Un día antes habíamos empezado las labores del riego. El tractor Farmall super M le daba movimiento a la bomba que succionaba el agua para enviarla por la tarjea hasta los sedientos surcos, pues el viejo sistema de riego por gravedad ya no alcanzaba a llegar hasta nuestras tierras.

Así transcurrió todo el día, cuidando de cargar gasolina cada cierto tiempo y procurando que cada planta recibiera su dotación. Lo mismo fue por la noche, caminando entre los surcos con una lámpara de petróleo en la mano y la pala en la otra, con los sobresaltos de descubrir unos ojos rojos que me miraban desde la oscuridad, hasta darme cuenta de que eran perros de visita. Así fue hasta la llegada del sol, en que hube de sortear la amenaza pestilente de un zorrillo.

Sin darme cuenta del tiempo, había pasado mi primera noche en vigilia y trabajando.

Sentí que ya era un hombre.

 





Heriberto Ramírez Luján, filósofo mexicano, redacta la lógica con precisión de cirujano. En sus ensayos y libros de filosofía y también en sus textos literarios. Sobrio y elegante profesor, el estoicismo es divisa de su estética. Y de su gran estilo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario