La cuñada de Woody Allen
Por Patricia Laurent Kullick
Yo, como el cuñado de Woody Allen, tengo lo contrario de la
paranoia: creo que le caigo bien a todos.
Esta enfermedad me ha traído muchos problemas. Mientras no me
entere, sigo con mis chistes, bromas, citas, aforismos y metáforas que van
logrando una metástasis en el hígado (ya necrosado por mi sola presencia), de
mi nuevo enemigo, el que sea.
Donde más he conseguido enemistades, es en los colegios
privados.
La mayoría de estos ejemplares son excelentes maestras, según
el sistema educativo actual: obedientes, siguen el sistema al pie de la letra,
odian a los niños mal portados, bulean a los desordenados, no tienen sentido
del humor y sus niños favoritos son los que no las necesitan, pues ya vienen
con un bagaje académico de puros dieces y premios.
Las he visto aplastar niños en los recreos, a los cuales
después de unos minutos, yo me he acercado para decirles algo muy bonito y
hacerlos sonreír.
La última fue una maestra que, literalmente, arrastraba a un
niño de quinto año hacia la dirección. Me pareció el momento perfecto para usar
mi sabiduría Pink Floyd y le dije:
―Hey, teacher, leave that kid alone.
Hasta la fecha, no me he podido deshacer del vudú de su
mirada.
The end.
Patricia Laurent Kullick, escritora mexicana, ha publicado los libros de cuentos Esta y otras ciudades, Están por todas partes, El topógrafo y la tarántula e Infancia y otros horrores. Las novelas El circo de la soledad, El camino de Santiago (Premio Nuevo León de Literatura 1999) y La giganta. Y otros libros. Su obra aparece también en antologías y revistas literarias.
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