domingo, 6 de diciembre de 2020

Patricia Ramírez García. El cuento es que no he podido escribir un cuento

 

El cuento es que no he podido escribir un cuento

 

 

 

Por Patricia Ramírez García

 

 

 

Todo cuento empieza con varias premisas, este no es la excepción. Las especificaciones que me ha dado mi profe, y con las que debo crear un cuento para la clase de Taller Literario, son las siguientes:

1. Tres valiosas joyas tiradas a un lado del canal del Chuvíscar, a la altura del Santuario.

2. Una pareja en ruinas.

3. Un niño de siete años que sufre.

4. Espacio narrativo: ciudad de Chihuahua.

5. Tiempo narrativo: diciembre 2019.

6. Una abuela lejana.

7. Voz de la narradora: en primera persona gramatical: Yo.

Érase una vez yo vomitando palabras e ideas sueltas sobre mi hoja blanca, el terror de cualquier creativo; así ya no se ve blanca, que tontería, pero funciona, normalmente; hoy no.

Comencé por el final. Uno feliz, escrito con la primera especificación: tres joyas tiradas en el canal del Chuvíscar, a la altura del Santuario; conozco bien esa área y podría describir un buen escenario para el encuentro de esas tres hermosas joyas por los dos personajes principales: una pareja en ruinas. Mi amigo y compañero de trabajo vive con su esposa justo en frente del Canal,  al lado de la Cruz Roja, la cual también he conocido en su interior. Hace años atrás vivía con mi familia por la Doce de Octubre, a unas cuantas cuadras del Santuario. Mi papa se cayó de la azotea y se destrozó el brazo; entré a la Cruz Roja por la puerta de urgencias, descalza y con la sangre hasta en el cabello.

Pensé que ahí en la Cruz Roja ubicaría a mi tercer personaje de la lista, un niño de siete años que sufre. Finalmente no me agradó la idea; tal vez podría ser un niño que sufre porque ha tenido que caminar por el Canal con sus padres, ellos no tienen para pagar el camión, o tal vez sufre por que el Canal desprende un infernal aroma a estancado y orín de los vagabundos, o porque ha visto en el fondo a un perro abandonado como basura intentando salir a la superficie, sin mucho éxito; muchas y terribles opciones.

Demasiada tragedia para comenzar a escribir.

Mi página sigue en blanco.

Podría hacer otro intento con el tiempo narrativo que me han indicado para este cuento: diciembre 2019, pero es un mes que quisiera desvanecer del calendario, y yo con él. Diciembre del 2018  ha hecho desaparecer cualquier alegría que pudiera traer ese mes en cualquier año que venga en adelante, y hay que hacer esfuerzos por mantenerme cuerda entre el pesar y el alboroto navideño.

Definitivamente no quiero hablar sobre diciembre.

Hagamos otro intento.

Esta vez podría empezar con un flashback de la abuela lejana, mi especificación numero cinco, platicando la historia de cómo, muchos años atrás, ella y su esposo estaban en bancarrota. Al dirigirse un 12 de diciembre hacia el Santuario a pedirle socorro a la virgencita, se encontraron con esas joyas por Canal, a la altura de la Cruz Roja. Podría funcionar.

Pero son casi las doce del sábado, mi horario límite para enviar mi cuento; no habrá cuento si no empiezo a escribir, aunque sea una queja del cómo no he podido escribir un cuento.

Ay.

 





Patricia Ramírez García es artista visual, egresada de la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Chihuahua, especializada en maquillaje para televisión y fotografía. Tiene dos exposiciones fotográficas en solitario y muchas otras colectivas. Actualmente trabaja en el Programa de Cultura Comunitaria, en el área  de Interacciones, de la Secretaría de Cultura de México.

1 comentario:

  1. ¡Fabuloso texto! Cuánta imaginación, no se me habría ocurrido algo así, nunca. Felicitaciones

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