El pesimismo fue
su triunfo
Por José Manuel García-García
I
Emil Mihail Ciroan: Ese maldito yo, 1987. Aveux
et Anathèmes, 1987. Autor de culto, escritor liminal: sus fragmentos
aforísticos son filosóficos y literarios.
En párrafos breves tasa sus ideas en girones que van del
pesimismo irónico, al desengaño sin amargura precisa: ambigüedad en la
brevedad, barroquismo en la transparencia de estilo: grado óptimo de la
escritura.
Su voz literaria es la de un escéptico radical: ha renunciado
al optimismo sisífico, que a cada paso tropieza con el desengaño, para caer en
el abismo de la desesperación pasiva, prefiere la desilusión dosificada en la
expresión memorable de la frase aforística (herencia-Nietzsche), tal es el
vehículo de su nihilismo a cuenta gotas.
El placer de impartir consejas en hojas Gallimard, el gozo
de citar o polemizar en secreto con filósofos y poetas obsesivamente releídos.
II
Lo que sigue es la inescapable reunión de ejemplos (en
orden caótico).
Anoto el primer aforismo y su respectivo micromentario:
1. “¡Si supieran los hijos que no he querido tener la
felicidad que me deben!”. No-ser es no sufrir la dolorosa fugacidad de la vida
y/o la angustia cotidiana de esa intrascendencia (¿para qué sufrir todo ello?).
2. “Quien no muere joven, se arrepentirá tarde o temprano”,
la longevidad es sinónimo de errores continuos, la suma de fracasos suficientes
para amargar al más ilusionado. Ciroan asegura, en este sentido, que “solo
pueden considerarse plenamente realizados los destinos rotos”. Somos así,
proyectos truncos, historias inacabadas, existencias fragmentadas, por ello
escribe:
3. “Su destino fue realizarse a medidas. Todo estaba
truncado en él: su manera de ser tanto como su manera de pensar. Un hombre de
fragmentos, fragmento él mismo”. ¿Lo único memorable? La fractura social, la
separación familiar, la ruptura emocional:
4. “Los únicos acontecimientos importantes de la vida son
las rupturas. Ellas son también lo último que se borra de nuestra memoria”.
Nuestra organización social está hecha de suturas y rupturas, de fisiones y
fusiones. Lo mismo sucede con nuestro organismo. Aceptemos la desintegración
permanente, así como el momento de la reintegración funcional de un orden y su
fugaz y frágil equilibrio. Individuos fragmentados, sociedades escindidas, tal
es la aventura biológico-social humana.
Ciroan tiene en su voz narrativa un personaje que de alguna
forma goza de una misantropía impasible, mezcla de Diógenes y Heráclito (y en
el fondo, mucho de Séneca).
III
Otros aforismos:
1. El tema del sueño y el insomnio: el sueño es “el
antídoto ideal contra las congojas”; el insomnio, por otra parte, amplifica “la
mínima contrariedad y, convirtiéndola en tragedia, vela sobre nuestras heridas,
impidiendo que se marchiten”. El insomnio es guarda-angustias, amplifica
pesimismos. Insomnio, bienvenido seas, gracias a ti podemos reflexionar horas
enteras sobre
2. la Nada: antes de nacer éramos parte de la “ausencia
colosal”, ¿por qué este hecho no perturba a nadie?
3. El insomnio (Cioran es recursivo) que al respecto Ben
al-Jamara poetizó: “Cuando el pájaro del sueño pensó hacer su nido en mi
pupila, vio las pestañas y le aterró la red”.
4. La renuncia: “Parecerse a un corredor que se detiene en
plena carrera para intentar comprender qué sentido tiene correr”.
5. El sentimiento de la anacronía vital: “Todo sucede
demasiado tarde, todo es demasiado tarde”.
6. El no-hacer: solo nos interesa “lo que no hemos
realizado”, “de una vida no retenemos más que lo que ella no ha sido”.
7. Y el pesimismo: debemos deshacernos de las ilusiones
para evitar el desmoronamiento, hay que “hundirse en el desengaño evitando a la
vez la amargura”.
En el insomnio de las tres de la mañana toda meditación es
fugacidad de pensamientos, verdadero fluir de paranoias literaturizadas.
IV
Una anécdota a la manera Ciroan: “Todo el mundo me exasperó
durante aquel maldito paseo. Al final entré en una carnicería donde había
colgada más o menos la mitad de una vaca. Ante semejante espectáculo estuve a
punto de sufrir una crisis de llanto”. Narrativa breve, híbrido que puede
leerse como microrrelato o parábola con moraleja existencial(ista).
V
Ciroan y sus fragmentos politemáticos: acumulación de que
frases reflexivas (simulacro de hoarding quejumbroso), certeras selecciones de
párrafos concisos, trabajados, pulidos.
El “fluir de la conciencia” pasa a ser texto literario que
tiende a un orden simbólico, a una figura constitutiva: lexías autónomas y a la
vez dependientes de un todo orgánico: la ética del pesimismo.
Ciroan (o su obra): la conciencia del yo, el entendimiento
de una condición contra las grandes expectativas. Cioran: literato, capacidad
prosística que genera asombro y gozo.
VI
Cito otros aforismos (para alimentar el peor de mis optimismos):
1. Me parece estimulante el párrafo donde Ciroan lamenta
haberle escrito a una viuda lo siguiente: “Me sorprende que un hombre tan
extraordinario haya podido morir”. Pero se reconforta: no escribió un cliché,
sino una “aberración”.
2. Me gusta el fragmento donde reconoce que “no guardamos
rencor a quienes hemos insultado” y con el tiempo les damos generosamente
“méritos imaginables”, pero los insultados no tiene esa generosidad hacia sí
mismos.
3. O cuando escribe sobre el aprendizaje: “Se aprende más
en una noche en vela que en un año de sueño. Lo cual equivale decir que una
paliza es mucho más instructiva que una siesta”.
Ciroan: el filósofo insomne que ha escrito la mayoría de
sus fragmentos en la madrugada, (así lo veo) escribiendo una y otra vez sus
temas de engañosa nimiedad: sus listados que son evaluaciones ético-literarias,
ocurrencias filosóficas contundentes.
VII
Ciroan es un argumento circular, un pleonasmo filosófico,
un cúmulo de ironías que pueden entenderse como contradicciones (no lo son),
así, escribe: “Desconfiar de los pensadores cuyo espíritu no funciona más que a
partir de citas”. Ciroan sobre Ciroan, sus propias estrategias reflexivas:
Ciroan como citador pensante. Cautivado por la frase bien hecha, el aforismo
ajeno citable que es “el triunfo de un yo disgregado”, “opiniones, sí;
convicciones, no”.
Por ello estamos obligados a “practicar el pensamiento
discontinuo, reflejo de un tiempo que ha estallado”.
Citar y autocitarse: “Llega un momento en que uno no se
imita ya más que a sí mismo”. Ciroan: argumento del fragmento.
VIII
Agregaría que Ciroan es un estado de pesimismo placentero:
un estado de humor y gozo que vienen del lado opuesto de la estridencia feliz,
del maquillaje del optimismo en crisis perpetua. Para qué asumir entusiasmos
que llevan a la decepción, mejor vivir en ella, y a partir de ella hacer
evaluaciones cotidianas de nuestra existencia, de nuestro ser social.
Ciroan es así el fiscal moral de acciones y creaciones.
Si fuese católico tendría en el pecado mortal la coartada
perfecta: el pecado es una condición impuesta por una divinidad, nos queda solo
asumirla y hacer lo mejor dentro y a partir de ella.
Ciroan es la conciencia de esta situación irónica: asumir
(o asumirse a) la naturaleza que somos: ser el paso que no se da hacia el
abismo, el gozo de la contemplación de la vida (intrascendente y cotidiana) que
es el infierno diferido, la gran caída que no ocurre y que no cesa de ser
imaginada. Literatura del pesimismo en permanente estado seductor.
José Manuel García-García es autor de muchos libros, la mayoría de ellos publicados, entre ellos estos: Estados de asombro. Entre aforismos y micropoemas (2016), GUARDA-QUIMƎRAS (2016), Microagniciones (2015), Piezas para un poemario (2014), El libro de las islas perdidas (2012) Guardamemorias (2005), Literatura juarense (Inicios de modernidad) 2017, Literatura juarense (Escenas de guerra) 2017, La obra de Jesús Gardea. Hacia una mereología estética (2017) y Ciudad Juárez, versiones de una Toma, 1911 (2011). Fue coordinador del Taller Literario del Museo de Arte (INBA, 2000-2007) y lo es del Taller Literario Pizca a las 6:30, Las Cruces, desde 2011. Ha sido editor de una veintena de libros de diversos autores, de Armario (suplemento cultural de Semanario, ciudad Juárez, 2000-2007), de las revistas Noesis (UACJ) y Arenas Blancas (NMSU). jmgarcia@nmsu.edu
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