viernes, 11 de diciembre de 2020

José Manuel García-García. Poema con cierto matiz navideño que acabo en homenaje a Perec (poeta muerto)

 

lunes de jmgg

Poema con cierto matiz navideño

que acabo en homenaje a Perec (poeta muerto)

 

 

 

Por José Manuel García-García

 

 

 

I

Todos los días, en cada momento de mi vida, alguien muere. Pero ahora es diferente, ahora pienso en los muertos, en cada uno de ellos, y creo que merecen una historia digna.

Además, sé que este año puedo ser parte de la cena de la muerte, que me sume(n) al buffet, que sea por dos o tres días una sábana blanca, un sello rojo: “mercancía delicada, manéjese con cuidado”.

Odio el sentimentalismo, pero caigo a menudo en la fosa común de ese patetismo.

Me da pánico ser una de las bolsas destinadas al fuego.

Bien. He dado lo máximo en materia de empatía. Me queda solo quitarme el sombrero ante esos cuerpos masticados por ese bicho llamado pandemia. Así sea.

 

II

Quiero ahora mismo sumar todos los nombres de los muertos, dibujar cuidadosamente sus rostros, viajar a sus casas y por días descubrir en ellas los secretos de cada uno, la vida. Ser un poco ese dios imaginario lleno de historias y breves chismes que hacen la existencia.

Quiero llenar a los muertos de días leves como un sueño. Es la única manera de sentirme como ellos.

 

III

Hay cementerios que pueblan el lado del espanto. Cementerios donde las almas descansan en cada gusano, en cada cuerpo de rostro carcomido.

Y yo despierto ahí, sin lengua, sin pulmones, sin aire. Cubierto de una rigidez. Esto es el colmo de la nostalgia, pienso más gris que divertido.

No hay dolor, mis manos (lo que de ellas queda) palpan un hervidero feliz, la gusanera. Bienvenidos sean, mis pequeños comensales. Es la hora del banquete.

 

IV

Pero decía que cada momento alguien muere. Solo que ahora estoy apretado de miedo, siento amor por los que salen a construir los días o a caminar los sitios que eran míos. Y tiendo a ser más afectuoso al de hablar de los muertos.

Digo: la suma de los que mueren es infinita, creo que ellos deberían tener un solo rostro, y un solo nombre, solo así podrían permanecer en mi casa, conversar conmigo, tener un ameno encuentro.

Pero, de todo esto, solo es claro el miedo a ser yo el invitado, yo la suma de lo todo lo muerto.

 

V

Perec, yo también recuerdo, vea usted: recuerdo a la maestra de ciudad Madera que contaba historias después del novenario navideño.

Recuerdo a la niña que se quemó el pelo cuanto cantaba la primera estrofa al Niño Dios.

Recuerdo al hombre cacarizo, su bocaza abierta y desdentada.

Recuerdo al sacerdote que nos contó la historia del barquero que sí sabía nadar.

Recuerdo a la señora que vendía flores de papel y que siempre estaba enojada.

Recuerdo a la loca del barrio que sabía villancicos navideños.

Recuerdo la música de la kermés, a la mujer que se cayó de la rueda de la fortuna.

A todos ellos los recuerdo, vienen a mis sueños, conversan.

Me apena decirles: “Todos ustedes ya están muertos”.

 

VI

El miedo me devora, gusanera de los sueños, comején del pensamiento.

Es tiempo de paz, me dicen, de alegría.

Estoy de acuerdo, pero de afuera vienen los muertos, los peregrinos vienen a tocar mi puerta. Imagino sus rostros. Solo quieren un refugio en mí, cada noche. Pobres manos, pobres pies, pobres cuerpos.

¿Qué debo decirles, si solo tengo este miedo?

 

VII

Recuerdo la nieve cayendo en una nochebuena, el amanecer frío y las calles cubiertas de agua y lodo.

Recuerdo un retrato en la pared (nunca supe de quién era).

Recuerdo un regalo de navidad que tiré al fuego para ver si era en verdad de superhéroe.

Recuerdo la noche en que esperé a santo clós y resultó que era mi abuela.

Recuerdo las canciones navideñas, ellas eran la navidad, el sueño.

Recuerdo los regalos, la comida, la casa llena de gente, yo era un niño y la navidad una fiesta.

No milagros, no dioses, solo mi cansancio, las ganas de dormir.

Recuerdo a tanta gente, ahora muerta.

 

VIII

Es tiempo de amar a los muertos, pedirles que sean menos tristes, menos quijada abierta, que los días apremian, que es mejor resolver esto de la melancolía eterna. Esta noche quiero ser menos para el pánico. Quiero llegar a la cita, al sueño donde es mejor la vida, quiero continuar ahí el resto de mis días. Ser uno entre los vivos y los muertos.

 





José Manuel García-García es autor de muchos libros, la mayoría de ellos publicados, entre ellos estos: Estados de asombro. Entre aforismos y micropoemas (2016), GUARDA-QUIMƎRAS (2016), Microagniciones (2015), Piezas para un poemario (2014), El libro de las islas perdidas (2012) Guardamemorias (2005), Literatura juarense (Inicios de modernidad) 2017, Literatura juarense (Escenas de guerra) 2017, La obra de Jesús Gardea. Hacia una mereología estética (2017) y Ciudad Juárez, versiones de una Toma, 1911 (2011)Fue coordinador del Taller Literario del Museo de Arte (INBA, 2000-2007) y lo es del Taller Literario Pizca a las 6:30, Las Cruces, desde 2011. Ha sido editor de una veintena de libros de diversos autores, de Armario (suplemento cultural de Semanario, ciudad Juárez, 2000-2007), de las revistas Noesis (UACJ) y Arenas Blancas (NMSU). jmgarcia@nmsu.edu

No hay comentarios:

Publicar un comentario