Enseñanzas de una pandemia: capítulo 1
Por Larizza Arvizo
Por tus cabellos
tan largos de princesa nocturna tocando tus caderas de corazón perfecto, por
esos ojos lunares color desierto anochecido, tu boca cerezo completo, tu voz
candente que puede encender y despertar a cualquiera, por tus ideas tan libres
que erizan la piel de los muertos y esas carcajadas sonoras que recuerdan a
todos lo que es la libertad y la felicidad, por eso es que nos miraban tanto.
No ha sido porque
sin quererlo tengamos algún zapato al revés o los calzones por encima del
pantalón, o algún seno de fuera, eso nunca ocurrió (solo en nuestro
imaginario), aunque sí fue una justificación sarcástica para poder entender
esas miradas de asombro y horror con las que lidiábamos a diario, que no eran más
que simple envidia de nuestra libertad y gran felicidad.
Siempre han
querido ser como somos, sueñan con salir de casa con lo que se les dé la gana y
les acomode más, sin importarles si se ven gordos o demasiado flacos. Pero las
apariencias no se los permiten. Son esclavos del que dirán, siempre han querido
que se les aplauda por contar mentiras en público cómo hicimos juntas tantas
veces en ese escenario, y se retuercen de tener que criar a los hijos que no
querían tener, pero han debido parirles para conformar a la sociedad y
acallarlos un poco.
A la sociedad no
se le complace jamás, son perros sedientos de la crítica, inconformes
perpetuos, hijos de la mercadotecnia, sumisos del capitalismo atroz. Y aunque
mueren por ir a la oficina sin plancharse el cabello, pintarse los ojos, usar
maquillaje, traje y corbata, no son capaces, no se atreven a romper con lo
convencional. Y es que tal vez no han visto las estrellas, necesitan mirarlas
más, con ello se darían cuenta de lo insignificantes que somos. Deberíamos
mirarlas todos cada día, antes de ir a la cama, para nunca olvidar que somos
mortales al igual que ellas, mensajeras del pasado que no miente. Cuántas de
ellas ya están muertas y siguen brillando. Y viajando.
Sigamos siendo
libres. El tiempo es algo que pasa muy rápido, y quizá mañana por la mañana ya
no estemos aquí, y debamos buscarnos en las estrellas para ver si hemos llegado
a la eternidad.
Esta es una
respuesta que había aguardado en este corazón por 14 años, antes de que ya no
te viera más. Una respuesta necesaria que explotó entre mis dedos para ti: el
verano que se fue y apenas regreso a casa. Para ti que viviste de cerca los
momentos más libres de mí vida, porque necesitaba decírtelo. Y porque un amigo
verdadero, lo es para siempre.
Larizza Arvizo es licenciada en teatro por la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Ha actuado en 25 montajes y es ganadora del premio a mejor actriz y actriz revelación en la Muestra Municipal de Teatro 2009. Actualmente se dedica a la fabricación de máscaras y muñecos teatrales, además de estar escribiendo el libro El viaje de lyme.
Muy bello... Libertad.. eternidad..estrellas
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