Los Martes
Todo el
tiempo mientras subía al campanario
Por
Andrés Espinosa Becerra
Las voces
se escuchan por encima del aire;
es otoño,
Paula y sus piernas doradas,
son las
voces oscuras como hojas de árbol,
duras como
piedras de río, finas
como el
vuelo de un avión de papel
volando
desde el campanario
hasta
perderse en las copas de los mangos;
Paula me
dice que mire sus piernas,
y dejo mi
cuerpo para verlo tirado
sobre el
techo del campanario,
a un lado
de Paula,
su falda a mitad de los muslos,
dos
palomas, redondas palabras
como la
cúpula mayor;
las voces se acrecentan,
no siento miedo;
una
rebanada de jícama
para Paula
a mi lado, yo de nueve años,
ella más
grande me acompaña;
las voces cuidan a un papalote
en su desmayo sobre las caricias del viento,
debo orinar
protegido
por el árbol de las pomarrosas,
es domingo,
los
muchachos no permiten una mesa
para jugar
futbolito con Paula;
las voces
suenan lentas
al proponer
el brocal del pozo tapizado de azulejos
donde Paula
me enseña la vida
alzando su
blusa y dejando en mi mente
el sonido
de ese pozo, de su agua,
de su
silencio;
Paula solo
llega por las tardes,
la espero
sentado sobre el pasto,
las voces
estallan en las flores de las jacarandas,
las voces
caminan por la avenida nueve,
en la
segunda llamada del campanario
yo finalizo
con el repique de la campana chica,
pienso en
Paula, suenan las voces encima del aire.
Andrés Espinoza Becerra, Córdoba, Veracruz 1958, hizo estudios de literatura hispanoamericana. Tiene tres libros de poesía publicados: Quinteto para un pretérito (1996), en coautoría con otros autores; Los días que no duermen (2004) y Una casa con silencio y patio (2019). En 1996 gana el premio Cuauhtémoc de poesía con Domingo Siboney. Tiene algunos proyectos en espera de aparecer, como El ramalazo de los recuerdos y El árbol de los ciruelos.
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