Nonoava
Por Humberto Quezada Prado
el balance de alegrías cambia el semblante,
la melancolía vuela, llega rauda.
Se anida en los corazones pensativos.
El momento nos convida
los recuerdos,
los tiempos idos, el día que agoniza.
La faena se acompasa,
aparece la estrella vespertina,
su coro de luces en abonos
en el día que se aleja dando pie
al bautizo impasible del momento.
Ciclo interminable cada día por la mañana,
cada fecha en mediodía,
cada lapso transcurriendo.
Al morir de la tarde el paisano
se hace de inventiva, repite tonadillas, exigente,
imagina cada nota, en tono de Sol repite el trazo,
va marcando, corrigiendo, remarcando.
En sagrada pausa prepara la sorpresa:
la tarde que se va rompe la monotonía,
los acordes vuelan y se quedan
en el gusto de la audiencia.
Placentera ensoñación de paraíso que nos lleva
claro, entre nubes, caminito de la dicha,
en el gozo de sutil, politonal, ejecución.
Y así como se guiña un ojo a la montaña,
la quietud titilante de la bóveda celeste arrulla
en el descanso la inspiración, se agolpa, vuela, llega
se plasma en el rasgueo, busca la comparsa,
la nota se atropella, vuela, llega
y se desborda en melodías para nacer
alegre o taciturna, al morir la tarde
en el estreno tan de aquí, como cercano.
Humberto Quezada Prado es profesor de educación primaria por la Escuela Normal Rural José Guadalupe Aguilera, licenciado en psicopedagogía por la Escuela Normal Superior José E. Medrano”, pasante de maestría en desarrollo educativo por el Centro Chihuahuense de Estudios de Posgrado. Ha publicado los libros Nueve leyendas de Chihuahua, en coautoría, Cuentos de nonoava, Nonoava, historia desde lejos: la fundación, Interpelación a mi maestro, Cuentos de Francisco Machiwi, Nonoava, profesión de fe musical y Los Villalobos son leyenda. Su obra aparece también en varias antologías.
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