lunes de jmgg
Doce palabras son muchaspara abarcar el mundo
Por José Manuel García-García
I
Aprócrifo, aforismos (2018) de Hiram Barrios. Un libro miniatura con prólogo de José Luis Morante (“El aforismo preserva la autonomía de cada fragmento y la pluralidad de inquietudes semánticas”; en ocasiones: “tiene cercanía con el relato ultracorto”).
Así es, Apócrifo es un estuche de micros: relatitos, chreiai [kreias], minifiestos y aforismos. Es un deseo de acumular micros, sin jerarquías temáticas. Es el gusto por el salto de un argumento a otro: almacén de ecos frasísticos: lecturas, diálogos, paráfrasis (“palimpsestos” les llama Hiram).
Pese a este deseo, hay un tema que se le impone al autor: hablar del oficio aforístico; tal es la zona de confianza del Investigador, de allí la serie de micro ensayos sobre el género: el autor no puede dejar de mostrarnos las paradefiniciones que un especialista puede acumular.
II
Primero citaré cuatro de los aforismos de Hiram:
“La mentira es la única forma sincera y eficaz para pedir perdón”.
“Maquilla el pasado de vez en cuando –para que puedas soportarlo”.
“El lector del aforismo recorre palimpsestos. No es sencillo distinguir los ecos de las voces”.
“El aforista recubre palimpsestos. No es sencillo encontrar la voz ente los ecos”.
Interesante descubrir que los cuatro aforismos tienen un tema en común: el simulacro: ya sea simulacro cínico (igualar mentira con sinceridad), el simulacro autocomplaciente (el ayer como un imaginario cómplice) y el simulacro recursivo (sea como plagio o como resultado de una economía literaria fractal).
III
Aclaremos: si la novela tiene una “voz narrativa”, el aforismo tendrá su correspondiente “voz expositiva”.
La voz que utiliza Hiram en Apócrifo es explícitamente “eco de otras voces” expositivas.
IV
En cuanto a los microensayos de la última parte del libro, son juguetes retóricos, muestrarios sobre las definiciones del aforismo moderno. Hiram hilvana, en bloques ensayísticos, simulacros de manifiestos lúdicos, minifiestos creativos: lugares donde desfilan los tropos del género que colindan con la máxima, el apotegma y el epigrama.
V
En el primer microensayo aparece el “Sofista”: personaje “falso” que recita proverbios, reparte citas y plagia frases antiguas.
Después de enjuiciarlo moralmente, la Voz Expositiva lo entrevista: las preguntas son tímidas y generales, y le sirven al Sofista para explayarse en ocurrencias sofisticadas: “somos el único animal que construye la jaula que lo encierra” (tal dice sobre la enseñanza).
“Los poetas gastan largos años para hacerse de un estilo, y cuando al fin lo alcanzan nada tienen que decir con él” (dice de los bardos), y agrega: muchos de ellos son tan mediocres “que sus ‘versos se parecen a su dueño”.
En cuanto a otros temas, decreta el Sofista: “Los amores que casi nunca defraudan son los soñados”.
Sobre los plagios, señala: “Apenas un escritor despierta nuestro interés, comenzamos a robarle ideas, por eso los epígrafes siempre son lo mejor, porque no son nuestros”.
El Sofista es, en todo caso, un ente de ficción, una parodia del verdadero aforista, un Eugenio Derbez disfrazado del maestro Armando Hoyos: señor de amenas humoradas. (Si no entendí la ironía de la Voz Aforística, mea culpa).
VI
El último ensayo contiene seis breves apartados.
El primero se refiere a la fuerza de la expresión breve: “La palabra lanzada por el arco de la lengua, al llegar al corazón penetra hondamente y no se arranca jamás”, es una frase tomada del Kalila wa-Dimna.
El segundo apartado reafirma algunos clichés del género: el aforismo como “filosofía portátil”, aristocrática, que enseña “a dudar de las enseñanzas y eso es lo que ha hecho la filosofía desde su origen”.
El tercer apartado es el más optimista: señala al aforismo como un vertedero de formas breves, por ello es “un género libre” (¿por ser “híbrido”, ¿incluyente?).
VII
En el cuarto apartado, Hiram hace eco del debate sobre la naturaleza del aforismo: hay dos tipos de aforistas (dice la Voz Expositiva): los que escriben frases “sueltas” y los que “sumergen esas frases en textos más amplios”.
Así, hay un aforismo breve, independiente, aislado, y hay un aforismo fragmentado que es cita arrancada, extraída de un párrafo largo.
Hay un aforismo primordial, genuino; y otro, secundario, descontextualizado, mutilado (como el que hace Hiram delKalila wa-Dimna y otros textos).
En el quinto apartado el autor (o su Voz Aforística) propone que el aforismo sea de 8 palabras (máximo 12).
El último apartado lo dedica a Javier Perucho y a su idea de que el aforismo es un género de ancianos.
Para apoyar esta idea nos ofrece un listado de abuelos famosos. No puedo callar otra ironía: Hiram Barrios, en el momento de publicar su libro, tenía apenas 35 años.
VIII
Apócrifo es un muestrario de buenos aforismos.
Algunos captan intuiciones poéticas (“En todo lo que nos rodea habita un acertijo que no es necesario resolver”).
Otros le dan al chiste el vuelo del sarcasmo refinado (“El genio / Lo enterraron vivo: siempre adelantado a su tiempo”).
Lo sabemos: el aforismo sigue siendo un género exclusivo, solo para iniciados (Apócrifo es un libro de 200 ejemplares), la "aristocracia" persiste en su condición de elenco subalterno literario.
José Manuel García-García es autor de muchos libros, la mayoría de ellos publicados, entre ellos estos: Estados de asombro. Entre aforismos y micropoemas (2016), GUARDA-QUIMƎRAS (2016), Microagniciones (2015), Piezas para un poemario (2014), El libro de las islas perdidas (2012) Guardamemorias (2005), Literatura juarense (Inicios de modernidad) 2017, Literatura juarense (Escenas de guerra) 2017, La obra de Jesús Gardea. Hacia una mereología estética (2017) y Ciudad Juárez, versiones de una Toma, 1911 (2011). Fue coordinador del Taller Literario del Museo de Arte (INBA, 2000-2007) y lo es del Taller Literario Pizca a las 6:30, Las Cruces, desde 2011. Ha sido editor de una veintena de libros de diversos autores, de Armario (suplemento cultural de Semanario, ciudad Juárez, 2000-2007), de las revistas Noesis (UACJ) y Arenas Blancas (NMSU). jmgarcia@nmsu.edu
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