el libro de las cosas perdidas
de Hitler/ Dos relatos
Por Giorgio Germont
Octubre 8, 2009. Una fresca mañana de octubre disfrutaba en compañía del capitán Valverde una taza de café. Estábamos sentados en sendas butacas, en la casita del rancho donde el capitán disfrutaba su paz de la tercera edad. Dos tortolitas paradas en un alambre se piqueteaban las plumas y cantaban plácidamente a la belleza de la mano de Dios en la naturaleza. Una brisa fresca esparcía el aroma de la gobernadora en el ambiente.
Mientras el capitán le daba un sorbo a la taza de peltre, un cigarrillo se quemaba solo en el cenicero, elevando un hilo de humo azul hacia las nubes. Sus ojos me miraban con atención, su rostro mostraba una mueca de disgusto y escepticismo cuando dijo:
—Yo sospecho que el asesino se escapó…
—¿Hitler?
—Sí.
—¿Por qué ?
—Nunca vi pruebas convincentes de su muerte. Me queda claro que está muerto, nació hace 120 años, pero sí de dónde y cuándo murió. Esa es mi gran duda. La farsa del supuesto suicidio nunca me ha convencido. En primer lugar, qué cobarde hubiera sido el darse un tiro. Su deber era enfrentar la derrota al mando de sus tropas, no pretender convertirse en un mártir inmolado. Fue un milagro de Dios la victoria aliada. Los nazis en verdad estuvieron a punto de controlar el mundo.
El capitán continuó su relato:
Allá en los cuarentas, en Ciudad Juárez, yo veía las fortalezas volantes. Se oía en la madrugada el rugir de los aviones de la fuerza aérea americana. Despegaban del Fuerte Bliss. De la banqueta de mi casa se alcanzaban a ver los B-17 subiendo lentamente hacia las nubes. Eran cuatro motores de 750 caballos de fuerza cada uno. A pesar del caballaje pujaban duro para levantar el vuelo, iban muy cargados.
Alemania tuvo de rodillas a los ingleses, pero Churchill se negó a capitular. Lo que empujó la balanza fue la entrada de los Estados Unidos a la pelea, en el 41.
Y ahora resulta que el supuesto cráneo de Hitler con un agujero de bala que los rusos mostraban al mundo es un engaño. Las pruebas del ADN demostraron que restos son de una mujer. Me rechinan los dientes de pensar que el criminal más sangriento de la historia se haya escapado impunemente.
El sol empezaba a calentar las ramas de los mesquites. En el rancho vecino, un John Deere ronroneaba alegremente, cortando alfalfa.
El Capitán continuó:
Hay hechos que no se pueden negar. Por ejemplo, el linchamiento de Benito Mussolini, o el día que Japón atacó la bahía de Pearl Harbor, en Hawaii, el domingo 7 de diciembre del 1941. O el día en que el emperador Hiroito habló en el micrófono para declarar su rendimiento incondicional.
Sin embargo, el melodramático final de Hitler no me convence. Fue una farsa. Pienso que los aliados negociaron la caída de Berlín con Hitler, y permitieron el escape. Ya bien lo dijo Churchill, “La historia la escriben los vencedores.
La interrogante que había planteado el capitán en su punto de vista sencillo y honesto captó mi atención. Caí en la cuenta que detrás del telón de los Panzers, las fortalezas volantes y la invasión de Normandía, se expandía una selva negra de intriga y manipulación.
La versión oficial de los últimos días de Hitler ha sido la que aparece en la Enciclopedia Británica hasta hoy. Está basada en entrevistas con testigos oculares del Reich en su acto final. La versión Roper parece haber sido confirmada por Gertraud Humps, alias Traudl Junge.
Humps era una joven de 22 años cuando la reclutaron de entre un grupo de educadas señoritas alemanas para servir al Führer, como una de sus secretarias. Fue la última secretaria de Hitler en Alemania. Después de haber transcrito el testamento de Adolfo Hitler, permaneció en su entorno hasta el último día. Ella fue testigo de la boda de última hora con Eva Braun, y del final del dictador.
El relato de Traudl en sus publicaciones y entrevistas pinta una escena de depresión y locura durante los últimos días en el subterráneo del Reichstag. Ella fue capturada por los rusos y pasó a ser prisionera de guerra e interrogada por tres facciones, Rusia, Inglaterra y los Estados Unidos. Fue puesta en libertad en 1947, vivió el resto de sus días en su tierra natal. La última secretaria del Reichstag murió el 10 de febrero de 2002.
Alemania estaba al borde del colapso en el invierno del 44. En enero de 1945, Hitler y sus asistentes, incluyendo a Traudl Junge, se instalaron en el subterráneo del Reichstag, en Berlín, el búnker del Führer. El ejército rojo avanzaba, dispuesto a tomar la plaza. Hitler había comentado que la única manera de lograr un armisticio rápido y con ciertas prerrogativas para los alemanes era presentar la muerte del Führer, o rendirse a los aliados él mismo como prisionero de guerra.
Según Hugh Trevor Roper, el historiador inglés, el 30 de abril de 1945 Hitler murió en el búnker, de un disparo en la cabeza. Fue un suicidio doble con su flamante esposa, Eva Braun. Los cuerpos fueron subidos al primer piso. Ya no había gasolina, de manera que ordenaron que les sacaran la gasolina a los autos oficiales en el estacionamiento y así los dos actores principales del suicidio fueron rociados de gasolina e incinerados en el jardín interior del Reichstag.
Cuando el ejército ruso tomó control del cuartel, los soviéticos sostienen que incineraron los restos de Hitler una vez más, y los enterraron en un sitio no declarado. Años más tarde los exhumaron y los esparcieron en otro sitio, o tal vez los arrojaron a la corriente de un río en Alemania. La declaración de la KGB fue haber hecho eso para evitar el renacimiento del nazismo, prohibieron la existencia de un monumento oficial, una tumba para Hitler.
El búnker estaba anegado de una psicosis colectiva los últimos días. Los oficiales y sus acompañantes montaban decadentes fiestas donde se degustaban manjares y vinos que se habían almacenado para el Führer, y culminaban con fiestas de suicidio. Jugaban a la ruleta rusa los oficiales del Reich, conscientes del destino que les esperaba a manos del ejército de Stalin y conscientes de los crímenes de guerra que en conjunto habían cometido. Junge declaró haber escuchado el disparo mortal. La tarde del 30 de abril se corrió la voz en el búnker, “Hitler ha muerto”.
Es necesario el paso de tantos años para poder dilucidar, de una manera aún borrosa, los hechos ocurridos en el curso de las guerras de siglo veinte. Me refiero a la Primera y la Segunda Guerras Mundiales, y la Revolución Bolchevique.
Hitler planeó por casi diez años la expansión de Alemania, siguiendo el tema expansionista que expuso con hechos el Kaiser Wilhelm en 1918.
A medida que pasa el tiempo, investigadores de la historia van atando cabos. Los archivos secretos de las agencias de espionaje salen a la luz, alterando la percepción de los hechos. Y veamos sin embargo cómo el manejo de las arcas continúa a paso firme en tiempos de guerra.
Onassis hizo su fortuna proporcionando servicios navieros al ejército alemán y a los aliados, los negociantes se niegan a mantener ninguna otra lealtad que no sea la lealtad al oro.
La cúpula financiera del Tercer Reich, en las manos de Martin Bormann, diseñó en 1944 el futuro de la industria alemana en la post guerra, a sabiendas de que Berlín no tardaba en caer. En octubre convocó una gran conferencia con la participación de los más encumbrados banqueros, millonarios, industriales de todas las ramas para asegurar la prosperidad de un Cuarto Reich apoyado por el botín incalculable de los saqueos nazis en Europa. Es decir, la inversión y diversificación del Reich en Sudamérica.
La capacidad del aparato nazi de amasar sumas incontables de dinero, obras de arte, barras de oro sólido, piedras preciosas, fue el éxito más grande del Tercer Reich. Fue la esperanza de un Cuarto Reich. Las fortunas nazis siguen con vida el día de hoy proporcionando vidas tranquilas y cómodas a sus actuales guardianes cuan sólida es Alemania hoy en el siglo veintiuno. Solidez financiera y política a pesar de haber perdido dos guerras en el siglo veinte.
Imagine usted la cantidad de autos Volkswagen que se han vendido en México y América Latina. El primer automóvil de esa marca rodó de la fábrica en Alemania el 27 de diciembre de 1939 y el primero ensamblado en México fue en 1954.
Los nazis montaron una lavandería de dinero de proporciones gigantescas con ayuda de la banca suiza y de los dirigentes fascistas del momento. Con su poder monetario se apoyaron en simpatizadores nazis en Italia, la Ciudad del Vaticano, España, Brasil, Chile, Bolivia, Paraguay, y, especialmente, en Argentina.
*
He aquí la otra versión de los últimos días de Adolfo Hitler:
San Carlos de Bariloche es un centro turístico muy renombrado en las montañas del suroeste de la República Argentina. Fue fundado por inmigrantes alemanes y sus descendientes desde principios del siglo veinte. El coronel Juan domingo Perón era un aliado de Hitler. Había proporcionando servicios de espionaje a los alemanes por varios años antes de subir a su mandato presidencial.
La pareja Perón y Eva Duarte recibió personalmente enormes inyecciones de capital por parte de la cúpula nazi. En parte, las divisas fueron administradas por el secretario personal de Perón, Rodolfo Freude, hijo del poderoso personaje industrial e inmigrante alemán Ludwig Freude.
La colaboración de las dos naciones en el ámbito militar fue muy sólida. Hay múltiples archivos que corroboran el arribo de submarinos serie U-Boot a las costas patagónicas, en las cercanías de Bariloche. La marina argentina apoyó a los alemanes con logística en las dos guerras. Y después abrigó a miles de prófugos nazis. Por ejemplo Eichmann, quien vivió 10 años en Argentina bajo el pseudónimo de Ricardo Klement.
Ricardo Klement, quien llevaba en sus manos la sangre de cinco millones de judíos, trabajaba como gerente para la Mercedes Benz de Buenos Aires. Esa fábrica era un nido de nazis y operaba tranquilamente.
En 1959, Adolf Eichmann terminó en manos del Mossad. Lo secuestraron agentes israelitas,cazadores de nazis, y lo llevaron a la fuerza a Israel. El gobierno argentino presentó una queja ante el tribunal internacional por la violación de la soberanía de su territorio en el secuestro de Eichmann. Fue juzgado en Jerusalén y sentenciado por crímenes contra la humanidad. Murió en la horca, en la prisión Ayllón de Ramla, Israel, el 31 de mayo de 1962.
Brilla la ausencia de Hitler, pero muchos elementos importantes del tercer Reich se refugiaron en Sur América, por ejemplo Bormann, Eichman y Mengele, para mencionar los más notables.
Todavía en el ocaso del siglo veinte, en los ochentas y noventas, el anciano nazi Klaus Barbie, apodado El carnicero de Lyon, fue arrestado en La Paz, Bolivia y extraditado a Francia. Es también el caso de Erich Priebke, declarado culpable de La masacre de las fosas Ardeatinas. Fue una acción llevada a cabo el 24 de marzo de 1944. El ex comandante de la SS fue responsable del asesinato de 335 hombres y niños, civiles italianos.
Priebke fue detenido en 1994, en su casa de San Carlos de Bariloche, después de haber accedido a una entrevista con la agencia noticiosa americana CBS. Priebke, quien había vivido refugiado en Bariloche 50 años, declaró su participación directiva y personal en la masacre, sin mostrar arrepentimiento alguno. Declaró que lo hizo para obedecer órdenes de sus superiores. A la postre fue extraditado a Italia, juzgado y hallado culpable. Falleció de causas naturales a los 100 años en Roma, en octubre de 2013.
Veamos ahora la obra de teatro Laruse de guerre que montaron los alemanes en cuanto al protagonista número uno de la Segunda Guerra Mundial:
Berlín. Desde enero de 1945, el Führer se instaló en el cuartel subterráneo de la cancillería. De ahí siguió el desarrollo de las acciones que mostraban a Berlín rodeado por el ejército ruso por el norte y los aliados por el sur.
Martin Bormann, el oficial de más alto rango y más cercano al führer, organizó planes de emergencia. El 27 de abril, Bormann hizo trasladar a Hitler al búnker más recóndito del Reichstag, y de ahí, por un túnel que lo unía, escapó a la estación del tren.
Hitler fue substituido por su doble preferido, Gustaf Weber, quien era prácticamente idéntico a él. Una joven actriz substituyó a Eva Braun. Los dobles retornaron al Reichstag, mientras el Führer se dirigió a una pista aérea construida frente a las puertas de Brandenburgo. Varios testigos oculares vieron al Führer escapar en un avión de la Luftwaffe, piloteado por el afamado capitán Peter Baumgart. La pareja cumbre del Reich voló a Dinamarca y luego a la España de Franco, y de allí, a las islas Canarias. Los detalles de esos vuelos han sido corroborados y numerosos testigos oculares han declarado que Hitler estaba vivo y a salvo lejos de Alemania.
La primera pista de aterrizaje en Bariloche la inauguró Hanna Reitsche, la piloto excepcional que era admirada por el mismo Hitler. La piloto en sus viajes a la Patagonia (con la venia de Perón, quien estaba en el bolsillo de los nazis) presentó planes de construcción para el Berghof de Bariloche. Un refugio idéntico al refugio tipo chalet Alpino que Hitler tenía en Bavaria. Esto sucedió antes del fin de la guerra, preparativos previos para el caso de la derrota teutona.
Fueorn planes elaborados por Martin Bormann, quien también se refugió en Buenos Aires después de la guerra. Los poseedores de la información más exacta, Stalin, Roosevelt, Churchill, comentaron por separado, en público, que Hitler se había escapado. Al final de la guerra, Argentina aceptó miles de nazis repatriados y grandes sumas de divisas e inyección de cerebros de la Alemania nazi. Hoy sus descendientes viven en Argentina, Chile, Brasil, Paraguay.
En el caso americano, la entrada de espías nazis refugiados en los Estados Unidos obedece a la adquisición de individuos con valiosa inteligencia para ayudar a los EUA a frenar el comunismo. Hubo también personas con valor intelectual, como ejemplo el caso de Wernher Von Braun. Él tuvo el cargo de mayor en la SS de Hitler.
Este científico alemán se rindió a los aliados al fin de la guerra. Se convirtió en el director del Centro de Balística de Alabama en 1952. Se le considera un motor esencial al desarrollo de la aeronáutica espacial americana. Falleció en los EUA en 1977.
La escapada de nazis al mundo entero es evidente. La cúpula se apostó en Argentina bajo la protección y cooperación del gobierno peronista. Hitler y Eva Braun arribaron en submarino a las costas de la entonces desértica y aislada Patagonia el 27 de julio de 1945. Fueron instalados en la hacienda de San Ramón cerca de Bariloche. Al siguiente año se trasladaron a la hacienda llamada Inalco, en La Angostura. Es una propiedad de alemanes en donde se encuentra el Berghofde la Patagonia.
Se calcula que el Führer vivió ahí ocho años, protegido por sus almirantes y amigos. A la caída de Perón, en 1955, lo trasladaron a Paraguay. La vecina nación sudamericana estaba al mando de un simpatizante nazi, el presidente y general Alfredo Stroessner, hijo de alemanes. El dictador paraguayotambién proporcionó refugio en el exilio a los exdictadores Juan Domingo Perón y Anastasio Somoza.
De acuerdo a los relatos publicados por el doctor Otto Lehman, médico privado del Führer, la muerte de Hitler ocurrió en Paraguay, en 1962. Se desconoce el paradero de los restos mortales.
Ahí están a la vista dos relatos del final del Tercer Reich y de su protagonista indiscutible. Hitler planeó su escape y su paracaídas dorado con mucha anterioridad, y lo llevó a cabo al pie de la letra. Los dos relatos son ciertos. El detalle es que la pareja cumbre que se suicidó en el búnker de Berlín, la que contrajo matrimonio en forma melodramática un día antes de suicidarse, era una pareja de impostores.
El verdadero Hitler iba camino a su último destino, a 13 mil kilómetros de Berlín.
*
El Capitán Valverde murió en el 2010. Lo extraño mucho, pero me consuela saber que no supo la verdad del escape de Hitler, le hubiera causado mucha tristeza.
Giorgio Germont estudió medicina en la UACH, ejerce su profesión en Estados Unidos. Ha publicado tres novelas: Treinta citas con la muerte (2005), Dos miserables entre la luz y la oscuridad, (2011). Ambas recibieron sendos galardones como finalistas de los concursos USA BEST BOOK AWARDS en los años 2007 y 2011 respectivamente. Las versiones en español de la primera, titulada Mis encuentros con la muerte y la segunda con el mismo nombre se publicaron en 2012 por Editorial Perfiles. En 2016 publicó su novela Rayo azul.
No hay comentarios:
Publicar un comentario