Rubén Alvarado. Plexo

Foto Pedro Chacón

Plexo

 

 

Por Rubén Alvarado

 

 

Su beso me fue conocido; su aliento suave, dócil, fraterno, me ayudó a incorporarme, apoyado en los barrotes de la celda.

No conocía el lugar, a pesar de saberme en un calabozo, recordé, aunque no todo, si bastantes hechos: lo sucedido esa misma tarde, aun después de la manifestación de estudiantes y de la agresión recibida.

Un dolor fuerte se empezó a extender desde mi costado, me incorporé aún más tomándome con dificultad de las barras. Algo en mí de sabor caliente bajó por mi cara, retiré la humedad de los ojos y vi en la palma de mi mano un líquido púrpura que resbalaba. Fue cuando nuevamente llegó un susurro tan delicioso que anhelé estar acostado, resbalé sin detenerme hasta que posé mi cabeza sobre el piso de cemento. Un olor a letrina horadaba el lugar.

Sentí cómo me tomó en su regazo como una madre, laminó la sangre que no me permitía abrir los ojos. Su boca se deslizó por mi cabeza, sus palabras hicieron no preocuparme más por estar consciente. Sentí lontananza, verde, azul, cielo.

Luego llegó más fuerte el dolor. Se derrumbaron muros que contenían mares rojos, espumosos.

Era realidad, me tenía en sus brazos y me besaba. Otro beso aún más profundo me hizo olvidar.

Sentí cómo entró por mi garganta, bajó por mi esófago y, justo en el plexo solar, estalló en mil esquirlas, dejándome para siempre fuera de toda posible venganza.

 

 

 

 

Rubén Alvarado (1959 – 2008) estudió la carrera de lengua inglesa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Escribió cuentos y relatos de literatura fantástica y de narrativa realista. Trabajó en El Norte de Chihuahua, donde coordinaba una sección diaria de una plana completa llamada “Armario de Cronos”. Publicó en la revista El cuento y en otras publicaciones literarias. En 1994 apareció su libro de cuentos Cosas de la mala suerte, publicado por la editorial Climent i boldó.